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Artistas gráficos de América Latina usan periodismo en cómic para contar los problemas de sus sociedades

*Esta historia hace parte de un proyecto especial sobre Innovadores en el Periodismo de América Latina y el Caribe.


Germán Andino estaba en la adolescencia cuando comenzó la guerra de las pandillas en Honduras, a finales de los 90. Él vivió de primera mano, en su propio barrio en Tegucigalpa, el incremento de la violencia y conoció de cerca a miembros de estos grupos delictivos.

Su dominio de las calles y las pandillas le permitió trabajar como guía de periodistas extranjeros interesados en contar lo que ocurría en su país. Pero con el tiempo, sintió la necesidad de contar él mismo su visión sobre esos conflictos. No tenía formación periodística, de manera que se refugió en lo que ha sido su pasión desde niño: el dibujo.

Andino, quien fue tatuador, estudió artes gráficas y posteriormente ingeniería en sistemas informáticos, dio sus primeros pasos en el periodismo ilustrando reportajes de corresponsales como Antonio Pampliega y Alberto Arce, ambos de España.

En 2012 comenzó una investigación que se convertiría en “El Hábito de la Mordaza”, su primer reportaje en formato de cómic, cuya producción le tomó cuatro años. Ese trabajo, que le valió el Premio Gabo 2017 en la categoría de Innovación, fue publicado por el diario El País.

“‘El Hábito de la Mordaza’ parte de mi propia experiencia en Tegucigalpa y de haber crecido más o menos en el momento en que se desarrollaban las pandillas en la capital de Honduras y en San Pedro Sula”, dijo Andino al Centro Knight. “Un día decidí contar mi propia historia, porque estaba bastante claro que el trabajo que se hacía a nivel periodístico desde fuera consistía en llegar, estar una semana, y con lo que se tenía, salir y contar la historia que se podía. Entonces decidí invertir mi propio tiempo en esto”.

Andino es uno de varios artistas gráficos de América Latina que se han acercado al periodismo a partir de una necesidad de contar sus historias sobre la realidad de sus países y comunidades, con temas que normalmente no entran en la cobertura de los diarios tradicionales. Así se ha comenzado a implementar en gran escala el cómic como una herramienta periodística.

“Existe una visión que tienen los dibujantes de acercarse al periodismo desde la autonarrativa, de ellos contando su experiencia sobre un suceso”, dijo al Centro Knight Susana Escobar, especialista en comunicación visual, narrativas visuales e historieta y periodismo de la Universidad Autónoma de Chiapas, en México. “En los países latinoamericanos, suelen ser los dibujantes los que incursionan en el periodismo. Incursionan como pueden, muchos de ellos no tienen formación [periodística]”.

Aunque el periodismo en cómic se ha practicado desde hace varios años en Estados Unidos y Europa –donde incluso hay medios dedicados totalmente a ese formato–, en América Latina comenzó a fortalecerse a principios de esta década, a raíz de la necesidad de contar historias que son complicadas de abordar en formatos tradicionales, ya sea por la dificultad de su investigación o por tratar temas muy locales.

Para Andino, la principal innovación de “El Hábito de la Mordaza”, que cuenta la historia de Isaac, un joven que sufrió violencia de niño y encontró en las pandillas un refugio, es el presentar una investigación long-form en formato de cómic, en una plataforma digital con elementos multimedia.

“Es lo más parecido a una crónica de largo aliento”, dijo Andino. “Es un dibujo enorme, en horizontal. Con este  formato, lo que hice fue controlar el flujo de la historia. Tuve que dibujar unas cosas muy largas para poder seguir ese sentido lineal de la historia, que también viene muy bien porque funciona como eso, como una línea de tiempo”.

Andino usó el dibujo desde el momento de su investigación. A través de retratos logró acercarse a miembros de las pandillas y ganarse su confianza para que le narraran su vida en las calles. Se dio cuenta que los dibujos son un buen reemplazo de las fotografías cuando llevar una cámara resulta peligroso.

“No es lo mismo tomar una fotografía de un pandillero que sentarte una hora a hacerle un retrato dibujado”, dijo Andino. “Eso te permite establecer un vínculo totalmente distinto al de un periodista normal que toma apuntes o fotografías. [Los pandilleros] casi te lo piden ‘hágame un retrato’. Yo les digo ‘bueno, pero mientras lo hago vamos a hablar un poco’. Y te dicen ‘sí, sí tranquilo’. Y no sé, la cosa fluye mejor”.

Andino no se considera un periodista, pero asegura que "siempre, las personas con las que hablo saben que acabarán dibujadas o siendo parte de una crónica”​.

El dibujante brasileño Alexandre De Maio también se benefició del anonimato de trabajar sin cámara ni grabadora en mano. En 2013, colaboró con la reportera de Agência Pública Andrea Dip para publicar “Meninas em Jogo” (“Niñas en Juego”), una investigación en cómic sobre redes de trata de menores en Fortaleza, Brasil, en el marco de la Copa Confederaciones de ese año.

“Cuando es posible, tomo fotografías de referencia para ayudar al realismo”, dijo De Maio en entrevista con el Centro Knight. “Pero cuando hay peligro, yo veo, memorizo y después dibujo. Cuando escribí sobre explotación infantil, fui a varios lugares, de noche, bien peligrosos. En Fortaleza no podía fotografiar, ni anotar nada”.

El artista gráfico dijo que la mayoría de las veces se presenta como periodista. Pero en casos en los que la gente no sabe que está haciendo un trabajo periodístico, prefiere no revelar la identidad de las personas. Cuando trabaja en problemas como explotación sexual infantil, cambia las características físicas de los personajes involucrados.

De Maio y Dip fueron ganadores del premio Tim Lopes para realizar “Meninas en Jogo”. El trabajo requirió tres meses de investigación más otros dos para el proceso de dibujado.

“En Brasil, nunca nadie había hecho un reportaje tan grande en ese formato”, dijo De Maio. “Fue publicado en línea, pero una versión impresa hubiera sido de 80 páginas. Pienso que la principal innovación fue mostrar que el formato de cómic funciona para contar ese tipo de historias, un tema serio, con cuidado, que no deja nada que desear a los grandes reportajes de texto”.

Al igual que Andino, la entrada de De Maio al periodismo fue a través de su deseo de contar historias de su comunidad. Comenzó realizando ilustraciones para una revista especializada en rap, en la que después combinó los cómics con la escritura.

“En 1999 pensé en hacer un cómic sobre cosas reales que sucedían en mi calle y busqué una editora para lanzar ese cómic”, dijo De Maio. “Yo no me formé en periodismo, pero lo practiqué, obtuve mi registro profesional de periodista. Escribía sobre todos los temas, pasé un tiempo solamente escribiendo y volví a dibujar en 2006”.

De Maio se dio cuenta de que el cómic tenía enormes ventajas para el periodismo, sobre todo porque apela a la fuerza de la imagen.

“El cómic es increíble para el periodismo como lenguaje”, dijo De Maio. “Conlleva el impacto de la imagen. Se suman dos lenguajes muy fuertes, el escrito con el visual. El periodismo de investigación adquiere mucho valor en el cómic”.

Un tema extenso como la explotación sexual o la violencia de pandillas tiene limitadas posibilidades de entrar en las publicaciones diarias más allá de notas con cifras actualizadas o artículos que reportan las acciones de las autoridades. El cómic es una opción para que investigaciones a profundidad hallen un lugar en los medios masivos.

“El cómic es un género que se adapta a una infinidad de formatos, y eso tiene una gran ventaja”, explicó dijo Susana Escobar. “Con el cómic podemos tratar temas que el diarismo no toma en cuenta por diversas circunstancias: la guerra, los derechos humanos, la desaparición forzada, las cuestiones ambientales, que son los temas que están ocupando a los autores latinoamericanos”.

Para reforzar el carácter autonarrativo de sus trabajos, Andino y De Maio se permitieron incluirse a sí mismos en sus historias, con el fin de humanizar los conflictos y lograr empatizar con la audiencia.

Las primeras viñetas de “Meninas en Jogo” muestran a Andrea Dip organizando la investigación sobre explotación infantil en Fortaleza, y a lo largo del cómic se puede ver cómo Dip y De Maio se internan en el conflicto.

Andino aparece varias veces en “El Hábito de la Mordaza”, y en ocasiones él mismo comenta y opina.

“A mí no me sirve separame de la historia, pretendiendo que eso no afecte la objetividad de la misma”, dijo Andino. “Tampoco estoy comentando y opinando todo el tiempo, lo hago de manera muy puntual e intento que quede claro cuando estoy haciendo un comentario o una cosa que no es un dato duro, que es mi opinión. Yo creo que hay que ‘mojarse’ y meterse en la historia, y no pretender ser objetivo porque es imposible”.

Cambiar el rostro de sus fuentes en el dibujo y no ser totalmente fiel a la realidad al momento de recrear un lugar son otras de las licencias que se dan los autores de periodismo en cómic. Esto ha causado que se cuestione si este tipo de historias son realmente periodismo.

“Creo que el género exige otras formas y que esto no deja de tener un componente ético de informar”, dijo Escobar. “Lo que se está diciendo ahí no es una mentira, solo son otras formas de contar. Las licencias se valen y además enriquecen el trabajo y la mirada. Yo creo que el público en automático entra en ese lenguaje y sabe que está leyendo otro tipo de periodismo, otro tipo de información, no les exige que sean 100 por ciento realistas”.

Pese a las licencias creativas, tanto “Meninas em Jogo” como “El Hábito de la Mordaza” incorporaron métodos periodísticos, como la investigación de campo, la verificación de información y la incorporación de datos duros, entre otros, al igual que trabajos de otros representantes importantes del género en América Latina como Jesús Cossío, de Perú, y Augusto Mora, de México.

“Yo considero que es periodismo porque el nuevo periodismo está explorando lenguajes que se salgan de las casillas que han impuesto los géneros periodísticos”, dijo Escobar. “Son periodistas tratando de hacer periodismo desde la mirada subjetiva. Se dieron cuenta que el público necesitaba leer otras cosas, necesitaba enterarse de las cosas de manera diferente, de manera reflexiva y vivencial”.

También existen periodistas tradicionales que deciden experimentar con el formato del cómic, y para ello recurren a ilustradores para convertir sus reportajes en viñetas. La reportera Carla Hannover, del diario Página Siete de Bolivia, eligió al cómic para la versión digital su reportaje “Choqueyapu, un Río Enfermo que nos Alimenta”, una extensa investigación sobre la contaminación del principal curso de agua de la ciudad de La Paz. Su objetivo era hacer que su trabajo - de más de 30 páginas en su versión impresa - fuera amigable y entendible en internet.

“Cuando priorizas el papel, no piensas mucho en digital”, dijo Hannover al Centro Knight.

Por eso, la periodista no pensó en obtener material multimedia. Los videos y audios que grabó como parte de su investigación no tenían suficiente calidad para ser publicados. Por ello, un cómic multimedia le pareció una mejor solución.

Hannover realizó el trabajo como parte de su participación en el curso de periodismo de investigación de la organización de periodismo transnacional Connectas en 2017. Ella buscó al ilustrador Joaquín Cuevas, quien diseñó un cómic en forma de U, que es la forma que sigue el río Choqueyapu en La Paz.

La periodista también le dio un toque autonarrativo al cómic, y aunque ella no aparece en la historia, es el río el que narra el reportaje en primera persona, algo que hubiera resultado impensable en la versión en original.

“El texto era muy repetitivo”, dijo Hannover. “Entonces me arriesgué y dije ‘tomémonos una licencia. Hagamos hablar al río’. Nada de lo que va a hablar es inventado, pero lo postulamos como un personaje, porque el río es un icono de la ciudad y con él se puede trabajar un personaje”.

Para darle validez a la narración del río Choqueyapu, el cómic está acompañado de infografías, tablas y audios que aparecen al dar clic en ciertos puntos sensibles.

“Choqueyapu, un Río Enfermo que nos Alimenta” es ejemplo de que el cómic con fines periodísticos estimula el trabajo colaborativo y multidisciplinario. En varios casos, los artistas se apoyan en un reportero para realizar sus investigaciones, y viceversa, con lo que se forma una dupla como la de reportero y fotógrafo. Además, cuando el cómic se presenta en plataforma digital, se suma al equipo un programador.

“Normalmente ilustradores famosos como (el maltés-estadounidense) Joe Sacco lo hacen casi siempre solos. Ellos reportean, hacen un trabajo de inmersión, entrevistas y documentación”, dijo Cecibel Romero, editora de Connectas que supervisó el proyecto de Hannover. “En este caso hubo una repartición de las tareas. Nunca estuvieron todos los integrantes del equipo en el mismo lugar, fue todo a distancia. Fue un trabajo de mucha colaboración y con la combinación de talentos de distintas disciplinas puestos al servicio de un proyecto”.

Los altos costos y el largo tiempo de producción que representa un reportaje en cómic impiden a las organizaciones de noticias de América Latina incluir este tipo de trabajos en su oferta diaria, por lo que el periodismo en cómic ha sido explorado sobre todo de manera independiente.

Sin embargo, los creadores de periodismo en cómic creen que los medios tradicionales latinoamericanos se están comenzando a dar cuenta de que esa es un área por explorar.

“Las posibilidades en Latinoamérica son infinitas”, aseguró Andino. “Sobre todo porque no se está haciendo mucho. Hay mucho campo, es un medio que está en pañales en Latinoamérica en temas de no ficción”.

Tras el éxito de los trabajos de Alexandre De Maio en Brasil, medios tradicionales grandes como Estadão lo han invitado a colaborar, y ha impartido clases de periodismo en cómic a estudiantes que, bajo su mentoría, han logrado que algunos medios publiquen sus trabajos.

“Los medios están entendiendo cómo usar el periodismo en cómic en Brasil”, dijo De Maio. “Hay por lo menos tres o cuatro personas que han publicado este tipo de periodismo en cómic en revistas o en línea. Yo mismo he hecho más de 42 historias en diferentes revistas después del premio Tim Lopes. Al ser uno de los primeros en hacer esto en Brasil, logré hacer muchas cosas y vi surgir a otras personas que hacen este tipo de trabajos también”.

Internet y las redes sociales son claves para el futuro del periodismo en cómic en América Latina, dado que facilitan la distribución de reportajes en este formato, que por su extensión y características son difíciles de publicarse en papel.

“El internet llega a mucha más gente”, dijo De Maio. “‘Meninas em Jogo’ tuvo miles de visitas en Brasil, y más de 250 mil visitas a través de Buzzfeed en Estados Unidos. Una revista difícilmente daría esa visibilidad. El internet llega mucho más fácil y gratuitamente”.

El principal aporte de los autores de periodismo en cómic en América Latina es la manera de aproximarse a temas y conflictos sociales delicados desde una mirada humana, de acuerdo con Susana Escobar.

“Ese es el aporte de los periodistas latinoamericanos: voltear a ver los temas que duelen al propio periodista”, dijo. “El periodismo en historieta humaniza esas situaciones, esa conflictividad tiene rostro, tiene afectados, tiene víctimas”.


La serie "Innovadores en el Periodismo", que es posible gracias al generoso aporte de Open Society Foundations, cubre tendencias en medios digitales de noticias y las mejores prácticas en América Latina y el Caribe. Este es una ampliación de nuestra serie anterior y libro electrónico, Periodismo Innovador en América Latina, al mirar a las personas y equipos que lideran en la región iniciativas innovadoras de reportería, narración de historias, distribución de contenido y financiación.

Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.

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