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Un periodismo local, independiente y plural en la Amazonía brasileña es crucial para afrontar la emergencia climática, dice RSF

Cuando el periodista británico Dom Phillips fue asesinado en junio de 2022, estaba trabajando en un reportaje que tenía el título provisional “Cómo salvar la Amazonía”. Phillips sabía, como saben los periodistas que cubren la región, que el periodismo realizado en el territorio es crucial para mantener el bosque en pie y enfrentar la emergencia climática. Un informe publicado recientemente por Reporteros Sin Fronteras (RSF) refuerza esta perspectiva, además de mapear desafíos y caminos para fortalecer el periodismo realizado en la Amazonía brasileña.

El informe “Las tierras quemadas del periodismo en Amazonia” fue lanzado por la organización el 21 de septiembre y trae el resultado de un año de seguimiento de la región, entre el 30 de junio de 2022 y el 30 de junio de 2023. El proyecto de investigación comenzó apenas 12 días después de los asesinatos de Phillips y el activista indígena brasileño Bruno Pereira – “una desafortunada coincidencia”, dijo a LatAm Journalism Review (LJR) Artur Romeu, director de la oficina en América Latina de RSF.

“Diseñamos el proyecto de investigación a lo largo del primer semestre de 2022 para hablar sobre cómo periodistas y comunicadores locales que cubren temas ambientales en la Amazonía actúan en circunstancias dramáticas”, explicó. Los asesinatos de Phillips y Pereira “de alguna manera confirmaron, desde el punto de partida [de la investigación], la relevancia de este tema”, dijo.

El informe destaca las emergencias climáticas y periodísticas en la Amazonía, y afirma que “la defensa del periodismo libre, plural, independiente y local en Amazonia debe ser parte integrante de las medidas para abordar la emergencia climática”.

Según Romeu, la investigación se basó en la premisa de que “para afrontar los grandes desafíos y las crisis contemporáneas, necesitamos información fiable sobre lo que está sucediendo”.

“La Amazonía es una de las primeras líneas de la emergencia climática. Por eso es importante comprender en qué condiciones trabajan los periodistas en esta primera línea. ¿Existen condiciones para ejercer un periodismo local, libre, plural, independiente, en una de las principales líneas de frente de uno de los mayores desafíos de la humanidad? Esa es la pregunta que motivó la investigación”, explicó.

El monitoreo registró 66 ataques a la prensa en la Amazonía brasileña durante el periodo, incluyendo agresiones físicas, acoso y amenazas contra periodistas. Mientras que en el resto del país los principales responsables de los ataques a periodistas son agentes estatales, en la Amazonía los principales agresores son actores privados: “integrantes de organizaciones criminales, agricultores, agentes de seguridad privada, representantes de compañías mineras e incluso de compañías turísticas”, señala el informe. Estas personas fueron responsables del 57% de los ataques a la prensa registrados por RSF en la región entre junio de 2022 y junio de 2023.

Un tercio de los ataques se produjeron en el contexto de las elecciones presidenciales de 2022, siguiendo la tendencia de violencia contra la prensa registrada en todo Brasil el año pasado. Y al menos 16 ataques, o una cuarta parte del total registrado, estaban directamente relacionados con reportajes sobre la agroindustria, minería, pueblos indígenas y violaciones de derechos humanos en la Amazonía.

Desafíos estructurales

El informe de RSF clasifica la región como “un ambiente hostil para el periodismo” por varias razones. Una de ellos es la inmensidad de la región amazónica: la Amazonía cubre el 61% del territorio brasileño y abarca nueve estados. Viajar a través de un área tan extensa es costoso y complejo. Hay muchos lugares a los que sólo se puede llegar tras muchas horas de viaje en avión, coche y barco, siempre dependiendo de las condiciones meteorológicas, que afectan el estado de las carreteras y la navegación fluvial.

Si no es posible reportar en terreno, la investigación remota no es siempre fácil, debido a las limitaciones e inestabilidad de la red telefónica y de conexión a internet, explica el documento. “Es justamente en los territorios de difícil acceso, alejados de la mirada del Estado y de la prensa, donde los conflictos tienden a ser más violentos”, afirma el informe.

Los obstáculos para reportar en terreno también incluyen dificultades para financiar el periodismo independiente en la Amazonía. Ese es otro de los desafíos estructurales de la región, afirmó Romeu.

Es frecuente la presión de anunciantes para que dirijan la cobertura de los medios a lo que anuncian, tanto por parte de financiadores públicos, como gobiernos locales, así como privados, como las empresas que operan en la región. Según fuentes entrevistadas por RSF, las grandes empresas suelen anunciarse en medios locales “precisamente para aprovechar la fragilidad económica de los medios de comunicación en la Amazonía” e intentar influir en la cobertura para servir a sus intereses. El periodismo “comienza a ser tratado como moneda de cambio”, afirma el informe.

Según RSF, este contexto hace que las inversiones de organizaciones internacionales y fundaciones filantrópicas en la sostenibilidad del periodismo local y en “garantizar la independencia editorial en relación con los intereses políticos y económicos de las autoridades locales” sean aún más relevantes.

RSF sostiene que el fortalecimiento del periodismo independiente en la región “debe ocupar una posición central en los debates nacionales e internacionales sobre las estrategias de preservación de la Amazonía”, afirma el informe. Además de financiar iniciativas para mantener el bosque en pie y proteger a defensores ambientales y de derechos humanos, las fundaciones internacionales y gobiernos también deberían invertir en los medios de comunicación locales independientes y en la protección de los periodistas que trabajan en la Amazonía, sostiene la organización.

Una de las sugerencias es que las iniciativas periodísticas sean elegibles para el Fondo Amazonía, un fondo del Estado brasileño destinado a financiar proyectos para combatir la deforestación y para la conservación y uso sostenible de los bosques en la Amazonía brasileña. Los gobiernos de Noruega y Alemania son los principales financiadores del Fondo Amazonía, que vuelve a resaltar el papel de la cooperación internacional en el fortalecimiento del ecosistema mediático amazónico, dada la “relevancia global de las noticias sobre lo que sucede en este territorio”, dijo Romeo.

“El fortalecimiento de las iniciativas locales de comunicación está en el radar, por así decirlo, de estas grandes inversiones en el territorio [amazónico]. En el informe decimos: ¿qué pasa con el Fondo Amazonía? ¿No hay forma de incluir, en términos de elegibilidad, iniciativas periodísticas? ¿Cómo podemos inyectar recursos que garanticen una menor relación de dependencia financiera de quienes tienen dinero en la Amazonía a quienes quieren producir noticias? Porque cualquiera que quiera producir noticias con un enfoque socioambiental, cuando busque a quienes tienen dinero en la región, encontrará personas con intereses económicos normalmente vinculados a prácticas extractivas, explotadoras”, observó.

 

(Imagen de banner: Incendio en la zona amazónica de Rondônia en 2020. Foto: Bruno Kelly/ Amazônia Real)

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