Raúl Peñaranda ha sido la causa de los dolores de cabeza de los que están en el poder desde que inició su carrera periodística cuando era un adolescente en Bolivia. En ese entonces, sus objetivos eran sus profesores. Ahora se concentra en el Gobierno boliviano.
Peñaranda, quien creó los medios de comunicación independientes Nueva Economía, La Época y Página Siete, fue reconocido este año por los Premios Maria Moors Cabot debido a sus reportajes excepcionales sobre las Américas.
La Escuela de Posgrado de Periodismo de la Universidad de Columbia señaló que Raúl “es uno de los periodistas más desempeñados en Bolivia. Ha tenido éxito como empresario de medio, innovador, destacado editor y analista, autor prolífico y ‘la voz de la razón imperturbable’ en el acalorado y polarizado ambiente político que ha existido en Bolivia los últimos años”.
Peñaranda fundó la publicación de investigación Página Siete en 2010. Tres años más tarde, en un intento por salvar su proyecto en medio de una ya tensa relación con el gobierno, renunció después de un error en su publicación que atrajo la atención nacional hacia el diario.
Este periodista crítico se ha convertido a menudo en el objetivo de la administración del presidente de Bolivia, Evo Morales, quien lo ha llamado “agente chileno” y “traidor”, según Página Siete. En uno de sus libros más recientes, Control Remoto, argumentó que la administración de Morales controla indirectamente los medios de comunicación a través de una red de medios “paraestatales” que fueron adquiridos por empresarios simpatizantes del gobierno.
Además de escribir libros, en la actualidad Peñaranda es editor para la Agencia de Noticias Fides y la publicación semanal Aldea Global. El ex becario Nieman (el primer boliviano) y otros tres periodistas serán homenajeados el 14 de octubre en la Universidad de Columbia en Nueva York.
Antes de la ceremonia, el Centro Knight para el Periodismo en las Américas está hablando con cada uno de los galardonados acerca de su carrera y la situación del periodismo. Para la primera nota, hablamos con el veterano corresponsal en el extranjero, Lucas Mendes de Brasil y la ciudad de Nueva York. En esta ocasión, hablamos con el periodista boliviano galardonado Raúl Peñaranda.
Centro Knight: ¿Cuándo y por qué decidió ser periodista?
Raúl Peñaranda: Creo que siendo muy niño. Mi madre siempre recuerda la anécdota de que cuando yo una vez llegué del colegio cuando tenía seis años, estaba en el primer curso, llevaba un pedazo de cartulina en mi delantal, con un alfiler. Decía, con la mala letra de los niños de seis años, “Periodista”. Lo que pasa es que la profesora había preguntado a todos qué queríamos ser de grandes y debíamos escribir eso. Yo escribí, quién sabe por qué, “periodista”.
Después, estando en el colegio, en el grado 11, hice un periódico mural, que se renovaba todos los lunes y se colocaba al fondo del salón. Decidí hacer una encuesta y preguntar a los alumnos sus opiniones sobre los profesores. El resultado de cada profesor se iba publicando cada semana. Hubo una gran crítica de los maestros y me presionaron para que suspenda la publicación. Cosa que no hice. Al final terminaron echándome del colegio.
En la universidad, el segundo y tercer año, hice una revista mensual, llamada La Puerta. Se hacía en fotocopias. De ahí en más, toda mi vida he sido periodista.
CK: ¿Qué desafíos enfrentó al iniciar Nueva Economía, La Época y Página Siete?
RP: Distintos desafíos. Cuando hice Nueva Economía yo era muy joven, tenía 27 años. El proyecto era muy pequeño y se basaba en tener primicias sobre el gobierno. Lo que hacía era “ir contra la corriente”. En ese momento, el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y su régimen tenían amplia popularidad y la mayoría de los medios lo apoyaban. Yo me dediqué a encontrar los problemas de ese gobierno. Tuvimos problemas en la distribución y en la venta de publicidad, pero salimos adelante. Fue el primer periódico boliviano especializado en economía.
La Época fue un proyecto más consolidado. Yo, para entonces ya era un periodista de mayor experiencia. Queríamos hacer un periódico que equilibre bien la información “dura”, de coyuntura política y económica, con áreas de información más atemporal, como cultura y ciencia. También buscábamos que hubiera un equilibrio entre los géneros, buscando que no solo hubiera “pirámides invertidas” en nuestro periódico, sino también crónicas y reportajes.
El modelo de negocios fue un “invento boliviano”, como dijo un consultor español que llegó al país. Era un semanario gratuito, pero se distribuía en las casas y oficinas de un sector de “tomadores de decisiones” del país. No se había explorado esa posibilidad, de hacer periodismo de calidad en formato gratuito y para las élites.
Nosotros hicimos un listado de miles de empresarios, políticos, diplomáticos, gente de la cultura, dirigentes sociales y sindicales, y averiguamos donde vivían y cuáles eran sus oficinas. A ellos el periódico les llegaba embolsado y etiquetado una vez por semana directamente a sus casas y oficinas. El modelo fue exitoso.
Página Siete es un proyecto mucho más grande. Un grupo de inversionistas importante llevó adelante la idea. Allí el desafío fue penetrar en un mercado saturado con un producto nuevo. Pero aunque lo intuíamos no nos dimos cuenta que el desafío principal iba a ser el político. El gobierno boliviano arremetió con todo contra ese diario, por nuestra postura independiente y nuestros reportajes de investigación. Hubo desde agresiones verbales, multas impositivas sin base, retiro de la publicidad gubernamental, presión a algunos anunciadores privados para que dejen de publicitar en el periódico, etc. Pero también fue un éxito. Como es una de las pocas voces independientes, mucha gente lo sigue y las a autoridades no les queda otro remedio que leerlo, comentarlo y… atacarlo.
Con mitad de gente que la competencia, y con sueldos más bajos, Página Siete hace una labor excelente
CK: Usted ha escrito o editado 11 libros. ¿Qué tan diferente es escribir un libro a escribir para los medios de comunicación?
RP: No hay mucha diferencia. Yo creo que el lenguaje en ambos casos debe ser preciso, claro, argumentado, matizado, con una estructura lógica y comprensible. Mis libros son de género monográfico o ensayístico, que al final tiene mucha relación con el periodismo. Obviamente, por la extensión, un texto es distinto a una nota o un reportaje, y se logra mucho mayor profundidad, pero en cuanto al estilo las características son similares.
CK: Algunas personas le ven como un defensor de los medios de comunicación independientes y la prensa. ¿Cuál es el estado de los medios de comunicación en ese país hoy en día?
RP: El estado de los medios en Bolivia es preocupante. El gobierno ha logrado acabar casi por completo con los medios independientes. Ahora esos son solo un puñado. El gobierno, a través de empresarios amigos, ha comprado medios y les ha cambiado la línea editorial. También los ha presionado, con agresiones verbales y entidades estatales, para debilitarlos y atemorizarlos. Finalmente los ha cooptado, con millones de dólares para publicidad gubernamental. Esos medios, para obtener esa publicidad, y luego seguir recibiéndola, también cambiaron su línea editorial y se volvieron órganos de prensa pro-gobierno.
CK: ¿Qué significa para usted recibir este premio?
RP: Estoy muy orgulloso y honrado. Soy el tercer boliviano en recibirlo, después de Guillermo Gutiérrez Vea Murguía, en los años 60, y Huáscar Cajías, en los 90. Es un galardón muy importante, que creo que premia a todos los colegas que siguen trabajando por hacer un periodismo independiente y crítico.
Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.