Desde junio de 2012, la periodista Ana Lilia Pérez se sumó a la lista de periodistas mexicanos exiliados, integrada por al menos 15 colegas amenazados que solicitan asilo en el extranjero, de acuerdo con la organización Reporteros Sin Fronteras.
Pérez denuncia que las amenazas y agresiones en su contra provienen de funcionarios públicos tras investigar las redes de corrupción que existen en la empresa paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex). Pérez es autora de los libros Camisas azules, manos negras y El cartel negro y fue galardonada con el Premio Leipziger Medienpreis 2012 en Alemania.
“Yo no sabía a dónde me iba a llevar todas estas investigaciones, pero mi exilio refleja el enorme grado de corrupción que está ahogando a México”, dice entrevista telefónica desde Alemania con el Centro Knight para el Periodismo en las Américas.
La periodista abandonó México tras recibir amenazas de muerte y ante la incapacidad de las autoridades para brindarle protección. “Es hora de que se rompa ese discurso mentiroso de que las agresiones contra periodistas son actos del crimen organizado. En mi caso provienen del estado mismo”, dijo.
Recientemente, Pérez recibió notificación de que las autoridades mexicanas continuarán un juicio en su contra aún en el exilio. El juicio fue iniciado por un legislador mexicano que aparece en las páginas del libro Camisas azules, manos negras.
Pérez era una estudiante de psicología que eligió el periodismo tras asistir como oyente a las clases que tomaba una amiga en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). A los 19 años de edad, empezó a publicar reportajes de investigación en periódicos nacionales como La Jornada, El Universal y Excélsior. A continuación, una entrevista con esta periodista mexicana.
¿Cómo surgió tu interés por investigar la corrupción en Pemex?
Viajé un día al estado de Tabasco, una región del país con años dorados de explotación del oro negro pero que después de esta efervescencia, quedó el saldo de esa explotación. Una comunidad estaba reclamando un saneamiento en sus zonas y así empecé a investigar a una de las compañías implicadas en graves actos de corrupción. Al seguir la ruta del dinero, logré documentar los vínculos de contratistas con funcionarios y partidos políticos. Yo empecé a investigar el uso discrecional de recursos públicos en Pemex pero me encontré con cárteles de la droga que estaban hacienda negocios con la paraestatal.
¿Cómo encontraste fuentes de información para investigar a Pemex?
Me fui especializando en un sector muy importante para mi país pero pude hacerlo porque a medida que iba publicando información sustentada y veraz, se multiplicó la red y el número de fuentes informativas que me condujeron a otros temas. En el sector energético he podido hacer investigaciones profundas, porque la información veraz que publiqué me generó que de manera positiva los lectores confiaran en mí y ganarme el respeto de la audiencia.
¿Cómo se benefició tu trabajo peridístico de la actual ley de acceso a la información pública en México?
Es una herramienta buena para obtener información, pero en mi caso, los funcionarios de Pemex fueron a denunciarme por hacer uso excesivo del derecho a la información. Así fue como me enteré que he sido la persona que más solicitudes de información ha presentado para Pemex.
Cuando empecé a investigar al crimen organizado involucrado en Pemex, busqué fuentes documentales para que no hubiera objeción al trabajo que estaba descubriendo. Sin embargo, Pemex negó mis solicitudes incluso sobre cuestiones que habían hecho públicas a través de comunicados de prensa. Esto llamó la atención para Comisionados de IFAI (Instituto Federal de Acceso a la Información).
Me citaron para exponer mis argumentos de por qué debían proporcionarme información. Era yo sola contra 10 abogados de Pemex, pero al final los argumentos que di como ciudadana convencieron a los comisionados de que yo estaba investigando un asunto de interés público y que tenían que darme esa información. Ahora el principal reto para los periodistas es revertir lo que hacen los funcionarios para reservar información de este tipo.
¿Cómo repercutió esto en tu trabajo periodístico?
Hubo muchas negativas de información y de entrevistas sobre los casos que yo pretendía publicar. Cuando encontré los contratos de (el fallecido secretario de gobernación Juan Camilo) Mouriño con Pemex, incluso me advirtieron que si yo publicaba esa información, saldrían a desmentir la documentación que presentaba. Querían acorralarme para revelar mis fuentes de información, pero después, el propio Mouriño salió en cadena nacional para decir que eran reales esos contratos.
¿Qué amenazas recibiste a partir de entonces y cómo las has enfrentado?
Recibí amenazas al fax de la oficina de donde trabajaba, algunas a mi teléfono celular, y otras fotografías. Tuve un intento de atentado en un vehículo y todo el tiempo mis teléfonos estaban intervenidos. Denuncié esto ante la Fiscalía Especial de Delitos contra Periodistas, pero me dijeron que difícilmente iba a proceder mi denuncia por el calibre de los funcionarios de los que yo estaba escribiendo. Ante las primeras amenazas de muerte que recibí, además del acoso físico y judicial, me vi obligada a tomar medidas de seguridad dictadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Tuve que aceptar una escolta personal y medidas de seguridad diversas.
¿Cómo han sido diferentes estas amenazas a las que enfrenta un periodista que cubre temas del crimen organizado?
No han sido las mismas que las agresiones de la mafia o para los periodistas que cubren seguridad pública o nota roja. Yo denuncié y dejé claro que todo esto tenía que ver con funcionarios públicos, sobre las relaciones legales entre funcionarios públicos y el sector privado, mientras que en el discurso oficial dicen que son los carteles los que atacan, asesinan y agreden a periodistas.
¿Cómo es tu vida en el exilio?
Salir de mi país es el costo por no haber aceptado sobornos ni callar las investigaciones que he realizado. Es un costo muy alto e inaceptable en un país donde se supone que hay compromiso de libertad de expresión pero no tenía otra manera de garantizar mi seguridad. Yo no quería que si me mataran dijeran que había sido un ataque mas de los carteles, uno más de la delincuencia organizada. Lo que yo estaba publicando era la grave corrupción en el sector público en colusión con el sector privado.
¿Sigues practicando periodismo desde el exilio?
Participo activamente en conferencias sobre periodismo de investigación, publico en medios y revistas de Alemania, también participo como comentarista en programas de radio y análisis. Yo no puedo desvincularme con lo ocurre en mi país y de un sector que he investigado por tanto tiempo.
¿Cómo han afectado las demandas en tu contra a tu trabajo periodístico?
Las implicaciones es que he tenido que combinar mi trabajo con asistir a audiencias, interrogatorios, mostrar pruebas, e incluso recibir agresiones físicas de los abogados y a la gente que me acompaña a los juzgados.
Recientemente fui a un interrogatorio en el Consulado de México en Alemania que duró más de seis horas y que estaba lleno de preguntas insidiosas y que yo no debí contestar. Ahora estoy en desventaja porque mis abogados están en México y yo tengo que ir a interrogatorios sin asistencia legal.
Sin embargo, tengo la convicción de llegar hasta las últimas consecuencias en este juicio porque he hecho trabajo cabal y no he cedido a presiones físicas ni económicas. Me he sometido a estas circunstancias para seguir publicando.
¿Cuál ha sido la mayor satisfacción que has obtenido por tu trabajo periodístico?
A partir de lo que publiqué en el primer libro se abrieron investigaciones y auditorías contra empresas que estaban causando quebrantos, hubo inhabilitación de funcionarios y empresas corruptas. Con eso ya la sociedad mexicana ganó porque se hizo una investigación responsable para proteger las finanzas de todo el país.
He enfrentado todo tipo de acoso en mi país, pero voy a seguir con mi trabajo donde este y en las circunstancia en la que este porque estoy convencida del valor que tiene el periodismo para las verdaderas democracias.
Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.