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En Colombia, periodistas investigativos recorren las calles para contar las realidades del conflicto armado

No es lo mismo leer en la web una investigación periodística sobre ejecuciones de civiles por parte de militares que escucharla en voz de su autor frente a un museo militar que es ícono del poder del ejército de un país.

Eso último fue lo que sucedió el 25 de septiembre, durante la primera caminata de periodismo realizada por las calles de Bogotá por Rutas del Conflicto, el medio digital de periodismo de investigación especializado en el conflicto armado colombiano.

Durante cerca de una hora y media, un grupo de 15 personas recorrió el emblemático barrio de La Candelaria bajo la guía del periodista Óscar Parra, director de Rutas del Conflicto, mientras escuchaban los hallazgos del reportaje de su autoría “El negocio eléctrico que financió a los batallones responsables de los ‘falsos positivos’ en el Oriente Antioqueño”.

Colombian journalist Óscar Parra leads a city tour in Bogotá while explaining the findings of a journalistic investigation.

Los tours de periodismo de Rutas del Conflicto incluyen paradas en lugares que ilustran simbólicamente elementos de los reportajes que se discuten. (Foto: Cortesía Rutas del Conflicto)

La investigación informó que empresas energéticas financiaron a batallones militares responsables de asesinatos de civiles que fueron registrados falsamente como guerrilleros muertos en combate.

“Un momento tremendamente simbólico en el recorrido es [cuando nos detenemos] frente a militares colombianos que custodian el Museo Militar, pararnos ahí y señalar que militares colombianos cometieron estos crímenes”, dijo Parra a LatAm Journalism Review (LJR). “En la parte más alta de la ciudad está la primera subestación eléctrica, una instalación muy vieja, y la mostramos como un símbolo de las empresas de electricidad que en ese momento le dieron dinero al Ejército”.

Aunque los hechos del reportaje ocurrieron entre 2002 y 2008, en años recientes han tomado relevancia a raíz de las actividades de la Jurisdicción Especial para la Paz, el mecanismo de justicia y reparación sobre el conflicto armado colombiano.

“Hay todavía un sector grande de la población que creo que no entiende las dimensiones de esos crímenes. Entonces nos parecía importante que gente del entorno de las ciudades, gente joven, pudiera utilizar ese entorno urbano para poder entender la historia”, dijo Parra. “Hay unas condiciones alrededor de esa zona de Bogotá que muestra el poder que tiene el país económica y políticamente, que nos sirven para contar esta historia”.

La caminata es una nueva forma en la que Rutas del Conflicto busca transmitir su trabajo periodístico directamente a las personas, esta vez echando mano del turismo. La estrategia le permite al medio fortalecer un nicho de audiencia, reforzar su sostenibilidad e impulsar sus esfuerzos fundacionales de promover la memoria histórica sobre el conflicto armado en Colombia, coincidieron miembros del equipo de Rutas del Conflicto.

El proyecto es parte de Rutas en Vivo, una serie de iniciativas en las que periodistas presentan en persona sus investigaciones al público en forma de “stand-up” o piezas performáticas. Como parte de Rutas en Vivo, el medio ya había realizado caminatas turísticas, aunque enfocadas en temas ecológicos o de memoria histórica.

La ruta de la caminata de periodismo sobre los “falsos positivos” incluye además paradas en sitios como el Palacio Presidencial de Nariño, la sede del Congreso, un mercado icónico y el primer conjunto residencial de Bogotá. Esos son puntos que, de acuerdo con Rutas del Conflicto, ilustran de manera simbólica elementos de la investigación.

“Es periodismo al aire libre”, dijo a LJR Juan Carlos Contreras, fotoperiodista y uno de los guías de las caminatas. “Se apoya en algunas normativas del turismo, pero es periodismo en vivo”.

Un “city tour” dice más que mil clics

Cuando Rutas del Conflicto comenzó a organizar caminatas de memoria histórica sobre hechos como “El Bogotazo” —los disturbios de 1948 en la capital colombiana tras el asesinato del líder populista Jorge Eliécer Gaitán— o la toma del Palacio de Justicia por parte de guerrilleros en 1985, se encontró con que la gente tenía interés en conocer más sobre el conflicto armado, pero rara vez leía las investigaciones extensas publicadas por los medios.

“Mucha gente sencillamente no tiene el tiempo de leer un texto de investigación de 30 páginas o más”, dijo Parra. “A veces hay páginas con tiempo promedio de lectura de un minuto o minuto y medio. O sea, muy poca gente se sienta a leer la investigación completa”.

Ante esa realidad, Parra y Contreras pensaron en formas de llevar el periodismo de investigación de Rutas del Conflicto más allá de las pantallas. Quisieron integrar elementos del turismo, una actividad que ambos disfrutan.

“Es un periodismo muy cercano, es tú a tú con las personas. Es tener ahí a las personas que hacen estos reportajes y que tú les puedas preguntar cómo se hicieron, el contexto, que no te quedes solo con lo que está en el texto”, dijo a LJR Ginna Santisteban, directora de proyectos especiales de Rutas del Conflicto. “Tener estas charlas uno a uno nos permite interiorizar más los resultados de la investigación. Al final, ese es el objetivo del periodismo que hacemos”.

Parra dijo que este año más de mil personas han asistido a las presentaciones escénicas de Rutas del Conflicto. Aunque este tipo de actividades de periodismo en vivo tienen una audiencia limitada por cuestiones de espacio y logística —las caminatas, por ejemplo, reciben un máximo de 30 personas por recorrido—, en estos espacios es posible ver de forma más clara cómo el público asimila los hallazgos de las investigaciones, algo que las métricas en internet no siempre reflejan, agregó.

“Yo sí prefiero que mil personas me escuchen [narrar] un reportaje, hablen, interactúen conmigo a, no sé, mil ‘likes’”, dijo Parra. “Definitivamente una cosa no se compara con la otra”.

A la caminata periodística sobre los “falsos positivos” asistieron personas convocadas a través de las redes sociales de Rutas del Conflicto, la mayoría seguidores del medio, dijo Parra. Incluso, algunos de ellos ya habían participado en otras experiencias de Rutas en Vivo, agregó.

Para el medio, eso es indicador que este tipo de iniciativas han ayudado a consolidar una comunidad de audiencia que disfruta de consumir historias en esa modalidad y que está dispuesta a pagar por ellas.

“Desarrollando esta idea de periodismo persona a persona, hemos ido construyendo un nicho”, dijo Parra. “Creo que es una manera que le resulta innovadora a la gente y nos ayuda a fortalecer el nicho, nos ayuda a financiarnos y nos ayuda a crear comunidad”.

Además de ser fotoperiodista, Contreras dirige la operadora de tours Mil Estaciones, con la que Rutas del Conflicto se alió para llevar a cabo las caminatas. Gracias a esta alianza fue posible facilitar la logística de cada recorrido, así como cumplir con las regulaciones de las autoridades.

“Es una actividad que se regula por la norma de turismo”, dijo Contreras. “Tenemos que pagar una póliza de seguro para los asistentes. Y segundo, hay unos atractivos y establecimientos donde toca pedir permisos. También nos toca hablar con la policía de turismo para que estén pendientes de nuestra actividad”.

Los asistentes a la primera caminata pagaron $10,000 pesos colombianos ($2.60 USD) por el recorrido. Las caminatas de memoria histórica tienen un costo de $20,000 pesos colombianos ($5.20 USD).

Sin embargo, Rutas del Conflicto obtuvo un financiamiento por parte de la Fundación Heinrich Böll para realizar las caminatas de periodismo de manera gratuita para estudiantes durante octubre y noviembre.

“Hay financiadores que les agrada muchísimo el hecho de que la investigación directamente sea difundida de manera personal a un grupo focalizado de estudiantes”, dijo Parra. “Vamos a llevar a 200 estudiantes de colegios y universidades a hacer el recorrido completo para contar la historia”.

La fundación, que también financió la realización del reportaje sobre los “falsos positivos”,  mostró interés en crear caminatas para contar otras investigaciones de Rutas del Conflicto, dijo Santisteban. Eso contribuye a fortalecer su sostenibilidad.

“Sufrimos mucho para conseguir financiación para poder hacer nuestras historias. Creemos que entre más personas se enteren de lo que hacemos, de lo que logramos investigar, mucho mejor”, dijo Santisteban. “Es una manera de llevar más allá las investigaciones, de hacernos más visibles y de conseguir aliados que nos ayuden con la financiación, que les guste estas maneras de narrar novedosas que ofrecemos”.

Narrativas con conexión emocional

La idea del periodismo en vivo de Rutas del Conflicto es relatar narrativas que generen una experiencia alrededor del ejercicio periodístico del medio, dijo Santisteban. Estas experiencias en muchas ocasiones terminan teniendo un impacto emocional con la audiencia.

Para lograr ese efecto, el equipo del medio debe crear un guión en el que se entretejan los principales hallazgos de la investigación con el contexto histórico y simbólico de los lugares que se visitan, explicó Santisteban. Además, la narración se complementa con material visual, que va desde imágenes históricas hasta las infografías que ilustran el reportaje en la web, agregó Parra.

“El hecho de que uno les cuente la historia de manera tan personal, mostrándoles fotografías de las víctimas, tratando de que la gente recuerde cómo era su vida en esa época, cómo era la ciudad, yo creo que les impacta muchísimo”, dijo Parra. “Esto permite de alguna manera llegar mucho más a la emocionalidad de la persona que si alguien simplemente les leyera un reportaje de forma más convencional”.

Al igual que en otras experiencias de Rutas en Vivo, durante las caminatas se abre la oportunidad de que los asistentes hagan preguntas y de que los periodistas cuenten anécdotas sobre la realización de la investigación, dijo Parra.

El periodista dijo que tienen planeado invitar ocasionalmente a familiares de víctimas de los asesinatos de los que habla el reportaje a que cuenten su experiencia durante los recorridos.

“Hay una cosa mucho más experiencial en el hecho de que vayamos a tener víctimas que puedan sumarse al recorrido y aportar desde su vivencia personal”, dijo Parra. “La idea es hacer como en todos estos ejercicios de periodismo en vivo, como en el teatro, donde hemos tratado siempre de traer una fuente que cuente su historia de primera mano al público. Eso sorprende muchísimo a la gente”.

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