El periodista brasileño Daniel Camargos estaba cubriendo un conflicto de tierras en la Amazonia brasileña en diciembre de 2020 cuando fue sorprendido con un rifle apuntándole a la cara.
El fusil estaba en manos de un hombre vestido con una camiseta negra, acompañado de otros seis hombres vestidos de civil que más tarde se identificaron como policías militares.
“La sensación, cuando el fusil estaba muy cerca, fue como probar el sabor de la muerte”, dijo Camargos a LatAm Journalism Review (LJR).
Este es un ejemplo extremo de los riesgos a los que se enfrentan los periodistas que cubren temas medioambientales y climáticos. Estos riesgos incluyen violencia física, detención, acoso judicial, ataques en línea, restricciones a la libertad de movimiento y acceso a la información, según el informe “Climate and Environmental Journalism Under Fire” (Periodistas del clima y medioambientales bajo fuego), publicado en febrero por el Instituto Internacional de Prensa (IPI, por sus siglas en inglés).
El estudio se basa en entrevistas a 40 periodistas que trabajan en este ámbito en 21 países de América, Europa, Asia y África.
Barbara Trionfi, autora principal del estudio y antigua directora ejecutiva del IPI, escribió anteriormente un informe dedicado a las estrategias de apoyo al periodismo medioambiental y climático. Según dijo a LJR, las condiciones de seguridad en las que trabajan estos periodistas y las amenazas a las que se enfrentan son “un problema muy poco abordado”.
“Para mí era muy importante comprender los problemas de libertad de prensa a los que se enfrentan periodistas a la hora de informar sobre el medio ambiente y el clima, a fin de poder encontrar mejores soluciones”, dijo Trionfi.
El informe incluye extractos de entrevistas con periodistas y explora las principales amenazas a las que se enfrentan como consecuencia de su trabajo. También ofrece recomendaciones para que los Estados, medios de comunicación, financiadores y redes de apoyo a periodistas actúen para proporcionar un apoyo adecuado a estos profesionales.
La mayoría de los periodistas entrevistados para el estudio afirmaron haber sido objeto de agresiones físicas o jurídicas destinadas a limitar su cobertura de determinados temas. También coincidieron, según el informe, en que "los periodistas que investigan cuestiones medioambientales - y especialmente los que investigan a empresas e industrias que causan daños medioambientales - se enfrentan a riesgos especialmente graves porque sus reportajes desafían los considerables intereses económicos de poderosos actores, incluidas empresas privadas, grupos de delincuencia organizada y agentes estatales (corruptos), todos los cuales pueden hacer todo lo posible por proteger esos intereses”.
De acuerdo con Trionfi, los periodistas entrevistados para el informe que trabajan en América Latina manifestaron con frecuencia su preocupación por las conexiones entre el crimen organizado y las empresas privadas dedicadas a actividades contaminantes y al extractivismo depredador, como la minería y la deforestación.
“Muy frecuentemente, o el crimen organizado está involucrado en este negocio [como la minería y la tala], u operan en las mismas regiones, por lo que hay interés por parte de estos dos grupos de personas que operan de manera totalmente ilegal o en la frontera de la ilegalidad para protegerse entre ellos”, dijo Trionfi.
La colombiana Dora Montero Carvajal, editora de Mongabay para América Latina, es una de las periodistas de la región que fueron entrevistadas para el informe. Según explicó a LJR, “está bien complejo moverse” por las regiones fronterizas cubiertas por la selva amazónica. “Hay muchos [grupos] armados, hay mucha mafia moviéndose”, dijo Montero, quien lleva más de una década cubriendo estos temas. Según ella, los grupos armados se han multiplicado en estas regiones en los últimos años.
“Antes los actores armados eran fácilmente reconocibles. Uno sabía que eran las autodefensas, que era tal grupo paramilitar, tal bloque del ELN [Ejército de Liberación Nacional]. Ahorita esto está mezclado. Hay las disidencias [de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)], hay grupos de narcotraficantes, hay grupos armados que trabajan para narcotraficantes mexicanos, hay grupos armados que trabajan para narcotraficantes brasileños… hay de todo. [...] Uno no sabe quiénes operan realmente en las zonas, porque como hay tanto negocio ilegal, es muy difícil y entre ellos mismos están peleando. Entonces es muy riesgoso parecer infiltrado, por ejemplo”, dijo.
Periodistas medioambientales y del clima que trabajan en América Latina hablaron a Trionfi de otra amenaza muy presente en la región: el papel de las fuerzas de seguridad del Estado en la protección de organizaciones privadas implicadas en actividades contaminantes o ilegales.
“La policía, en lugar de estar ahí para defender y proteger a los periodistas, cada vez que estos recurren a las autoridades, también los amenazan”, dijo.
Cuando Camargos fue amenazado con un fusil por un agente vestido de civil que se identificó como policía militar, en diciembre de 2020, estaba con el fotógrafo Fernando Martinho cubriendo un conflicto en el que estaban involucrados campesinos sin tierra, agricultores y policías militares en el estado brasileño de Rondônia.
“Fue una sensación muy mala, porque tardé en darme cuenta de que eran policías militares sin uniforme. En mi cabeza, en aquel momento, pensaba ‘son guardias de seguridad de los terratenientes, pensarán que estamos aquí aliados con sus enemigos, que son los despojados de su tierra, y acabarán con todos’”, dijo Camargos, quien no fue entrevistado para el informe del IPI.
El periodista empezó a tener pesadillas recurrentes sobre el episodio, en el que la situación se desarrolló “con gran brutalidad”, dijo.
Cuando el periodista británico Dom Phillips fue asesinado en junio de 2022 junto con el indigenista brasileño Bruno Pereira en el Valle del Javari, la región amazónica donde confluyen las fronteras entre Brasil, Perú y Colombia, Camargos sintió que su pesadilla se había hecho realidad.
“La sensación es que lo peor que podía pasar ha pasado de la peor manera posible. Esa pesadilla que comenzó allá por 2019, que se intensificó con cada salida al campo durante la administración de [el expresidente Jair] Bolsonaro [...]. La peor pesadilla sucedió”, dijo.
Camargos era amigo de Phillips y ambos habían trabajado juntos en un reportaje en la Amazonia por el que fueron finalistas del Premio Gabo 2020. Cuando se enteró de la desaparición de Phillips y Pereira, Camargos acudió al lugar de los hechos para cubrir la búsqueda para Repórter Brasil, donde trabaja desde 2018.
De esta cobertura surgió el documental “Relatos de un corresponsal de guerra en el Amazonas”, dirigido por Camargos y Ana Aranha, coordinadora de proyectos especiales de Repórter Brasil.
Camargos narra el documental en primera persona y relata su experiencia cubriendo el asesinato de su colega y amigo, y habla de la violación de los derechos de los pueblos indígenas y la devastación de la selva amazónica. El documental presenta la perspectiva de Camargos como persona afectada por todo lo que ve y experimenta como periodista, y también cuenta con entrevistas a otros profesionales que cubren esos temas.
Trionfi escuchó de los periodistas que la cobertura ambiental se volvió mucho más peligrosa durante el gobierno de Bolsonaro (2019-2022). Además de atacar constantemente a la prensa, Bolsonaro “fue visto como promotor de la deforestación al apoyar el agronegocio”, indica el informe.
Con la salida de Bolsonaro y la llegada de Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia en enero de 2023, Trionfi dijo haber escuchado de los periodistas entrevistados que “la situación ha mejorado para los ecologistas y los periodistas ambientales”. Sin embargo, hay varios gobiernos estatales y municipales con una orientación bolsonarista. “La realidad en el terreno no ha cambiado. El gobierno federal, por supuesto, marca la diferencia. Pero el gobierno local también debería apoyar [este cambio]”, dijo.
Camargos también considera que la situación “ha mejorado, pero sigue mal”.
“En cuanto a la seguridad en el campo, creo que ha cambiado muy poco y quizás se vuelva más peligrosa este año”, dijo, en referencia a las elecciones municipales que se celebran en octubre. “Ahora tenemos el riesgo de las disputas municipales, que a veces no podemos ver desde lejos. Así que es un componente más, porque a veces el candidato a alcalde es un acaparador de tierras, un maderero, y uno de tus artículos pondrá en peligro su candidatura”.
Una fuerte tendencia entre los periodistas medioambientales de América Latina es la conciencia de la importancia de establecer y seguir protocolos de seguridad cuando se informa sobre el terreno, dijo Trionfi.
“Los periodistas con los que hablé en América Latina – también en otros lugares, pero en América Latina en particular – dijeron que ‘la evaluación de riesgos y los protocolos de seguridad salvan vidas’”, dijo. “Parece que la conciencia sobre la importancia del protocolo de seguridad está llegando a América Latina antes que a otras regiones, probablemente porque es una región donde los periodistas han enfrentado mucha violencia”.
Montero hizo eco de la hipótesis de Trionfi. Según ella, “el hecho de tener tanto protocolo de seguridad significa que aunque estamos pudiendo llegar a los sitios, no estamos tranquilos llegando a esos sitios”.
“De todos modos, lo hacemos, como se ha hecho el trabajo periodístico muchas veces – y hablo de Colombia y las zonas de conflicto – y es arriesgando bastante, priorizando la responsabilidad social que tenemos de informar y de no dejar a las comunidades solas”, dijo.
Montero tiene experiencia siguiendo los protocolos de seguridad de Mongabay para periodistas en el terreno. Estos protocolos incluyen los datos de contacto de las personas que pueden ayudar al periodista en el campo y de las fuerzas de seguridad presentes en el lugar. También incluye “una agenda de trabajo súper meticulosa” con actividades y desplazamientos planificados y horarios establecidos para que el periodista se ponga en contacto con la redacción o con un colega designado, dijo Montero.
“Entiendo la importancia de que ellos sientan que están acompañados. [...] Hay que llevarlo con tranquilidad, pero pues siempre hay un poco de inquietud, sobre todo esas partes del trayecto en que hay total silencio, porque no hay señal [de telefonía o internet]. Entonces es complejo”, dijo Montero.
Camargos recordó que, además del protocolo de seguridad, es importante contar con un comunicador vía satélite, que permite intercambiar mensajes incluso fuera de la red de telefonía móvil y monitorear la ubicación del periodista. También dijo que es esencial informarse sobre el terreno de todas las formas posibles, incluso hablando con colegas que ya hayan estado allí.
“No se puede ir como un aventurero, sin saber, sin investigar. [...] Un [periodista] puede ayudar al otro, más allá de los protocolos y las condiciones de trabajo que ofrecen las empresas”, dijo.
Trionfi dijo que su anterior informe, dedicado a las estrategias de apoyo al periodismo medioambiental y climático, hacía hincapié en la importancia del periodismo local.
“[Los periodistas locales] conocen la realidad en el terreno, los agentes contaminantes que hay allí; saben cuáles son las soluciones para la comunidad y cuánto sufre la comunidad por la degradación ambiental causada en la región. Y los medios locales suelen gozar de más confianza por parte de sus lectores que otros medios”, dijo.
Sin embargo, el último informe señala que hay muchos temas que los periodistas locales no pueden cubrir porque están más expuestos a los riesgos que los periodistas que proceden de otras regiones. Según ella, muchos de los periodistas entrevistados dijeron que los comunicadores locales pueden cubrir soluciones climáticas, pero no pueden hacer investigaciones medioambientales.
“Son parte de la comunidad, no pueden salir. Todo el mundo los conoce, todo el mundo conoce a su familia, van a estar amenazados”, dijo Trionfi.
La autora del informe tiene intención de seguir estudiando cómo apoyar a periodistas locales que hacen periodismo medioambiental y climático, y mitigar los riesgos a los que se enfrentan en esa cobertura. También dijo que quiere abordar el tema de qué se pierde debido a los ataques contra el periodismo medioambiental y climático y qué temas encuentran los periodistas más difíciles de cubrir.
“También es importante entender: ‘¿por qué tenemos que preocuparnos por todos estos ataques?’. No es sólo porque es una violación de derechos humanos, no es sólo porque son vidas de seres humanos. Es porque si vamos a abordar la crisis climática, necesitamos información. Necesitamos entender cuál es la información que nos falta aquí”, dijo.
El IPI organizará un panel sobre los ataques al periodismo medioambiental durante la 31 Conferencia del Día Mundial de la Libertad de Prensa, que se celebrará en Santiago de Chile del 2 al 4 de mayo. La conferencia es organizada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y el tema de este año es “A Press for the Planet: Journalism in the face of the Environmental Crisis” (Prensa para el planeta: el periodismo ante la crisis ambiental).
La Unesco y la Federación Internacional de Periodistas (FIP) están elaborando un estudio sobre la seguridad de los periodistas medioambientales e invitan a estos profesionales a completar una encuesta en línea, disponible en siete idiomas (entre ellos español, inglés y portugués), antes del 28 de marzo. Los resultados serán presentados durante la conferencia.