Tras el paso del Huracán Otis por la costa del estado de Guerrero, en México, la madrugada del 25 de octubre, el fotoperiodista Carlos Carbajal se vio imposibilitado para trabajar, con su equipo fotográfico dañado y su domicilio en el puerto de Acapulco con severas afectaciones, sin energía eléctrica ni red de internet.
Carbajal estuvo varios días buscando lugares con energía y datos móviles para editar el material que levantó apenas los fuertes vientos del huracán y la lluvia cesaron, y enviarlo a sus editores de El Sur, periódico para el cual trabaja desde hace 12 años. Junto con otros reporteros de Acapulco, el fotoperiodista intentó hacer su trabajo en centros comerciales y restaurantes donde les permitieron instalarse temporalmente, mientras todo a su alrededor estaba destruido.
“Hay un centro comercial que se llama La Gran Plaza y primero nos prestaron un espacio ahí, en la entrada. Nos dijeron ‘pónganse ahí’, pero después nos quitaron”, dijo Carbajal a LatAm Journalism Review (LJR). “Después alguien de un restaurante dijo 'aquí pueden estar’, pero solamente nos dejaron estar un día. Después nos movieron a las afueras de un McDonald's, en las banquitas que no se cayeron. Ahí estuvimos trabajando, pero entre basura, entre desperdicio, entre animales muertos… O sea, algo horrible”.
A un mes del que ha sido considerado el huracán más fuerte en el Pacífico oriental desde que se tiene registro, las condiciones de los periodistas no han mejorado mucho. Asociaciones de periodistas urgen apoyo ante la situación crítica que viven sus colegas. Los periodistas de Guerrero están enfrentando múltiples obstáculos para hacer su trabajo, lo que trae consigo un riesgo de vacío informativo y la amenaza de que medios locales desaparezcan ante la imposibilidad de seguir publicando.
“Muchos de esos comunicadores y periodistas viven al día, viven de repente de la información que mandan a algunos portales que les pagan por nota, porque son ‘freelanceros’”, dijo a LJR Aníbal Muñiz, vocero de la Asociación Mexicana de Periodistas Desplazados y Agredidos (AMPDA). “Al momento en que se quedan sin luz y no tienen internet, no pueden trabajar, no pueden reportear y pues no hay un empleo formal que les dé un ingreso fijo”.
Tras el paso de Otis, Acapulco quedó incomunicado, y el resto del país no tenía noticias claras de los efectos del huracán. Con carreteras cerradas por deslaves e inundaciones y el aeropuerto local con severos daños, los medios nacionales tardaron varios días en llegar a reportear. Y los periodistas locales batallaban por encontrar formas de enviar información e imágenes a sus redacciones, al tiempo que lidiaban con sus pérdidas personales y patrimoniales.
“Hay mucho trabajo periodístico que realizar, pero se complica porque todavía a dos semanas, muchas calles, sobre todo en la periferia de Acapulco, están todavía bloqueadas, están intransitables por la caída de árboles, los cerros de tierra”, dijo a LJR el periodista José Nava Mosso, director de la Agencia de Noticias Guerrero. “La mayoría de los periodistas salieron damnificados en sus familias, en su patrimonio. También hubo afectaciones en sus cámaras fotográficas, de video, computadoras, y otras herramientas que se utilizan para comunicar”.
Pese a haber sufrido pérdidas materiales, Carbajal relató que no dejó de trabajar ni un solo día durante las dos semanas posteriores al huracán. Hasta que la batería de su teléfono celular se lo permitió, captó yates boca abajo, autos apilados uno encima de otro por los fuertes vientos y hasta cuerpos de personas sin vida en las calles de Acapulco. El fotoperiodista pudo enviar a su redacción ese material hasta varios días después, cuando consiguió acceso a internet.
Un mes después, ni las telecomunicaciones ni la energía eléctrica han sido restablecidas en su totalidad. La señal de internet es intermitente y sólo es posible captarla en algunas regiones. La Costera Miguel Alemán, la principal vialidad turística de Acapulco, fue de las primeras zonas en contar con buena cobertura de telefonía celular. Ahí es a donde reporteros y fotógrafos deben acudir para enviar su material, dijo el fotoperiodista. Fue también en esa avenida donde por primera vez Carbajal tuvo noticias de sus colegas.
“Me duró dos días la pila del celular y al tercer día, unos compañeros de Univision que traían un carro grande con antena, donde había conexiones, empezaron a dar chance a que gente se conectara ahí. Yo ahí me conecté unos minutos para cargar un poco mi celular”, contó.
“El municipio de Acapulco, al cuarto día, puso una planta generadora para cargar los celulares de los reporteros. Ahí fue cuando comenzamos a concentrarnos varios reporteros y empezamos a tener noticias de nosotros mismos”.
La insuficiente cobertura periodística provocó un vacío informativo en Acapulco y otros municipios afectados. Algunos periodistas y directivos de medios digitales locales se trasladaron a ciudades cercanas para trabajar de manera remota, pero con la escasez de servicios de telecomunicaciones, los reporteros en el terreno todavía enfrentan obstáculos para dar a conocer la información.
“Estamos limitados técnicamente. En mi caso, sí me vine a Chilpancingo [capital del estado de Guerrero]. Los demás allá están encerrados [en Acapulco] y cuando pueden publican información y, cuando no, se esperan hasta tener señal”, dijo a LJR Miguel Ángel Mata, presidente del Club de Periodistas de Guerrero y director del medio digital Síntesis de Guerrero. “Hay vacío informativo porque solamente se están dando a conocer boletines de información que llevan los políticos y los gobiernos, con fotografías de ellos limpiando solamente la Costera Miguel Alemán [...]. Cuando publicamos esa información lo hacemos de manera muy limitada, justamente por esa falta de energía”.
Para muchos de los periodistas que sufrieron afectaciones en sus casas, esto representó también la pérdida de su lugar de trabajo. A raíz de la pandemia de COVID-19 y de daños ocasionados por los constantes sismos que afectan la región, El Sur cerró sus oficinas en Acapulco hace cerca de dos años, contó Carbajal. Desde entonces, gran parte de los periodistas del diario trabajan desde sus casas.
“Hay otra oficina que le decimos ‘El Taller’, que es donde se imprime el periódico. Esas oficinas están, pero quedaron muy dañadas [por el Huracán Otis]. Ahorita vinieron los jefes y buscaron la manera de arreglar el lugar y que se habilitara para que trabajáramos ahí”, dijo el fotoperiodista. “Pero justamente nos duró el gusto dos días porque ya no tuvimos luz hoy, así que ahorita andamos buscando dónde mandar información”.
La devastación del Huracán Otis llegó a sumarse a una larga lista de factores que mantienen al periodismo en Guerrero en una situación crítica. Desde antes del ciclón, el estado era ya un escenario altamente hostil para los periodistas, a causa de asesinatos, amenazas, desplazamiento forzado, agresiones e inseguridad.
En lo que va de 2023, al menos tres comunicadores han sido asesinados en la entidad. Solo en Acapulco, este año han sido privados de la vida el corresponsal Gerardo Torres Rentería y el reportero de nota roja Nelson Matus, en mayo y julio, respectivamente. En junio fue asesinado el locutor de radio Pablo Salgado en la ciudad de Iguala, a 210 kilómetros de Acapulco. El 23 de noviembre se dio a conocer el secuestro por parte de sujetos armados de tres periodistas y dos familiares de uno de ellos en Taxco, ciudad a 38 kilómetros de Iguala.
El 17 de noviembre, la organización Artículo 19 indicó que, de acuerdo con su más reciente informe de violencia contra la prensa en México, Guerrero sigue entre las 10 entidades más violentas para la labor periodística en el país. Asimismo, denunció la persistencia de amenazas y actos de intimidación hacia periodistas por parte del crimen organizado, especialmente en Iguala, un foco rojo en el estado por sus altos índices de violencia.
La impunidad en casos de violencia contra periodistas y la inacción de autoridades estatales ha generado un ambiente de desamparo que ha tenido impacto en el ejercicio periodístico y en la salud emocional de los periodistas, dijo Artículo 19 en su comunicado.
“Algunos de ellos se han visto obligados a recurrir a la autocensura: dejar de colaborar en sus medios de comunicación, bajar su perfil y/o a limitar sus publicaciones [en redes sociales]. Esto afecta su derecho a la libertad de expresión y al derecho de acceso a la información de la población de Iguala y del estado de Guerrero en general”, indicó la organización.
A ese panorama se suma la preocupación de periodistas de Acapulco de que la devastación dejada por Otis provoque una crisis que lleve al cierre de los medios locales, sobre todo aquellos que viven de la publicidad oficial.
“Yo creo que sí, algunos van a desaparecer, porque el gobierno firma convenios con algunos medios, con la mayoría”, dijo Mata. “Ahorita que no están publicando, corren el riesgo de que les cancelen los convenios y que su fuente de financiamiento se cancele”.
Por su parte, Carbajal considera que entre sus colegas de Acapulco existe la incertidumbre sobre si las necesidades que dejó el huracán superarán la capacidad del gobierno y esto ocasione recortes en los presupuestos de la publicidad oficial en medios locales.
“Es una cuestión que nos preocupa mucho, que es probable que muchos medios no sobrevivan a eso, sobre todo porque los recursos que hay todavía vienen de la publicidad institucional”, dijo. “No sé cómo se va a hacer, si todo [el presupuesto público] se va a concentrar en otro tipo de ayudas a la ciudad, podría haber un recorte en la publicidad institucional hacia los medios”.
Ante el panorama desolador que dejó Otis, organizaciones de periodistas y de defensa de la libertad de expresión en México han llamado a las autoridades tanto federales como del estado de Guerrero a realizar acciones para dar apoyo a los periodistas afectados por el huracán y garantizar el derecho a la información de la población en medio del desastre.
La organización Periodistas Desplazados de México urgió a la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, a destinar recursos del Fondo de Apoyo a Periodistas con el que cuenta la entidad para apoyar a los comunicadores afectados en sus necesidades más apremiantes, de acuerdo con un comunicado publicado en redes sociales el 3 de noviembre.
De forma similar, el Club de Periodistas de Guerrero y la delegación en Guerrero del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa (SNRP) se reunieron con autoridades estatales para solicitar que se entreguen recursos de dicho fondo a los periodistas de Acapulco.
“Estamos pidiendo que en este momento se aplique un recurso que ellos [el gobierno del estado] tienen para que a los compañeros de Acapulco se les entregue una cantidad de dinero”, dijo Mata. “Creemos que ese recurso les alcanza para dotarles [durante] una, dos o tres semanas a estos compañeros de algún recurso. Creemos que sí es viable”.
Artículo 19 urgió a las autoridades mexicanas garantizar el derecho a la información en las zonas afectadas por el impacto de Otis, luego que, según la organización, estas fallaron en proporcionar información clara y oportuna sobre la magnitud del huracán, lo que dejó a la población sin posibilidades de tomar decisiones informadas y prepararse para el fenómeno natural, de acuerdo con un comunicado publicado el 1 de noviembre.
El Club de Periodistas y el SNRP están recolectando víveres y apoyos económicos entre sus agremiados para llevarlos a sus colegas de Acapulco y otros municipios afectados. La organización de apoyo a periodistas independientes Frontline Freelance MX convocó a hacer donativos de equipo de trabajo como baterías, extensiones, lámparas y tarjetas de memoria.
La AMPDA, por su parte, llamó a periodistas y medios de comunicación de México a donar equipo en buen estado a reporteros que perdieron sus herramientas de trabajo.
“Si tienes una cámara viejita, que esté en buenas condiciones, pues dónala. O una laptop, una grabadora o algún teléfono”, dijo Muñiz. “Cualquiera de esas herramientas ayuda, porque [con eso] ya puedes volver a reportear. Y ya pudiendo reportear, puedes mandar una nota, mandar fotos, tal vez ya puedes hacer alguna entrevista, y eso ya te va a significar un ingreso”.