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¿En contra o a favor del requerimiento de título para ejercer periodismo en Brasil? La opinión de dos periodistas

Esta es la tercera entrega de una serie producida por el Centro Knight para debatir el requerimiento del título superior en periodismo para poder ejercer la profesión, luego de la aprobación en el Senado de la Propuesta de Enmienda Constitucional que prevé el restabelecimento de dicho requerimiento, desechado previamente por el Tribunal Supremo Federal en 2009. Invitamos a nuestros lectores a compartir su opinión en la sección de comentarios, abajo.

Los lectores también pueden leer la opinión de dos profesores y de dos estudiantes, en las primeras dos entregas de esta serie.

En contra: Marcelo Soares*

Es demasiado tarde para el requerimiento de título

A lo largo de su larga vigencia, la obligatoriedad de la formación específica en periodismo no garantizó la calidad de la formación en periodismo. Al menos no en los últimos tiempos. Por un motivo muy simple: no existe receta de pastel para formar periodistas, cada facultad oferece su propio menú.

Con el requerimiento, proliferaron las facultades de menor calidad, las cuales garantizaban un mercado bastante lucrativo gracias a la obligatoriedad del título y a la dificultad de entrar en las escuelas más prestigiosas. Sin un currículo mínimo para el curso, era apenas necesario mantener a los alumnos en el salón de clases durante cuatro años y, al final, entregarles un pedazo de papel timbrado.

No sucedió que hubieran cerrado los programas de periodismo de calidad después de la eliminación de la obligatoriedad del título. Por el contrario, oigo que aumentó la demanda. Una buena facultad de periodismo todavía es el mejor lugar para estudiar la profesión.

Tampoco sucedió que las salas de redacción hayan sido invadidas por una horda de ineptos, quizá porque existe un contingente fabuloso de periodistas (bien o mal) formados para seleccionar. Ni siquiera consta que los periodistas hayan sido sustituidos por semianalfabetos para recortar gastos. Si esto hubiera ocurrido, tendría que haber habido un impacto en la calidad periodística, lo cual a mediano plazo hubiera impactado en la sobrevivencia de la empresa.

En su larga vigencia, la obligatoriedad del título no mejoró las cualificaciones de los periodistas. En última instancia, el requerimiento sólo benefició a los operadores de facultades de baja calidad.

En un tiempo en el que hay cada vez más espacio para la pluralidad gracias al ambiente generado por el Internet, pocos emprendimentos periodísticos son creados por los jóvenes profesionales formados en las faculdades. Eso significa que la reflexión práctica sobre el rumbo que tomará nuestra profesión no está saliendo de la academia. Sólo a duras penas saldrá de las empresas estabelecidas, que operan con la lógica de “un equipo ganador no se mueve”. Hay ahí un mercado fabuloso para las facultades de periodismo: en vez de vender certificados, pueden generar y vender innovación. Es una sugerencia.

Es una ilusión brasileña querer garantizar calidad decretando el papel timbrado. La obligatoriedad del título acabó. Larga vida a las buenas facultades de periodismo.

*Marcelo Soares es reportero e instructor de reportaje con el uso de datos en São Paulo. Es miembro del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación. Anteriormente, trabajó en el diario Folha de S.Paulo, fue columnista de política de MTV y gerente de la Asociación Brasileña de Periodismo Investigativo (Abraji).

A favor: Cristiane Bonfim*

La formación es fundamental para un periodismo más plural y de calidad

Era 15 de marzo de 1995 cuando llegué al Campus de Benfica para el primer día de clases en el curso de periodismo de la Universidad Federal de Ceará. A pesar de las dificultades enfrentadas por la falta de inversión en las universidades públicas, tuve cuatro años de intenso aprendizaje. Conviví con profesores que marcarían mi historia para siempre. Fueron lecciones, sobre todo de ética, que forman parte de mi cotidianeidad más de 15 años después. No me vengan ahora a decir que ese tiempo fue innecesario o irrelevante y que los buenos periodistas deben formarse solamente “en la calle”.

Afirmar que el mercado se autorregula y que escoge sólo a los mejores es una expectativa, cuanto menos, arriesgada. El título para el ejercicio del periodismo representa cierta salvaguardia de que la actividad sea hecha por quien valora la calidad, se rige por la ética y actúa en defensa del interés colectivo. Claro que esas no son condiciones inherentes a todos quienes pasan por un programa universitario de periodismo. Aún hay mucho que mejorar en la mayor parte de programas de titulación en el área. Sin embargo, la búsqueda de esa formación más sólida en un curso superior, que va más allá de la mera técnica, puede llevar a las salas de redacción a personas más preparadas para la búsqueda de un equilibrio entre la precisión, la ética y la urgencia de cumplir a tiempo.

La obligatoriedad del título no limita la libertad de expresión, una vez que no impida que los especialistas opinen. El periodista tiene como deber el llevar a su texto, audio o imagem y sonido televisivos varios puntos de vista sobre un asunto. Es algo que no se aprende en cursos de fin de semana. Eso tiene que ser enseñado en las escuelas de periodismo y, después, consolidado en las salas de redacción y la convivencia con profesionales con mayor experiencia. Producir contenido periodístico exige técnica, verificación y compromiso con la información. Los nuevos medios jamás podrán prescindir de las viejas, pero necesarias, reglas periodísticas.

Además de exigir una formación específica, la actividad del periodista tiene que recuperar sus orígenes y ser un medio para comprender mejor a la sociedad. Buscar la responsabilidad social que parece haber dejado de ser importante frente a la invasión de textos de puro entretenimento. La formación es lo que garantiza que haya un mínimo de profesionales preparados para ejercer ese papel de mediación e intentar hacer valer el interés público.

*Cristiane Bonfim es editora de la sección Nacional/Internacional del Diário do Nordeste en Fortaleza, ex-directora del Sindicato de Periodistas Profesionales del Estado de Ceará (Sindjorce) y graduada en Periodismo por la Universidad Federal de Ceará (UFC).

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