La historia de Emilio Gutiérrez Soto, el periodista mexicano que llegó hace más de 10 años a Estados Unidos pidiendo asilo pero que podría ser deportado, fue para Alejandra Ibarra el punto de partida de su proyecto Defensores de la Democracia, un archivo digital que busca conservar el trabajo de los periodistas asesinados en México.
Cuando conoció a Gutiérrez Soto, Ibarra – también periodista mexicana – cubría migración desde Estados Unidos para The New Yorker, y parte de su reportería implicó no solo hablar con el periodista sino conocer las investigaciones que habrían puesto su vida en peligro luego de recibir amenazas presuntamente por parte de algunos miembros del Ejército mexicano.
Sin embargo, Ibarra no pudo encontrar en un medio sus investigaciones. De hecho, notó que no existía en el país algún espacio que archivara los trabajos de aquellos que han sido asesinados. Para el caso de Gutiérrez, él puede contar su historia y saber en dónde pueden estar sus trabajos. Pero las investigaciones u otros documentos de los 45 periodistas asesinados en México desde el año 2000, según cifras del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), corren el riesgo de quedar en el olvido.
“Me doy cuenta que no hay ningún lugar que agregue los trabajos de los periodistas asesinados en México, ninguna colección temática, digamos, y también muchos de ellos están desapareciendo”, explicó Ibarra al Centro Knight. “Muchos de ellos están en línea, los portales están a la venta, las redes sociales ya no existen sus perfiles y los periódicos donde algunos de ellos publicaban están desperdigados o en algunos casos escondidos en los medios, en los sótanos y en lugares que no tienen un sistema de archivo”.
Convencida de que los periodistas, especialmente en las regiones, están contando la historia reciente de México, decidió crear este “archivo viviente”. Con financiación del Instituto Brown, una colaboración entre las Universidades estadounidenses de Columbia y Stanford, la primera fase de Defensores de la Democracia comenzó en el verano de 2018.
Durante más de un año y acompañada por un grupo interdisciplinario – que incluye una historiadora, un programador y un investigador – Ibarra (quien lo dirige y también reportea) y su equipo lograron reunir y catalogar más de 12.000 trabajos de 40 periodistas. Todos asesinados a partir del año 2000 y contemplados en el registro del CPJ.
“[Se escogió ese año porque] México transitó oficialmente a la democracia después de un gobierno de partido hegemónico en el año 2000 y es un poco la ironía de por qué siendo una democracia y teniendo todas las garantías por ley es un país tan peligroso para el periodismo”, dijo Ibarra.
Para recolectar estos trabajos, el equipo reconstruía la carrera de cada uno de los periodistas asesinados que incluía saber dónde habían trabajado y por cuánto tiempo. A partir de allí empezaba un proceso de digitalización de los trabajos físicos, la creación de un código para extraer los trabajos de internet que existían, mientras que Ibarra se encargaba de hablar con editores y familia para encontrar estos materiales.
“Hay periodistas para los cuales tenemos más de 2.000 trabajos, hay periodistas para los cuales tenemos simplemente dos tuits”, dijo Ibarra quien explicó que seguirán buscando los trabajos de estos últimos y de aquellos en los que incluso no se encontró nada. “Fue una cuestión de tiempo y de recursos”, dijo la periodista.
La plataforma, donde se mantiene este archivo viviente, ofrece diferentes opciones de filtrado de contenido como por ejemplo investigaciones, crónica, columna de opinión, entre otras. Asimismo, hay una vista en calendario que permite ver, si es el caso, cómo cambió la cobertura del periodista con el paso del tiempo.
“La idea es que esto también sirva como una herramienta para que quien quiera entender y estudiar este fenómeno [de la violencia] encuentre la mayor cantidad posible de información aquí en México”, aseguró Ibarra.
Para esto, el sitio también contiene datos del contexto sociopolítico de los lugares en los que se cometieron los asesinatos como por ejemplo quién era el alcalde y gobernador, si hay o no presencia de grupos de crimen organizado, nivel educativo, entre otros datos.
La financiación de esta primera fase llega hasta finales de este año. Sin embargo, el equipo ya está trabajando para conseguir los recursos que le permitan continuar con su recopilación de información.
Además de buscar en organizaciones defensoras de libertad de expresión o universidades, el equipo quiere encontrar nuevos anunciantes a través de innovaciones en la divulgación de contenido. Uno de ellos, la creación de un podcast que será lanzado en los primeros días de 2020.
“La idea es precisamente hablar sobre los periodistas pero además a grandes rasgos los obstáculos para ejercer la libertad de expresión en México”, dijo Ibarra. “Entonces cada episodio va a ser la historia de un periodista asesinado y cómo a través de esa historia vamos a ilustrar otros retos. Por ejemplo, la violencia sistémica en Veracruz; o la redes sociales y su rol en la protección a periodistas; o la legislación para obtener un acceso radiofónico para radios comunitarias”.
Asimismo, en esta segunda fase, Ibarra cree que es importante generar un acercamiento más planeado con los medios que han visto a sus reporteros ser asesinados. Aunque hasta el momento todos se han mostrado muy abiertos en ofrecer la colaboración necesaria para esta base de datos, Ibarra cree que a veces es difícil hacerlo por sus obligaciones diarias.
“Tal vez no tenemos todavía una propuesta puntual de cómo podemos hacer para que empecemos a sistematizar todo esto sin que para ellos represente más recursos, o realmente impedir lo que están haciendo de reportear las noticias”, dijo.
Un caso particular que le demostró al necesidad de poder hacer esto de manera más coordinada ocurrió con un medio en el estado de Quintana Roo que funcionaba de manera exclusiva en Facebook.
“Hay tres periodistas asesinados de un mismo medio en Quintana Roo del semanario Playa News. Y en el momento en el que empezamos a recabar los trabajos de uno de ellos yo me di cuenta que salía siempre en videos con otro periodista de su medio. Pero no guardé nunca los videos del segundo periodista porque el segundo periodista estaba vivo. Y pasó un año y asesinaron a este otro periodista y cuando yo regresé al medio ya habían bajado todos estos videos”, aseguró.
Aunque la información recopilada por Ibarra sugiere que se trató de un ataque coordinado al denunciar el contenido en Facebook como inapropiado, lo cierto es que esto demuestra la importancia de tener un mecanismo de recolección más práctico.
“Yo quisiera que este proyecto en un futuro se convirtiera en una hemeroteca de periodismo local en México que agregue todos los trabajos y los salve porque al final están contando la historia reciente de un país en conflicto armado durante las últimas tres décadas”, dijo la periodista. “Y ya teniendo todo esto recabado que uno pueda filtrar si quiere por contenido censurado, por periodista asesinado, por tema, por región, por plataforma, como sea. Pero de esta manera asegurarnos que no se está perdiendo porque hacerlo a la inversa es un poco una carrera contra el tiempo”.