La pandemia de COVID-19 ha cambiado la rutina de los periodistas en todo el mundo. La regla es trabajar desde casa y en América Latina muchas salas de redacción se han adaptado a la situación. Eso va para periodistas, editores y diseñadores. Sin embargo, un grupo de profesionales de los medios no tiene esta posibilidad: los reporteros gráficos deben estar en las calles para retratar la crisis de cerca. En su caso, la rutina cambió, con medidas de seguridad y protección comparables a las necesarias para cubrir conflictos armados.
Este es el caso del brasileño Yan Boechat, que tiene una amplia experiencia en la cobertura de conflictos armados en todo el mundo, en lugares como Afganistán, Líbano e Irak. Actualmente se dedica a la cobertura de la pandemia en las calles de São Paulo, la ciudad más grande de América Latina, y ha encontrado similitudes con las guerras que cubrió:
“Estamos en el proceso inicial de algo que puede parecer una situación de conflicto, con muchas víctimas y la incapacidad de los servicios de salud para tratar a todo el mundo. Hay también un paralelo con la incertidumbre sobre cómo se desarrollará la situación, sin saber lo que sucederá. Estoy angustiado por no saber si voy al lugar correcto, por no cubrir lo correcto”, dijo Boechat al Centro Knight.
Como independiente (freelancer), publicó reportajes sobre la pandemia del coronavirus en Folha de S. Paulo y Yahoo Notícias. En ausencia de reporteros de texto que lo acompañen, él refina y escribe reportajes, ya que pasó una buena parte de su carrera como reportero y editor de texto antes de incorporar la fotografía a su lista de actividades.
“La cobertura ha sido muy remota. No hay mucha gente haciendo reportajes. Hay gente, pero no es suficiente. Conocí a un fotógrafo de un gran periódico en una favela. Me dijo que estaba allí solo porque ningún periodista quería salir. Es obvio que hay riesgos involucrados y cada uno sabe el riesgo al que quiere estar expuesto. Una crisis como esta, que es una crisis humana, el foco principal de las historias es que las personas están muriendo, están perdiendo la vida. Cubrir remotamente lo hace frío, distante. Es un momento para que el periodista esté en la calle, pero entiendo quién no quiere correr ese riesgo, es una decisión privada”, dijo Boechat.
Para minimizar el riesgo de contagio, se ha equipado con mascarillas y guantes, además de desinfectar todos los equipos fotográficos que lleva a diario. En busca de historias, el periodista ha estado trabajando en cementerios y grandes hospitales de la ciudad, además de haber visitado áreas periféricas y pobres de la ciudad. Y fue gracias al trabajo en la calle que pudo anticipar lo que los números confirmaron más tarde: el aumento en el número de muertes y el desafío de enterrar a las víctimas del coronavirus.
“Fui al cementerio, de guardia en la puerta de un cementerio, para ver si aparecía una víctima de COVID-19. Encontré muchas víctimas cuando los números todavía no lo mostraban. […] La cuestión de las despedidas en soledad, la incertidumbre de cómo ocurrió la muerte, es un tema que ha surgido. Es una parte muy dolorosa de este proceso. No puedes ver el cuerpo, no puedes mirar o decir el último adiós”, dijo.
Riesgo adicional para independientes sin contrato fijo
Para el salvadoreño Juan Carlos, una de las mayores preocupaciones para cubrir la pandemia es el riesgo de infectarse y la necesidad de dejar de trabajar. Como profesional independiente para publicaciones extranjeras, es responsable de garantizar su propia seguridad, seguro de salud y equipo.
“Salir a cubrir esta pandemia es como cubrir el frente de batalla. Cuando estás en una zona de conflicto o zona de riesgo de pandemias, pues hay que hacer un plan de preparación, pensar en las situaciones que puedes encontrar y cómo salir de ellas. Igual acá. Hay que tener tu atención a 1.000%, como en una zona de conflicto. [...] Nosotros como freelancers no tenemos seguro médico. Vos te provees el todo. Nadie va a responder por ti”, dijo Juan Carlos, quien entre otros conflictos cubrió la batalla de Mosul (Iraq), al Centro Knight.
El reportero gráfico recuerda que el trabajo de él y sus colegas no sólo requiere que estén en la calle, sino cerca de la acción, “porque no todo se puede hacer con un lente de largo alcance”.
Una de las fotografías de Juan Carlos que ilustra este texto es del día que salió a cubrir el pago de un bono en efectivo para las personas que se quedaron sin trabajo. El alivio para la población terminó poniendo a todos en riesgo: se formó una fila de más de mil personas, todas muy cerca una de la otra, es decir, el escenario perfecto para la propagación del virus. Y allí estaba Juan, exponiéndose al riesgo de infectarse.
“Lo que más me sucede, después de que termino el día o la cobertura, me pongo a pensar, ‘y si alguien me tocó, o la camera, o cuando caminé me rozó’. Te pone un poco más preocupado y tratar de hacer todo para prevenir [un contagio]”, dijo.
En Perú, un fotógrafo documenta comunidades sin agua
El galardonado fotógrafo peruano Musuk Nolte trabaja actualmente en una serie documental sobre la escasez de agua en las afueras de Lima, dentro del proyecto de exploradores de la revista National Geographic.
Con la pandemia de COVID-19, el tema de su serie adquirió dimensiones aún más urgentes, debido a que el agua que le falta a la población más pobre de Lima es precisamente el recurso de salud más importante para combatir el coronavirus.
Como trabaja de forma independiente y no está en la primera línea de cobertura de la crisis sanitaria, el periodista aprovecha la oportunidad para registrar la vida cotidiana de las personas que viven en las zonas periféricas de la capital peruana. Publicó un informe gráfico en Ojo Público en el que muestra el riesgo de una epidemia en las zonas áridas y más pobres de la ciudad.
“Se vive una paradoja. El gobierno orienta lavarse las manos por 20 segundos cada vez que tienes contacto con otras personas o sales. En lugares donde llega un camión de agua una vez por semana, o quizás cada dos semanas, uno tiene que minimizar el consumo de agua”, dijo Nolte al Centro Knight.
Resaltó que el cuidado con protección personal, como el uso de mascarilla cuando se está en la calle y adoptar distancia social, se vuelve más importante cuando se trabaja en las áreas más vulnerables.
“Las personas en las zonas de carencias son muy generosas. Te invitan a comer, te ofrecen un vaso de agua. Tengo de explicar la situación y evitar cualquier tipo de contacto físico y minimizar el impacto que puedo tener en esta la situación de vulnerabilidad”, dijo
En otro reportaje gráfico, Nolte registró la vida cotidiana en una comunidad de Lima cuyos habitantes son descendientes de pueblos originarios de Perú y donde la escasez de agua y la falta de saneamiento básico son condiciones agravantes de la pandemia.
“Está una cuestión más subjetiva, singular, de la cuarentena, que es decidir salir o no salir. Sobre todo para los periodistas que somos freelance. Podríamos eventualmente enfocarnos en otros temas. Somos testigos de los que no pueden salir, a través de esta licencia que se nos ha dado, esta responsabilidad de saber que estamos saliendo de nuestras casas a sumar a la gente que tiene que moverse por la ciudad para que las cosas funcionen. El trabajo de la fotografía documental nos permite mostrar ciertas realidades”, dijo.
Periódico cooperativo en Argentina saca a los fotógrafos de las calles
En Tiempo Argentino, ninguno de los cinco fotógrafos del equipo está trabajando en las calles para cubrir la vida cotidiana de la pandemia de COVID-19 en Buenos Aires. El periódico fue el primero recuperado en el país y está dirigido por una cooperativa de trabajadores. Aunque se ha mantenido financieramente sano durante cuatro años, no puede ofrecer el mismo nivel de salarios o beneficios al personal que otras publicaciones. Esta es una de las razones por las que se decidió proteger a su equipo tanto como sea posible.
“Desde el principio, como colectivo de trabajadores hemos tratado de cuidar nuestra salud de la mejor manera posible. Como somos una empresa autogestionada, no tenemos los beneficios de un buen ingreso mensual o la posibilidad de contar con una buena cobertura de salud, por eso es que tratamos de preservarnos lo máximo posible”, dijo Edgardo Gómez, editor de fotografía, al Centro Knight.
Según Gómez, la solución ha sido confiar en el contenido producido por agencias de noticias, agencias gubernamentales, organizaciones sociales y redes sociales. A pesar de la restricción, hay casos excepcionales para salir a la calle cuando las noticias son necesarias. Él decidió acompañar una asamblea de trabajadores de un matadero que habían sido despedidos en medio de una pandemia.
“Increíblemente, habían sufrido represión por parte de la policía por protestar frente a la empresa. Traté de estar en el lugar y a su vez cuidarme lo máximo posible, pero en situaciones como esas, hasta la mismas personas dejan en segundo plano, no todas por suerte, la seguridad, porque existen otras razones más prioritarias, como su trabajo, su comida”, aseguró.
Fotoperiodista ecuatoriano entre el deber y la protección de su familia
El fotógrafo Diego Ayala León trabaja en Quito para GK, un medio digital de Ecuador. Diariamente vive con el dilema de si salir o no de la casa a trabajar. En su caso, exponerse al coronavirus también es un riesgo para su familia, ya que su madre vive con él y tiene problemas de salud. Sin un automóvil y con el transporte público suspendido en la ciudad, ha estado caminando durante tres o cuatro horas al día en busca de imágenes para ilustrar los textos de sus colegas.
“Trato de conseguir fotos que puedan servir más para retratar los textos y eso significa que tengo que tener una visión genérica de las cosas, tengo que poder sacar fotos que les sirva para retratar todos los temas y también necesito poder generar contenido propio”, dijo el reportero gráfico al Centro Knight.
En esas caminatas por las calles de Quito, Ayala León produjo la serie “Retratos de la emergencia”, con imágenes y cortos perfiles de trabajadores que tienen la obligación y necesidad de salir de casa para mantener el país funcionando o para sobrevivir. A medida que encuentra nuevos personajes, los agrega a la serie. Reconocer a estos trabajadores es una motivación adicional para compensar los riesgos a los que está expuesto.
“Muchas veces los periodistas tenemos esta visión de que nuestro deber es reportear y contar todas las historias. Entonces, claro, bajo esa lógica, tú eres un héroe que va por la calle a salvar al mundo contando y compartiendo cosas que nadie más ha dicho. Pero, ¿hasta qué punto ese deber tiene que chocarse con tu seguridad y con la seguridad de tu propia familia?”, aseguró.