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La prensa en Nicaragua ha sufrido agresiones y obstáculos como la concentración de medios y la falta de acceso a la información desde que Daniel Ortega llegó al poder. Pero tras los disturbios de abril de 2018, cuando la policía reprimió con violencia protestas contra el régimen de Ortega, la situación de la libertad de expresión se recrudeció a niveles que los periodistas nicaragüenses no imaginaban.
Para el periodista Carlos Fernando Chamorro, quien dejó Nicaragua en enero y ahora trabaja desde el exilio en Costa Rica, acostumbrarse a trabajar en condiciones de inseguridad física y jurídica ha sido todo un reto.
Como uno de los oradores estelares en la Conferencia Lozano Long 2019 “Periodismo Bajo Acoso”, organizada por el Teresa Lozano Long Institute de Estudios Latinoamericanos y el Centro Knight para el Periodismo en las Américas de la Universidad de Texas en Austin, Chamorro dijo que los periodistas agredidos en Nicaragua se han visto en riesgo de cruzar la delgada línea entre el periodismo y el activismo.
“Nosotros no estábamos preparados para trabajar en condiciones de inseguridad. Creo que en El Salvador, en México, en Guatemala y en otros lugares pasaron ya antes por esa clase de crisis. Para nosotros, adaptarnos a eso fue una cosa de mucho shock. Y por el otro lado yo te diría que también ha sido difícil administrar esa raya del activismo y de poner el ‘brake’ y decir ‘aquí somos periodistas y tenemos que poner un límite y contar las historia de esta forma’. Es extremadamente difícil, por la pasión”, dijo Chamorro, quien es hijo de la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro y del editor de periódicos asesinado en 1978 - durante la dictadura de Anastasio Somoza Debayle - Pedro Joaquín Chamorro.
El 14 de diciembre de 2018, la Policía Nacional allanó las redacciones de Confidencial, el semanario que Chamorro fundó y que dirige hasta ahora, y de los programas de televisión “Esta Semana” y “Esta Noche”. Una semana después, se produjo el asalto contra el canal 100% Noticias y la detención de comunicadores como Miguel Mora y Lucía Pineda, quienes están presos desde el 21 de diciembre de 2018. Chamorro conoció que había órdenes directas del régimen de Ortega de criminalizar el ejercicio del periodismo y acusar penalmente a otros periodistas, y eso le llevó a tomar la decisión de exiliarse en Costa Rica, donde radica desde enero de este año y desde donde sigue dirigiendo a distancia la redacción de Confidencial y grabando su programa “Esta Semana”.
“Los retos son enormes porque en mi caso particular la mitad de mi redacción está en Managua bajo condiciones muy precarias de seguridad, y la otra mitad está dispersa en cuatro distintos países”, dijo.
Dentro de esta coyuntura, los medios han encontrado en las redes sociales y los dispositivos móviles importantes herramientas no sólo para hacer periodismo a distancia, sino para combatir a la censura.
“No terminaba yo de valorar y apreciar el potencial de comunicación que estos dispositivos tenían porque la verdad es que en Nicaragua eran utilizados primordialmente para cosas muy frívolas, lúdicas, de espectáculos, de comunicación, de chismografía. Pero en ese momento se convirtieron en los mecanismos principales para documentar la represión y la resistencia”, dijo Chamorro. “Los periodistas nos convertimos de alguna manera en curadores en todo ese proceso”.
Para Chamorro, la diferencia entre la crisis actual de libertad de expresión y la de años anteriores en Nicaragua es que antes, con todo y obstáculos los periodistas eran capaces de denunciar la corrupción y reportar sobre los actos del régimen de Ortega, porque la prensa era tolerada en tanto no representara ningún riesgo para la dictadura.
“El periodismo que nosotros hacíamos no tenía consecuencias directas, primero porque todas las instancias del Estado, la justicia, el parlamento, la fiscalía están controladas por el Ejecutivo, nadie haría una investigación”, dijo Chamorro.
“El régimen podía tolerar medios que fuesen frontalmente críticos en la medida en que su poder no estaba siendo puesto en riesgo por ningún movimiento social y político. Eso cambia después del 18 de abril”, dijo el periodista posteriormente.
Según Chamorro, un ejemplo de que el periodismo está comenzando a tener consecuencias en Nicaragua es el trabajo del periodista de Confidencial Wilfredo Miranda “¡Disparaban con Precisión: a Matar!”, que permitió establecer el patrón de ejecuciones extrajudiciales utilizado por los policías y paramilitares durante las protestas de abril de 2018.
El reportaje fue reconocido este año con el Premio Iberoamericano de Periodismo Rey de España, y fue citado profusamente en los informes del la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) que investigó más de 100 asesinatos ocurridos en las primeras seis semanas de la represión.
Chamorro dijo que, a pesar de los ataques a Confidencial, el sitio de noticias ha registrado un significativo aumento de audiencia, al igual que ha ocurrido con otros medios independientes. El periodista atribuye esta alza a que los jóvenes y la gente que antes no consumía información comenzaron a hacerlo, y también a que los partidarios del régimen de Ortega no tienen canales confiables para informarse, dada la concentración de medios de comunicación en manos de personas cercanas al mandatario.
“El aparataje de medios oficiales, todos esos canales que ellos llegaron a comprar y a tener, que dominaban y que presentaban los partidos de fútbol y que hacían los grandes eventos y los grandes espectáculos, que atraían a la juventud, en una crisis como esta, no sirvieron para nada, tienen cero credibilidad”, dijo.
El reciente ensañamiento contra la prensa es en parte consecuencia de que los medios han servido para darle amplitud a las protestas y a los actos de represión, agregó Chamorro.
“Hay una rebelión social, política, y bajo esas circunstancias resulta intolerable que existan medios que están catapultando y ampliando la resonancia que tiene esa protesta. Hay también venganza y hubo también una ruptura en el sistema de control de medios”, de manera que ahora hay más periodistas y medios independientes.
La situación en Nicaragua no parece dar señales de mejora, sin embargo Chamorro tiene motivos para creer que el régimen es insostenible. Y, desde el exilio, tiene fe en que el periodismo resistirá para poder atestiguar un cambio democrático en ese país.
“Nosotros creemos – por lo menos yo creo y quiero tener la convicción – que vamos a poder contar la historia de cómo se cambia esta dictadura de manera pacífica”, concluyó.