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Sitio salvadoreño El Faro se afianza en la cinematografía con una historia sobre pandillas y relaciones que está acumulando premios

Durante más de una década, el periodista Carlos Martínez, de la unidad de investigación Sala Negra del sitio El Faro en El Salvador, se ha dedicado a investigar el fenómeno de la violencia en Centroamérica. Por su larga experiencia siguiendo a las pandillas, en un intento por explicar el fenómeno social, es posible que haya escrito sobre todos los aspectos de ellas.

Sin embargo, cuando su colega el fotoperiodistas Víctor Peña lo invitó recientemente a volver al Centro Penal San Francisco Gotera – una cárcel de la que Martínez ya había escrito luego de que sus presos (todos miembros de pandillas enemigas) se convirtieran al cristianismo evangélico – le llamó la atención algo que vio. Mientras Peña tomaba sus fotos, el director del recinto le contó sobre nueve presos que se habían declarado abiertamente homosexuales y que por su seguridad estaban aislados del resto de presos.

Imperdonable póster

Póster de Imperdonable. (Cortesía El Faro/ La Jaula Abierta)

“Una de las primeras cosas que se aprende sobre la pandilla es que ante la menor sospecha de que uno de sus miembros sea homosexual, lo asesinan. Y lo asesinan de formas atroces”, le dijo Martínez a LatAm Journalism Review (LJR). “Me sorprendió el hecho de que existiera una celda llena de estos muchachos que – se supone deberían estar muertos – que además vivían mezclados exmiembros de la Pandilla 18 en sus dos facciones y de la Mara Salvatrucha, y que además vivían abiertamente su homosexualidad dentro de las celdas”.

La historia le pareció tan compleja y “difícil de transmitir con letras” que literalmente al salir de la prisión llamó a la directora de cine Marlén Viyaño, quien también es su esposa y quien se enamoró “de inmediato” del proyecto. Ese fue el inicio de ‘Imperdonable’, el cortometraje del que Martínez es coguionista con Viyaño y que está captando la atención en festivales de cine cosechando premios y generando expectativa para los Oscar. Pero que, más allá de este posible logro, cuenta una historia diferente a lo que suele decirse o contarse sobre pandillas: un amor prohibido en medio de la violencia.

Venderle luego la idea a El Faro no fue tan difícil. El Faro es uno de esos medios visionarios, según Martínez, que le apuesta a la máxima calidad posible. “El Faro invierte mucho en permitirnos a sus reporteros disponer del tiempo para hacer la labor intelectual que supone el ejercicio periodístico”, dice Martínez. “Entiendo que para El Faro es súper, súper importante conseguir narrar la sociedad en la que sirve y para ello ha considerado que vale la pena hacer este tipo de inversiones”.

En efecto, en el pasado, El Faro fue coproductor de algunos trabajos de la documentalista Marcela Zamora. También para esta ocasión El Faro se convirtió en uno de los productores del cortometraje de 35 minutos y que tuvo un costo estimado de US 40 mil dólares. La Jaula Abierta, una compañía propiedad de Viñayo, fue el otro productor.

A la búsqueda de financiamiento se unió la búsqueda de permisos para poder entrar a la cárcel durante un periodo considerable. El permiso para estar allí les fue dado por 17 días, pero lograron grabar todo en 12, todo antes de que comenzara la pandemia.

El equipo alquiló un hotel cerca de la prisión para poder llegar desde las 8 de la mañana, hora a la que inician visitas, y se iban justo antes de que los presos volvieran a sus celdas, a las 6 de la tarde.  Eran largas jornadas, recuerda Martínez, que no terminaba una vez salían de prisión. En el hotel, junto con Viñayo y Neil Branvold, el director de fotografía, comenzaban a hacer una especie de recuento en el que iban pensando cuál sería el enfoque, quién era el protagonista, cómo deberían mostrar la historia, entre otras discusiones.

Grabación cortometraje Imperdonable de El Faro

Marlén Viyaño, directora, y Neil Brandvold, director de fotografía, durante la grabación del cortometraje. (Foto: Cortesía El Faro/ La Jaula Abierta)

“Es muy complejo, sobre todo tomando en cuenta el tipo de documental que hace Marlén que es uno en el que no hay entrevistas y es cinéma vérité”, dice Martínez. “Porque claro, la realidad suele premiarte cuando tenés la paciencia suficiente de escuchar, de callarte la boca, de hacerte preguntas. Pero 12 días no es mucho tiempo como para que la realidad se revele y te cuente una historia que uno sea capaz de escuchar, de entender y de ver. Sin embargo, para nuestra sorpresa, comenzaron a ocurrir cosas que nos parecieron súper interesantes desde el día uno”.

Después de pensarlo muchas veces, de tener diferentes arcos y narrativas, e incluso proponer hasta “80 nombres” para la película, decidieron que el protagonista sería Giovanni. La trama central del cortometraje es su historia y la de su pareja, quien aceptó aparecer pero sin que su rostro fuera visible porque no quería que su madre supiera que era gay. “A ver, este es un hombre condenado a 30 años de prisión por asesinato. Es un homicida […] dentro de todas las cosas por las que este señor podía sentirse culpable, resulta que lo que le avergonzaba dentro de todo, estando en una cárcel por asesinato, era que su madre se diera cuenta de que él era homosexual”.

Un aspecto que resume a perfección lo que busca el cortometraje, intentar complejizar el debate alrededor de las pandillas, las concepciones ya aceptadas sobre el bien y el mal, sobre lo correcto e incorrecto tan “metido en el ADN de la sociedad salvadoreña”.

“El corto lo que pretende ser una especie de reflejo de una sociedad, decimos nosotros, con la brújula moral muy rota, muy, muy pervertida, digamos. Y es una sociedad, por ejemplo, que condena por igual o incluso con mayor vehemencia que una persona se enamore de otra persona y lo compara con el hecho de que alguien puede ser un asesino o que alguien puede ser miembro de una estructura delictiva”, señala Martínez.

“El periodismo debe ser interesante”

Martínez no es un cineasta ni está buscando cambiar su profesión, sin embargo, le gusta “jugar” con otros lenguajes. Lo hace porque está convencido de que el periodismo además de su obligación de ser profundo, acucioso, veraz, entre otras características, tiene “un mandamiento” que para él es muy importante pero que usualmente se deja de lado: ser entretenido e interesante.

“Para que lo importante cobre relevancia debe ser interesante. Y eso nos obliga a pensar en distintos recursos y a juguetear con distintos lenguajes, a intentar hablar, intentar balbucear al menos el lenguaje de nuestros primos hermanos que son estos otros cuentacuentos que trabajan también de mirar a la realidad y de dejarse sorprender por las maravillas que normalmente tiene que contar”, dice Martínez. “Yo amo lo que hago, pero estoy convencido de que un periodista ‘políglota’, digamos, es más útil, sirve mejor a la sociedad en la que trabaja. Creo que tiene además una mejor capacidad para afinar la mirada y, desde luego, mejores oportunidades de ser interesante y de decirle cosas de forma interesante a la gente”.

El cortometraje en efecto ha logrado interesar y en la actualidad ‘Imperdonable’ ha ganado en festivales ‘oscarizables’ que podrían abrirle la posibilidad de llegar al menos a la lista corta del cotizado premio en enero. Así por ejemplo el corto ganó como Mejor Corto en el Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam (IDFA), también triunfó en el Hot Docs de Canadá, y en el de Guanajuato, y logró entrar a la lista final de aspirantes a mejor corto para los IDA (International Documentary Association).

Una vez culmine esta etapa de festivales y la posible entrada a la lista corta para los Oscar, el equipo de ‘Imperdonable’ buscará concentrarse en llegar a las salas de cine de su país o que alguna plataforma de streaming se interese en el producto. Martínez cree que especialmente con estos reconocimientos se podría incentivar una industria cinematográfica en El Salvador y que otras personas se animen a contar las historias de América Central de tal manera que puedan producir ganancias.

Fotograma del corto Imperdonable de El Faro

Giovanni, el protagonista del cortomatraje, y su pareja. (Foto: Neil Brandvold)

“Desde luego, si uno puede decir la palabra Oscar a la par de una película, tienes una audiencia probablemente más receptiva y más dispuesta, digamos, a abrir la cabeza y escuchar el cuento que le tenés que contar. Entonces ojalá, ojalá que esta cosa sea un aporte para eso, para que haya gente que considere que hay posibilidades de hacer cine de alta calidad desde la América Central y que hay una cantidad de historias maravillosas, espléndidas esperando ser contadas”.

Por ahora, el público salvadoreño deberá esperar entre otras cosas que se normalice un poco más la situación de las salas de cine que hasta hace poco volvieron a abrir en el país, según Martínez.

Más allá de estos reconocimientos y de su posible llegada a la lista corta de los Oscar, para Martínez también es interesante la reflexión que se puede dar alrededor del rol del periodismo para contar historias de diversas maneras.

“Me parece bien estos espacios para reflexionar sobre la necesidad, creo yo, de hibridarnos y de intentar acercar las distintas disciplinas, los distintos lenguajes de los cuentacuentos de la realidad que, yo creo, el futuro está ahí. Es decir, en la búsqueda de coordinar lenguajes”, concluye Martínez. “Y ojalá haya más periodismo gráfico, ojalá se hagan muchos reportajes animados, ojalá se hagan series de no ficción en radio, ojalá, ojalá seamos más juguetones, ojalá que las cosas importantes las convirtamos en interesantes. Y yo creo que el camino es ese intento, intentar seducir a los primos hermanos para poder contar cuentos juntos”.

 

*Este artículo fue actualizado para modificar el titular.

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