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¿Un podcast narrativo de no ficción es periodismo o simplemente una buena historia?

Un episodio del podcast brasileño Rádio Novelo Apresenta, lanzado el 16 de enero, causó revuelo en el pequeño mundo de periodistas, escritores e intelectuales del país. Descrito como un “ensayo personal”, en el episodio “CPF na nota?”, la periodista y escritora Vanessa Barbara cuenta la historia, sin incluir ninguna otra voz, cómo descubrió la infidelidad de su marido y sus consecuencias en 2011. En el relato de Barbara, siguiendo una pista dejada por su entonces marido, encontró una lista de distribución de email donde él y amigos hombres compartían detalles íntimos sobre sus parejas femeninas junto con comentarios misóginos.

Parte del interés que ha despertado la historia de Barbara está en los personajes supuestamente involucrados en la historia: según ella, su exmarido ahora “es dueño de una editorial”, y “todas las personas de la lista” tienen “excelentes trabajos” en editoriales, periódicos y fundaciones. Aunque no se identificó a ninguno de los involucrados por su nombre, no pasó mucho tiempo hasta que aparecieron nombres en las redes sociales: varios escritores, editores y periodistas fueron nombrados como involucrados, y la mayoría se presentó para hacer algún tipo de comentario, desde disculpas hasta cuestionamientos de elementos fácticos de la historia. Las repercusiones del caso llevaron a que se filtraran correos electrónicos de hace 14 años y a que los periódicos publicaran noticias sobre el caso. En 2015, Barbara ya había publicado un libro sobre el caso, pero su alcance fue mucho menor. El exesposo de Barbara, André Conti, pidió una licencia de su posición actual en la editorial Todavia.

Sin embargo, hay una discusión que en gran medida no ha sido cuestionada: ¿un podcast narrativo de no ficción es periodismo o no? ¿En qué se diferencia el formato de los medios tradicionales? ¿Qué dilemas éticos y profesionales están en juego en ambos casos y por qué? Cuando un medio de comunicación masivo presenta un ensayo personal, ¿tiene derecho a exponer a terceros sin darles voz o el impacto genera obligaciones similares a las del periodismo?

LatAm Journalism Review (LJR) contactó a productores de podcasts de no ficción en varios países de América Latina para comprender sus prácticas, así como a académicos sobre el tema. Los entrevistados destacaron que existe una zona gris que separa el periodismo de los podcasts de no ficción, aunque ambos comparten dilemas éticos y legales similares. La necesidad de transparencia, las preocupaciones por la privacidad, el derecho a la defensa y consideraciones que tengan en cuenta el interés público y el riesgo de sensacionalismo se destacaron como buenas prácticas comunes a ambos formatos.

Radio Novelo, que se define como “la mayor productora de podcasts con ADN periodístico del país”, respondió por correo electrónico que no haría comentarios. “No podríamos estar más de acuerdo con la importancia de este debate – y esperamos leer su análisis – pero Rádio Novelo prefiere no comentar este asunto en este momento”, dijo a LJR la directora ejecutiva de la productora, Marcela Casaca. Vanessa Barbara también respondió que no daría una entrevista. Ningún productor brasileño contactado quiso hablar públicamente sobre el asunto.

 

Un género difícil de definir

Para Rodrigo Crespo, ejecutivo de desarrollo de podcasts en la productora Sonoro en México, los podcasts están más cerca del cine documental que del periodismo tradicional.

“En el periodismo, hay otros contratos con la audiencia”, dijo Crespo. “Creo que nos acercamos más a los documentales, en cómo presentamos las informaciones, los momentos que presentamos, los recursos para crear tensión”.

Crespo, sin embargo, apunta un punto: aunque considera muchos de sus trabajos como documentales, en la práctica los esfuerzos de Sonoro por ofrecer una información equilibrada, que incluya múltiples perspectivas y matices y garantice el derecho a la defensa, terminan siendo lo mismo que el periodismo.

“Utilizamos las mismas herramientas del periodismo, y, si se menciona a terceros, siempre siempre buscamos a esa persona”, dijo. “Incluso, si alguien no quiso nos responder, decimos eso”.

La colombiana Laura Rojas Aponte, quien ha realizado podcasts para medios como Radio Ambulante y dirige Cosas de Internet, señaló que el podcast se mantiene relativamente nuevo, habiendo ganado popularidad en las últimas dos décadas y “aún se siente como algo nuevo”. Sin embargo, dijo, la conversación sobre la ética en la comunicación social es antigua y se refiere a los principios del periodismo.

“Lo mismo que aplica para la prensa escrita, aplica para el podcast o para el video o para la fotografía. Eso quiere decir que hay un compromiso con la precisión de la información y con el rigor en la reportería”, dijo a LJR. “Esos valores periodísticos, como buscar una visión global, siguen siendo fundamentales, sin importar el formato”.

En cuanto a la posibilidad de que un podcast se presente como un ensayo personal, Rojas Aponte traza un paralelo entre la prensa escrita y los podcasts. Casi todos los formatos de podcast, desde entrevistas hasta investigaciones extensas, tienen análogos en versiones de texto, explicó.

“Entonces un podcast narrativo puede compararse con una historia. Un podcast informativo puede compararse con las noticias – y un podcast que es un ensayo personal puede compararse con una columna de opinión”, dijo Rojas Aponte.

Para Marcelo Kischinhevsky, profesor de la Escuela de Comunicación de la UFRJ y autor de “Cultura del podcast: reconfiguraciones de la radio expandida”, el mercado del podcasting se resiste a las clasificaciones y existen varios formatos híbridos. El investigador señaló que existe un nicho importante de podcasts narrativos que funcionan en las interfaces entre el lenguaje periodístico, el audioblog y la ficción serializada. Allí a menudo surgen problemas éticos, dijo Kischinhevsky a LJR.

“Muchos de estos podcasts se consideran periodísticos o reivindican ese estatus, pero no cumplen requisitos básicos del periodismo profesional, como la verificación de datos, la búsqueda del equilibrio en la representación de las voces involucradas en un tema determinado o la transparencia”, afirmó Kischinhevsky.

Según el investigador, los profesionales de la comunicación, independientemente de su ámbito, necesitan saber diferenciar entre lo que es “interés público” y lo que es “interés del público”. Es decir, el público puede estar interesado en historias sensacionalistas y grandilocuentes, pero esto no significa necesariamente información de calidad.

“El periodismo no siempre tratará temas agradables. Tocará heridas y causará molestias. Lo que se conoce como periodismo radial narrativo, periodismo sonoro en primera persona o podcasting narrativo no debería tener miedo de hacer lo mismo”, afirmó Kischinhevsky. “Pero es necesario rodearse de rutinas productivas que eviten errores que a veces pueden tener repercusiones devastadoras”.

 

Buenas prácticas y privacidad

Entre los productores de podcasts narrativos de no ficción entrevistados por LJR, en Chile, Colombia y México, todos dijeron seguir los mismos principios del periodismo en su rigor con la información, destacando sin embargo que a veces se permiten experimentos formales. Algunas de las preocupaciones tienen que ver con la privacidad. En el caso de Radio Anfibia, en Chile, cuando un reportaje puede tener implicancias para terceros, los procesos se redoblan, dijo su director, Tomás Vizzón.

“Si es un caso sensible que puede tener implicancias en otras personas, hacemos un chequeo y una revisión de de más fuentes o incluso no lo publicamos”, dijo Vizzón a LJR.

El podcaster cita el episodio Agustina Kämpfer, ninguna se salva sola, del podcast Tanto Coraje, de Anfibia, en el que una periodista denuncia haber sufrido acoso reiterado por parte de su jefe. El podcast se realizó cuando ya había varios reportes sobre el caso y el acusado ya se había pronunciado, incluso reconociendo parte de la violencia que había cometido.

“De ninguna manera, un podcast para nosotros va a salir con una sola voz”, dijo Vizzón.“Tratamos de entender el fenómeno, y aún en casos donde son historias completamente personales, va a salir con voces de especialistas, alguien vinculado a la salud mental, a la sociología, a la educación”.

En cuanto al anonimato, ya sea del propio narrador o de terceros involucrados, Laura Rojas Aponte lo entiende como una medida de último recurso, recomendable para situaciones extremas, como cuando está en juego la vida de alguien.

“Creo que en la medida de lo posible es preferible usar los nombres como usar la información pública de la persona, bajo el mandato de ‘no surprise’, como le dicen en el inglés", dijo  en referencia a la práctica de garantizar que todas las partes involucradas en una historia (especialmente las fuentes y personas involucradas) estén conscientes y preparados para la información que se divulgará. “El periodismo es lo contrario al secretismo”.

 

¿Quién es periodista hoy en día?

El dilema de la deontología –es decir, el conjunto de deberes profesionales– de los podcasters, en última instancia, implica una discusión más amplia sobre quién es periodista, afirma Luana Viana, autora del libro ”Jornalismo narrativo em podcast: imersividade, dramaturgia e narrativa autoral”(Periodismo narrativo en podcasts: inmersividad, dramaturgia y narrativa autoral). Los medios digitales han fomentado una profusión de nuevos comunicadores, desde entrevistadores hasta editores de noticias, que seleccionan lo que se publicará y lo que no. Muchos de los posibles conflictos en estos casos son idénticos a los que enfrenta el periodismo.

“Los dilemas son los mismos. Tenemos que tener cuidado cuando hablamos de otras personas, cuando la historia es mía, pero involucra a terceros”, dijo Viana. “Éticamente, lo mejor es seguir los principios del periodismo. Entonces dirás: ‘Ah, pero si es una persona que no estudió periodismo’. Pero hoy todo el mundo hace periodismo. Todo el mundo puede ser periodista, en el sentido de producir información, gracias a las redes e internet”.

Según Viana, si todo el mundo es periodista, todo el mundo debe pensar también en las consecuencias de la comunicación de masas.

“Vemos muchos casos famosos de periodistas que no fueron cuidadosos con la información y acabaron con la vida de personas”, afirmó Viana. “Esto también se aplica al ámbito digital, donde el problema es más grave, porque la velocidad de producción es mucho más rápida. Pero debemos mantener la ética que viene del periodismo, del corazón del periodismo tradicional”.

El profesor Marcelo Kischinhevsky cita algunas buenas prácticas para comunicadores o aspirantes a comunicadores: responsabilidad (en sus palabras, “¿qué se puede o se debe decir? ¿qué impacto tendrá? ¿podrían mis acciones causar una injusticia?”), chequeo de la información (“las fuentes casi nunca son desinteresadas y están sujetas a errores materiales, ya sea por mala fe o traiciones de la memoria”), búsqueda del equilibrio en la representación de las voces (“escuchar a todas las partes involucradas, excepto cuando una de ellas profesa un discurso de odio o promueve la desinformación”) y transparencia en las decisiones editoriales (“¿para qué abordar un tema?, ¿qué hicimos para construir una narrativa lo más fiel posible a la realidad de los hechos?”).

En términos de la necesidad de transparencia, los podcasts tienden a destacarse de otros tipos de periodismo, ya que los narradores a menudo explican los procesos de sus investigaciones, los impasses y cómo llegaron a ciertas decisiones. Kischinhevsky dice que estas prácticas necesitan profundizarse, lo que incluye responder a solicitudes de entrevistas de otros medios de comunicación.

“Las decisiones editoriales deben ser explícitas y justificadas, y esto se aplica a todos los medios de comunicación, ya sean medios digitales nativos, estaciones de radio y televisión, periódicos o revistas”, dijo.

Sobre el episodio “CPF na nota?”, el profesor afirma que Rádio Novelo dio “un mal paso” al no ofrecer a las personas mencionadas la posibilidad de defenderse. El hecho de que una nota en la descripción del episodio en las plataformas clasifique la historia como un “ensayo personal” no exime al productor de velar por el equilibrio de la narrativa, escuchando al otro lado de forma proporcional, afirmó el investigador.

“Teniendo en cuenta la relevancia de este tipo de periodismo narrativo en la vida contemporánea, no se podía esperar otra cosa que una fuerte participación de la audiencia, con muestras de hermandad hacia la periodista y linchamientos públicos en las redes sociales hacia las personas involucradas”, dijo Kischinhevsky. “Espero que esto ayude a profundizar el debate sobre la búsqueda de mejores prácticas profesionales en un mercado completamente desregulado como el del podcasting, donde, en última instancia, el límite para difundir contenidos es el Código Penal”.

Traducido por Silvia Higuera Flórez
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