Al periodista Leonardo Sakamoto, director general de Repórter Brasil, le gusta citar la cantidad de horas que viajó en bus para hacer reportería al inicio de la organización, en 2001.
“No teníamos dinero al principio, los aviones eran caros en ese momento. Entonces íbamos en bus. Fui al interior de Alagoas y me tomó 48 horas. Otra al interior de Amapá que tomó 53 horas en bus a Belém, más 18 en lancha rápida, más horas al interior de Amapá. Y así”, recuerda Sakamoto, en entrevista con LatAm Journalism Review (LJR).
En ese momento, una decena de jóvenes, en su mayoría periodistas, se unieron para formar Repórter Brasil, con el objetivo de “sacar la voz de aquellas personas que no podían contar sus historias públicamente, trayendo lo invisible a la agenda”, cuenta Sakamoto. El equipo quería hacer algo diferente, no en el sentido de oponerse a la prensa convencional, sino para complementar la cobertura de los medios tradicionales.
Cuando viajaban, ofrecían los reportajes a los medios asociados, pero no siempre podían vender las historias y quedaban en pérdida. De los fundadores iniciales, muchos trabajaron para otros medios y usaron su propio dinero para escribir los artículos para Repórter Brasil. “Hubo momentos en los que perdía dinero”, recuerda Sakamoto.
Desde ese periodo de escasez de recursos y jóvenes periodistas que viajan en autobús en busca de historias, muchas cosas han cambiado. La ONG creció, se profesionalizó e institucionalizó. Obtuvo decenas de premios y reconocimientos en el país y en el exterior, realizó investigaciones periodísticas y especiales multimedia, documentales, alianzas con medios nacionales e internacionales y dio primicias que impactaron la conducta de las empresas y las políticas públicas. También se ha consolidado como un referente en derechos humanos y socio-ambientales, especialmente en las áreas de lucha contra la trata de personas, trabajo forzoso y violaciones laborales.
Repórter Brasil cumple 20 años el 9 de octubre, cuando se lanzó originalmente el sitio – en palabras de Sakamoto, la ONG es hoy, por su historia en el país, “un abuelo de las organizaciones de periodismo digital”. Con motivo del aniversario, LJR habló con personas clave de Repórter Brasil para hablar sobre cómo funciona, su forma de hacer periodismo y sus planes para el futuro.
Según Sakamoto, Repórter Brasil no es solo una ONG de periodismo, sino “un hub de información” sobre temas sociales, ambientales y laborales. Con alrededor de 25 empleados permanentes, la organización se divide en cuatro programas: periodismo, documental, investigación y educación.
El brazo del periodismo es la agencia de noticias que se especializa en reportajes extensos, profundos e investigativos. También existe una especie de subárea independiente, que son los documentales, cuyos filmes han ganado premios en festivales nacionales e internacionales.
“Desde 2006 producimos largometrajes sobre la realidad brasileña, el trabajo forzoso, los trabajadores de mataderos, en la construcción de grandes centrales hidroeléctricas, o que fueron masacrados por trabajar con amianto”, enumera Sakamoto.
Otro programa importante es el de investigación que realiza investigaciones de campo y elabora reportajes sobre los actores económicos. Esta área es conocida por hacer el conocido “seguir el dinero”, explica Sakamoto, es decir, siguen el rastro del dinero y los bienes en las cadenas productivas.
“Realizamos un seguimiento de más de dos mil unidades de producción, tales como fincas, plantas de carbón, sitios de producción, construcción e industrias, mostrando como bienes manufacturados con mano de obra esclava, trata de personas, trabajo infantil, deforestación ilegal, ataques a comunidades productos tradicionales, con daño ambiental, que llega al mercado nacional e internacional”, dice Sakamoto.
Los reportajes producidos por Repórter Brasil durante los últimos 18 años han tenido un impacto en la formulación de políticas de los sectores productivo, bancario y financiero, así como de los gobiernos y la sociedad civil. Para Sakamoto, el periodismo es la principal actividad de Repórter Brasil, porque engloba estas tres áreas: agencia de noticias, documentales e investigación. Además, la gran mayoría de los empleados de la organización son periodistas.
La cuarta rama es la educación, con varios programas, el más importante de los cuales es Escravo, nem pensar! (Esclavo, ¡de ninguna manera!). Creado en 2004, el proyecto ya ha capacitado a más de 22.000 maestros, trabajadores sociales y líderes populares en 465 municipios de 11 estados sobre el tema de la prevención del trabajo forzoso. Repórter Brasil también se asoció con profesores de universidades de periodismo para tomar un curso en línea para combatir la desinformación, llamado Vaza, Falsiane!, que recibió el apoyo de Facebook.
Para la coordinadora de periodismo de Repórter Brasil, Ana Magalhães, el hecho de que la organización tenga núcleos separados dedicados al periodismo, la educación o advocacy (activismo), por ejemplo, es algo raro en Brasil, pero común en otros países.
“Creo que este es otro espíritu pionero de Repórter Brasil”, explica a LJR.
Magalhães asegura que las áreas son económicamente independientes, es decir, ella es la responsable de recaudar fondos para el núcleo periodístico. “Tengo mucha autonomía. Puedo contratar, soy yo quien gestiona los recursos que yo misma capto”, dice. Al mismo tiempo, todos los núcleos contribuyen al mantenimiento del sector administrativo, que se ocupa de gastos comunes como alquiler, contabilidad, entre otros.
Esta separación de recursos también ayuda a garantizar la independencia editorial de la agencia de noticias, explica Magalhães. Ella dice que el brazo de periodismo no participa en campañas ni en actividades de advocacy. “No creo que esta mezcla pueda suceder. Intentamos aislar al periodismo, precisamente para escapar de este prejuicio de ser percibidos como activistas”, dice.
Magalhães explica que el periodismo de Repórter Brasil es “combativo y guerrero” y, al mismo tiempo, muy riguroso y técnico. “Lo que hago en Repórter Brasil es exclusivamente periodismo, dentro de todos los criterios técnicos de calidad y prueba científica, confirmación del origen de la información y otros aspectos. Y la prueba de nuestro tecnicismo es que somos republicados en grandes medios del país”.
Los reportajes realizados por el equipo de investigación de Repórter Brasil se utilizan a menudo como referencia para mejorar las políticas de la empresa, y puede haber algún diálogo al respecto, pero esto no afecta en absoluto la producción periodística, dice Magalhães.
“Hay un brazo de Repórter que en realidad a menudo se sienta con empresas que son blanco de nuestras historias [...] para hablar sobre cómo pueden mejorar el control sobre los proveedores que deforestan o utilizan mano de obra esclava. Es interesante que no haya ninguna influencia editorial, ni a los otros núcleos les notifico los reportajes que vamos a publicar. Y nunca he recibido una sugerencia de otro núcleo de no investigar, una injerencia en mi trabajo”, dice.
Cuando se le pregunta si el trabajo de activismo de la organización podría plantear algún conflicto editorial para el periodismo, Sakamoto responde que “no, ninguno”. Y agrega que solo los periodistas suelen plantear este tema de esta manera, como oposición. Él explica que Repórter Brasil aboga contra el trabajo forzoso y la trata de personas, temas universales y presentes en la Constitución brasileña. “Me parecería muy extraño abogar por el trabajo esclavo. ¿Cómo se puede ser imparcial en el tema de la lucha contra el trabajo esclavo? No lo sé”, pregunta.
Señala que el periodismo moderno nació “de la mano de los derechos humanos”, “en el mismo caldo”.
“La libertad de prensa y expresión es uno de los derechos humanos. Entonces el periodismo nace con una de las funciones de preservar y garantizar que los derechos humanos sean implementados en una sociedad. Si el periodismo omite esto, está actuando en nombre de su propia destrucción, porque sin la garantía de los derechos humanos, el periodismo no existe. La defensa de la dignidad humana debe ser una condición obligatoria de la actividad periodística”, argumenta.
Sakamoto enfatiza que no es trabajo del periodista, por ejemplo, “liberar a todos los trabajadores esclavizados”, sino que su obligación es llevar información de calidad a la sociedad para que pueda actuar para hacer realidad los derechos humanos.
Refuerza que Repórter Brasil es muy estricto con el otro lado. “Incluso se escucha más que en muchos medios tradicionales. Seguimos parámetros muy pesados [en esto]. Cuando vas a hacer una investigación, y el otro lado da una versión que es realmente fuerte, el asunto cae. El otro lado no es pro-forma, es intentar averiguar los hechos”.
Magalhães coincide en que esta es una característica del periodismo de Repórter Brasil. No basta con enviar un correo electrónico con una solicitud de posicionamiento, es necesario insistir y ser transparente en la demanda. “Si la empresa pide más tiempo, solemos darlo y publicamos el otro lado completo. Para nosotros, el otro lado nunca es protocolo”.
ADN de Repórter Brasil
Otro sello distintivo del periodismo de la organización es la inversión de tiempo y dinero en investigación, reportajes en profundidad y trabajo de campo, aunque este último aspecto se ha visto perjudicado por la pandemia, resalta Magalhães.
“Es muy común tener un reportero mío investigando un asunto durante uno o dos meses solo para escribir una historia. Otra diferencia es ir al campo, ir donde nadie va, en lugares de la Amazonía que son de muy difícil acceso y a menudo peligrosos. Esto es mucho del ADN de Repórter, investigar en el campo, incluso si son historias costosas y que consumen mucho tiempo”, dice.
Repórter Brasil también se ha consolidado como productor de grandes especiales multimedia. Según Magalhães, intentan publicar al menos uno al año. A principios de 2021, por ejemplo, lanzaron el especial Cova Medida, que rastrea los 31 asesinatos en zonas rurales durante 2019, el primer año del gobierno del presidente Jair Bolsonaro, para discutir la impunidad. La investigación encontró que, un año después, nadie había sido condenado y solo un caso fue considerado cerrado.
Magalhães dice que el impacto es una de las mayores fortalezas del periodismo de Repórter Brasil, porque los reportajes logran orientar el debate público y mejorar la vida de las personas. A menudo, el primer impacto es inmediato, justo cuando se pregunta al otro lado, dice. Esto ocurre a menudo en investigaciones sobre cadenas productivas, que revelan, por ejemplo, el uso de mano de obra esclava por parte de algún proveedor o la asociación entre mataderos y deforestación ilegal.
“Al preguntar a la otra parte, si la empresa es seria, suspende al proveedor. O lo suspende hasta que investigue [la denuncia del reportaje]. Entonces es un periodismo que lucha porque este segmento [empresarial] sea un poco más transparente y sostenible”, dice ella.
Asimismo, los asuntos sobre violaciones laborales suelen generar consecuencias rápidamente, con investigaciones por parte del Ministerio Público de Trabajo. “En muchos de los reportajes, llamamos a un fiscal para escuchar sobre esa denuncia y sucede con cierta frecuencia que abren una investigación”.
Por ejemplo, en agosto, Repórter Brasil reveló que el Ejército había creado un “rincón de los malos tratos” en albergues en el norte del país para confinar a indígenas venezolanos ebrios. Tres días después del reportaje, el Ministerio Público Federal y la Defensoría Pública de la Unión realizaron una inspección sorpresa al albergue y confirmaron la existencia del “rincón de los malos tratos”, y también recogieron denuncias de migrantes y refugiados.
Quizás la marca más relevante del periodismo de Repórter Brasil son los temas que cubre la organización: violaciones de derechos humanos en el ámbito laboral y socio-ambiental. Y eso abarca mucho, como trabajo forzoso, trata de personas, deforestación, comunidades indígenas y tradicionales, violencia rural, pesticidas, cadenas productivas, derechos laborales, solo por nombrar algunos.
Fueron estas coberturas las que hicieron famosa a la organización, como recuerda Kátia Brasil, cofundadora y editora ejecutiva de la agencia Amazônia Real.
“Repórter Brasil es un referente en el periodismo brasileño en la lucha contra el trabajo análogo a la esclavitud, que ha reportado en numerosos artículos las condiciones de los trabajadores encontrados en situaciones degradantes y violaciones de derechos”, dice en entrevista con LJR. Los dos medios son socios en varios proyectos especiales de información.
La editora ejecutiva dice que dejó de comprar productos de ciertas empresas después de leer las investigaciones de Repórter Brasil sobre el trabajo forzoso.
“Estoy segura de que muchos brasileños han cambiado su visión del mundo, especialmente sobre el consumo de marcas que fueron investigadas por contratar trabajadores de esta manera”. Ella afirma que, solo por esta cobertura, la organización ya puede ser considerada “un importante medio brasileño”, y sus periodistas, “verdaderos combatientes de violaciones de derechos humanos”.
Ataques y nueva sede
Todas estas investigaciones, en un país como Brasil, han dado lugar a procesos judiciales de censura contra la organización y sus periodistas, incluido un intento de allanamiento de su sede en enero y ataques de hackers que tumbaron el sitio.
“¿Hay censura hoy contra nosotros? La hay. Censura por divulgar información pública de interés público. [...] Es ataque tras ataque, pero es parte de eso. Aprendí con el tiempo, con amenaza de muerte, siendo agredido físicamente, perseguido en la calle, para entender el proceso y no volvernos paranoicos. Hacemos una actividad que nos pone en evidencia, pero también en riesgo”, dice Sakamoto.
La celebración del aniversario coincidió con la compra de una nueva sede más segura y estará marcada por la producción de contenidos especiales y una campaña institucional. La idea original era hacer eventos presenciales y una fiesta, pero todo se canceló con la pandemia.
Sakamoto dice que está muy orgulloso de lo que la organización ha logrado durante los últimos 20 años, en un país donde, “en muchos lugares, los derechos humanos son casi una mala palabra”.
“Vimos a Brasil transformarse [en este periodo], pero al mismo tiempo, independientemente de los gobiernos que pasaron, sean progresistas o conservadores, los derechos fundamentales de los grupos más vulnerables de Brasil siguen siendo vilipendiados. Así que continuamos. Creo que el trabajo de Repórter Brasil será fundamental en los próximos años, porque los derechos humanos seguirán siendo un producto de lujo para el país”.
(Fotografía del banner es una ilustración del especial Cova Medida/Repórter Brasil)
*Este artículo fue escrito originalmente en portugués y fue traducido por Silvia Higuera.