Durante el mes de noviembre, cuando se llevaron a cabo elecciones municipales brasileñas en más de 5.500 municipios, al menos 150 casos de violencia política fueron registrados, cinco por día, según una encuesta de una coalición de medios brasileños.
La colaboración se inició en octubre y reunió a nueve medios digitales, bajo la coordinación de Agência Pública. Juntos, los 34 periodistas, incluidos reporteros, editores, analistas de datos e infógrafos, crearon una base de datos de casos de violencia contra votantes, políticos, candidatos, prensa y también contra personas que trabajan en la organización de elecciones, como funcionarios, inspectores y civiles.
La coalición consideró solo los episodios de “violencia presencial”, es decir, los ataques por teléfono o en línea no se contabilizaron, ya que esto ampliaría demasiado el alcance de la encuesta, explicó Giulia Afiune, editora de audiencia de Pública y una de las coordinadoras del proyecto, a LatAm Journalism Review (LJR).
“Nos separamos en tres categorías de violencia: física, que incluía agresión, intento de asesinato y asesinato; violencia psicológica o moral, que incluía amenazas, ofensas o ambos; y violencia contra la propiedad. A veces era más de un tipo, por ejemplo, cuando alguien recibió un disparo en el auto de alguien fue un intento de asesinato y violencia de propiedad”, dijo.
Hubo 34 amenazas, 71 agresiones, 44 atentados o intentos de homicidio y 5 asesinatos. La mayoría de los episodios, 130, se produjeron en la primera vuelta electoral. Los resultados generaron dos reportajes especiales, publicados en el sitio de Pública y otros medios participantes: Amazônia Real, Gênero e Número, Marco Zero Conteúdo, Ponte Jornalismo, Portal Catarinas, Projeto #Colabora, Agência Saiba Mais y Plural.
Para llegar a los resultados, el grupo partió de un método de investigación y verificación colaborativo y participativo. El primer paso fue la construcción de la base de datos, la cual se alimentó de dos formas: quejas de los lectores, realizadas a través de formularios en línea, y búsqueda activa en sitios locales y nacionales, así como redes sociales.
“Hicimos algunas alertas, que te avisan cuando se publica algo, y estábamos leyendo noticias en sitios web locales para separar lo que se podía usar. También pusimos información básica en una hoja de cálculo: dónde, cuándo, si fue violencia contra un candidato, contra un periodista , contra agentes públicos…”, dice Afiune.
Con esta investigación, ella y su colega Anna Beatriz Anjos, quien también coordinó el proyecto, crearon una hoja de cálculo con casos que posiblemente estaban relacionados con las elecciones. Luego, cada incidente era transmitido a un periodista según la proximidad geográfica, aprovechando la distribución territorial de los medios participantes, presentes en casi todas las regiones del país.
Se chequearon un total de 203 casos, de los cuales 150 fueron confirmados, es decir, fueron de hecho por motivos políticos. “Para considerar que un caso era válido [y real], necesitaba cumplir al menos dos criterios: teníamos que hablar con la víctima, o con un conocido o testigo de la víctima; o tenía que tener la confirmación de alguna autoridad, funcionario judicial o policial, o tener un registro audiovisual o informativo en un medio local”, explica.
De los casos confirmados, 15 provinieron del público y el resto de la búsqueda activa del equipo. Para recibir estas quejas, los medios de la coalición publicaron un formulario en sus sitios web y dieron a conocer un número de WhatsApp. Afiune afirma que este tipo de investigación participativa, o reportería participativa, es un área que ha crecido dentro del público.
“Desde mediados de año, Anna y yo estamos coordinando las investigaciones participativas, que son estas iniciativas que involucran al público en el proceso de investigación del informe. Ya lo hemos hecho sobre la distribución de cloroquina y las campañas electorales en los templos religiosos”.
En 2018 Pública ya había realizado una encuesta similar sobre violencia electoral, con la participación de lectores. “Pero en ese momento, no lo estábamos haciendo de manera regular, ahora encaja en este proyecto más grande de investigaciones participativas. Y aportamos esta experiencia, que desarrollamos durante todo el año, a este proyecto”, dice.
En ese momento, tampoco hubo colaboración con otros medios, lo que se hizo por primera vez en 2020. En la primera edición, el formulario de recepción de denuncias se realizó en alianza con Open Knowledge, y Pública contó con periodistas autónomos para ayudar contar y comprobar.
“Este año [2020] fue mucho más grande, con mucha más gente involucrada. Y con la ayuda de Anna y Giulia, tuvimos un sistema mucho más organizado. [...] Es el tipo de tema que, para hacerlo bien, debe abordarse con crowdsourcing, porque Brasil es muy grande, necesita un método. Sabiendo que habría muchos casos y todos hay que revisarlos, enviamos una invitación a un grupo de organizaciones independientes y ocho se unieron”, dijo la directora y cofundadora de Pública, Natalia Viana a LJR.
La idea del levantamiento surgió en las elecciones presidenciales de 2018, una de las más polarizadas desde la redemocratización del país. Hubo varias noticias e informes de agresiones, pero no una encuesta unificada. “Tuvo mucho éxito [la primera encuesta], fuimos los primeros en publicar estos datos, tanto que terminaron en todos los periódicos, grandes y pequeños, estuvo en The New York Times, en The Guardian”, recuerda Viana.
Dice que en los últimos seis meses se han incrementado las denuncias por asesinatos políticos, lo que motivó a Pública a rehacer la encuesta. “Es un fenómeno que ha ido creciendo y está muy relacionado con la política municipal. Por eso pensamos que sería interesante repetir [la encuesta], incluso para comparar con datos de 2018 y saber si se mantuvo la polarización”.
Para Viana, la colaboración en 2020 trajo más diversidad geográfica, porque los medios participantes están repartidos por todo el país y, con ello, una mejor comprensión de los contextos políticos regionales, además del acceso a fuentes locales.
“Creo que este conocimiento ayuda mucho. Porque aquí en el Sureste [del país] entendemos la dinámica de Río de Janeiro, São Paulo, pero, sobre la dinámica del interior del Nordeste, que es muy específica, estamos perdidos”. Viana afirma que la coalición dio más visibilidad al tema y garantizó una cobertura nacional, sin perder las particularidades regionales.
“La violencia electoral se da en todo el país, pero con características distintas. El asesinato de políticos está muy concentrado en el sureste, los casos de homofobia son más en los centros urbanos. Hay esa lucha con armas en el interior y mucha compra de votos en el noreste, entonces es importante contar estas historias con el matiz local y devolverlas al público”, dice.
Afiune está de acuerdo en que la colaboración permitió ampliar la encuesta e “ir más allá”. “Como es una elección municipal, sabíamos que, al multiplicar y repartir el conteo, tendríamos un mejor resultado”.
Rafael Duarte, editor de Agência Saiba Mais, quien participó en la coalición, dijo que la colaboración “fue grandiosa” y una contribución a su medio. “Aunque cada uno estaba en un lugar diferente, debido a la pandemia, terminamos formando una redacción enorme, diversa, con diferentes acentos. Es increíble. Creo que fortalece a todos el trabajar juntos”, dijo en una entrevista con LJR.
Saiba Mais tiene su sede en Natal, en Rio Grande do Norte, y verificó alrededor de diez casos para el proyecto. Duarte, quien ayudó con el reportaje y la edición, contó un episodio que muestra cómo la prensa local era importante no solo en la búsqueda activa de casos, sino también en la verificación de información.
“Parece folclórico, sucedió en el interior de Bahía: un hombre era candidato a concejal y apoyaba a un alcalde de su coalición. Al llegar a su casa, se enteró de que su esposa había votado por el candidato de la oposición, y tiró el auto contra la pared. Este texto había estado en varios blogs y medios locales, pero llamé a uno de los editores para confirmar si realmente había sucedido. Y él me dijo que sí, que él conocía al candidato y que era amigo de él”, recuerda Duarte.
Afiune dice que si no fuera por la prensa local, muchos casos no hubieran llamado la atención de la coalición. “A veces solo había noticias en un sitio web local. Así que nuestros reporteros llamaban a la sala de redacción y el periodista de allí ayudaba a verificar o encontrar a alguien involucrado”. La experiencia muestra cómo estos casos no se denuncian, porque no siempre hay prensa local o acceso a internet, y los ataques pueden silenciarse, dice Afiune.
Para ella, uno de los hallazgos más llamativos de la encuesta fue el número de asesinatos de políticos y candidatos. “En total, hubo 44 intentos de homicidio solo en el mes de noviembre, solo en los casos comprobados que están vinculados a las elecciones. Es más de uno al día. Los candidatos y las personas involucradas en la política son objetivos, terminan arriesgando su propia vida. Es una amenaza muy seria para la democracia, porque si la persona no se siente segura para postularse, ¿quién va a postularse?”, pregunta.
Viana señala que las dos encuestas, de 2018 y 2020, permiten identificar patrones y “hacia dónde va la política”. Dice que, en 2020, aumentaron las quejas por la compra de votos y se intensificó la violencia política en el campo, por ejemplo.
“El radicalismo, el anti-izquierdismo exacerbado, siguió apareciendo en estas elecciones, pero ya era minoría. Lo que apareció más este año fue el prejuicio y la violencia de género y contra las personas LGBTI, porque, según un experto consultado, más mujeres y personas LGBTI se postularon para cargos y fueron elegidas en 2020, y hubo una reacción, una reacción violenta”, argumenta.
Luego de la publicación de los reportajes, Viana dice que la base de datos fue compartida con una ONG que utilizará el material en su informe anual sobre violencia política, lo que muestra que la encuesta de la coalición a periodistas se ha convertido en un referente en la zona.
* Este artículo fue escrito originalmente en portugués y fue traducido por Silvia Higuera.