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Investigaciones sin fronteras: periodistas latinoamericanos innovan en proyectos transnacionales

Este artículo es parte de una serie sobre Periodismo Innovador en América Latina y el Caribe.(*)


El 3 de abril de 2016, salieron a la luz los Panama Papers, una investigación que involucró a 370 periodistas de 76 países –incluyendo a 96 periodistas de 15 naciones latinoamericanas–, quienes develaron una red de evasión de impuestos y creación de compañías en paraísos fiscales por parte de empresarios y líderes alrededor del mundo.

La investigación, dirigida por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), provocó escándalos políticos en muchos países. Pero en el ámbito del periodismo, tuvo un efecto positivo: mostró el impacto que tiene una investigación transnacional realizada por periodistas de distintos países en la era digital y en un mundo globalizado, donde los problemas trascienden fronteras.

“Antes de Panama Papers estuvieron los Luxembourg Leaks y los Swiss Leaks [proyectos de ICIJ], pero en efecto, con Panama Papers estos proyectos se hicieron visibles, se mostró que funcionan, que traen buenos resultados. Al ver el impacto y la dimensión, sí estimuló mucho más el trabajo de colaboración. Ya no tienes que convencer a los periodistas, que estaban acostumbrados a ser lobos solitarios, para que se unan a una colaboración.  Sí creo que hay un antes y un después de Panama Papers”, dijo la venezolana Emilia Díaz-Struck, editora de investigación del proyecto “Panama Papers”.

El Centro Knight consultó a periodistas de cuatro medios y organizaciones periodísticas en América Latina dedicados a proyectos colaborativos transnacionales. Discutimos las condiciones de la región que favorecen este tipo de colaboraciones, cómo trabajan a través de las fronteras para explicar esta clase de problemas que no se limitan a barreras físicas, y las promesas y amenazas que implica la tecnología.

América Latina: tierra fértil para proyectos periodísticos transnacionales

Actualmente, la tecnología digital e internet facilitan enormemente investigaciones que en años anteriores hubieran sido muy difíciles de lograr, si no imposibles. Los periodistas pueden ahora conectarse con herramientas digitales, explorar en conjunto enormes bases de datos, desarrollar motores de búsqueda y generar procesos colectivos para beneficio informativo de la sociedad de cada uno, sin necesidad de reunirse físicamente.

“Antes hablábamos de equipos dentro de la redacción. Ahora, periodistas de distintos países pueden comunicarse de manera segura en plataformas en línea y prácticamente tener una redacción virtual en la que van compartiendo información, hallazgos e historias”, dijo Díaz-Struck.

Los países latinoamericanos comparten una lengua y culturas similares, además de que cada vez hay más acuerdos comerciales y culturales entre gobiernos y empresas que acercan a las naciones entre sí. Pero también enfrentan grandes problemas que afectan territorios desde la Patagonia hasta el Río Bravo, como la corrupción, el crimen organizado, la migración y todas las consecuencias sociales que de ellos se derivan. Periodísticamente, lo anterior crea un terreno fértil para el desarrollo de proyectos de investigación transnacional.

“Hay un contexto transnacional importante, un contexto de realidades que están transformando a los países, que están afectando el desarrollo de la región y la vida de los ciudadanos. Y la pregunta ahí es qué tanto está haciendo el periodismo”, cuestionó el colombiano Carlos Eduardo Huertas, director de Connectas, plataforma periodística que promueve la colaboración en temas clave para América Latina.

Entre los proyectos de Connectas están “El Nuevo Éxodo Latino”, en el que colaboraron periodistas de Colombia, Perú y Chile, para ilustrar mediante datos, mapas y testimonios la ruta migratoria de colombianos hacia tierras chilenas. Otro trabajo colaborativo de la organización es “Las Últimas Prisioneras de los Nazis en América Latina”, en el que medios de Colombia, Chile, Brasil, Venezuela y México abordan el tema de las obras de arte robadas por el régimen de Hitler que terminaron en territorio latinoamericano.

Los crecientes acuerdos transnacionales en la región, tanto a nivel de empresas como de gobierno, generan historias que se interconectan. Para los periodistas involucrados en proyectos colaborativos, las miradas locales y el acceso a las fuentes en las distintas naciones generan un trabajo mucho más robusto y sólido.

“Creo que veremos más y mejor periodismo colaborativo en la región”, dijo Emilia Díaz-Struck. “En América Latina quedan en evidencia escándalos de corrupción que cruzan por todo el continente, como es el caso de Lava Jato, donde está involucrada una compañía que opera en toda América Latina y lógicamente cobra muchos sentidos que los periodistas cooperen y colaboren para investigar temas como ese”.

Datos y proyectos transnacionales

Para proyectos que retoman conflictos que tocan a varios países, el periodismo de datos es una gran herramienta para comparar situaciones e identificar tendencias y variables en común. A partir de ello, los periodistas pueden agregar detalles a la historia en general al complementarla con casos individuales o ejemplos.

“Podemos humanizar las historias a partir de los números para dar a entender a la ciudadanía que el contexto es mucho más grande de lo que estamos mostrando con una serie de casos”, dijo al Centro Knight Ginna Morelo, directora de la Unidad de Datos del periódico colombiano El Tiempo y coordinadora del Consejo de Redacción (CdR), una organización que promueve el periodismo de investigación en su país.

“El periodismo de datos permite colectivizar más la búsqueda de información retomando la metodología de las ciencias sociales, toda esa riqueza de lo cualitativo y lo cuantitativo. Es una gran oportunidad de hacer visibles realidades que no se deben quedar dentro de los países sino que deben sobrepasar fronteras”, dijo la periodista.

Morelo estuvo a cargo del proyecto “Desaparecidos. Duelo Eterno”, realizado por El Tiempo en colaboración con el diario mexicano El Universal, en el que  se abordó el tema de las desapariciones forzadas cometidas por el crimen organizado en ambos países. Dicho trabajo recibió el Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2016 como Mejor Cobertura Multimedia.

Proyectos como los anteriores precisan la obtención, organización y análisis de grandes cantidades de datos, lo cual es actualmente facilitado en gran medida por las herramientas digitales. Esa posibilidad de manejar y almacenar cantidades masivas de información en la red o en pequeños dispositivos ha impulsado la innovación en el terreno del periodismo transnacional de datos, lo cual también ha contribuido a la creación de nuevas formas de presentar esa información. Una de esas formas es a través de plataformas narrativas transmedia, conformadas por múltiples elementos como tablas, mapas, video y texto.

“Hoy, en dispositivos minúsculos cabe toda la información que antes ocupaba grandes bodegas, y eso demanda al periodismo un conocimiento especial para poder hacer el trabajo de manera diferente. El periodista debe formarse en cómo organizar mejor la información, cómo procesarla, cómo organizarla y cómo visualizarla”, agregó Huertas, cuya organización Connectas también participó en los “Panama Papers”.

“Memoria Robada” es otro de los proyectos emblemáticos de periodismo colaborativo transnacional basado en enormes bases de datos que requirieron el uso de herramientas especiales que facilitaran el intercambio y visualización de información. Ese trabajo –que presentó una base de datos sobre el tráfico ilícito de piezas culturales en América Latina– es una investigación del sitio peruano Ojo Público en colaboración con La Nación, de Costa Rica; Chequeado, de Argentina; Plaza Pública, de Guatemala; y Animal Político, de México.

“La clave [de la innovación] del proyecto fue la visualización de datos: cómo diseñamos una investigación basada en datos masivos, porque de lo contrario hubiera sido una serie investigativa sobre el tráfico de arte que aportara información pero no de manera innovadora. Tomó bastante tiempo pensar en la mejor forma de organizar esa información”, explicó al Centro Knight Fabiola Torres, cofundadora de Ojo Público y coordinadora de “Memoria Robada”.

Para la óptima presentación de los datos, los creadores de “Memoria Robada” usaron templates gratuitos de D3.JS, que es una librería de plantillas prediseñadas para producir infografías a partir de bases de datos. Los medios involucrados usaron también la plataforma Scribd para compartir los documentos y fotografías recabadas, con el fin de que periodistas y público de otros países conocieran la información de los documentos originales.

Sin embargo, obtener la información en cada país puede ser a veces la primera barrera. Aun con las leyes de acceso a la información pública que existen en los países de América Latina, las solicitudes de periodistas de sobre temas de corrupción o crimen son frecuentemente rechazadas o bien se les entrega información sesgada. Eso complica los proyectos periodísticos transnacionales al impedir mostrar homogéneamente la situación de todos los países involucrados.

“Cuando se trata  de información sensible, los periodistas se enfrentan a la oposición de las autoridades de entregar la información que estamos pidiendo, depende si es secreta o no es secreta para ellos. Hay información de carácter público que no nos han entregado con argumentos de ‘secreto comercial’ del ministerio de cultura de Perú”, dijo Torres sobre los problemas que enfrentaron para obtener documentos oficiales para “Memoria Robada”.

En dicho proyecto, los periodistas tuvieron que recurrir a solicitudes de acceso a información -que no siempre tuvieron éxito- para pedir miles de memorandos, alertas de robo, informes técnicos y fotografías de instituciones de los distintos países involucrados. Los documentos fueron después analizados y organizados con el fin de crear un panorama completo de la situación del robo de arte en la región.

Pese a todo, los periodistas consultados coinciden en que la colaboración transnacional también contribuye a combatir la censura y los obstáculos que enfrentan los reporteros en ciertos lugares donde se vulnera a la libertad de prensa, gracias al gran alcance que logran con la publicación multinacional.

“Cuando una historia sale en varios países cobra fuerza y aumenta la audiencia. Llega a distintos sectores y eso fortalece el trabajo en términos de impacto. Eso ayuda a que se reduzcan las presiones contra los periodistas porque es un colectivo el que está trabajando por un tema, no es un periodista solo”, dijo Emilia Díaz-Struck.

“Si un trabajo tiene mucha gente detrás y varios medios, eso ayuda que haya mayor fortaleza en términos de la cobertura y se supere la censura. Si en un país la historia no sale por alguna condición, en otros sí puede salir, y la historia al final sale a la luz”, dijo.

Para que periodistas de distintas nacionalidades desarrollen con éxito un proyecto colaborativo sobre un tema que trasciende fronteras es necesario establecer las reglas del juego desde un inicio. Cada medio tiene sus propias técnicas de trabajo, políticas y líneas editoriales, pero para un proyecto en conjunto, los lineamientos deben ser los mismos para todos los participantes.

Una vez iniciado el proyecto, los participantes deben recurrir a herramientas digitales para todo el desarrollo del trabajo, para mantener comunicación y compartir información, hasta para organizar los datos obtenidos y crear visualizaciones.

Herramientas populares como Skype, FaceTime y Slack son fundamentales para llevar a cabo la coordinación grupal, aunque para compartir y analizar datos complejos son necesarias plataformas más especializadas.

“Slack te permite formar grupos temáticos. Lo que hicimos fue crear el canal de ‘Memoria Robada’ y nos íbamos dejando mensajes. También tuvimos reuniones por Skype que facilitaban algunas coordinaciones tanto grupales como personales para hacer seguimiento al trabajo de los periodistas”, explicó Torres.

El ICIJ, por su parte, desarrolló una red social privada denominada Global ICIJ, en la que los periodistas miembros comparten información y publican los avances de sus proyectos. También cuentan con la interfaz tipo “nube” Blacklight para subir y explorar documentos en conjunto, y con Linkurious, un programa de visualización de datos para analizar conexiones entre diferentes datos.

La sensibilidad de la información en un proyecto colaborativo transnacional hace obligatorio el uso de sistemas de seguridad a la hora de compartir documentos en línea. Por ello los medios deben blindarse de posibles filtraciones que pudieran comprometer a sus reporteros o a sus fuentes. Eso incluye sistemas de doble autenticación y comunicaciones encriptadas, como Infoencrypt y Hushmail, de acuerdo con Carlos Eduardo Huertas.

“El trabajo colaborativo ayuda a construir redes de confianza,” explicó Huertas. “Todo el proceso se da en un entorno donde la seguridad digital juega un papel importante. Usamos Reportero Seguro, que es la plataforma del International Center for Journalists (ICFJ), para compartir documentos e información”.

Si bien la tecnología y las condiciones de América Latina favorecen el desarrollo de proyectos colaborativos transnacionales en la región, aún existen aspectos que se deben de pulir para que la tendencia se fortalezca y los proyectos adquieran mejores niveles, de acuerdo con los periodistas especializados en este tipo de trabajos.

“La materia prima, que son las historias, están en abundancia. También hay mucho talento, colegas valiosos, valientes y dedicados. Pero sí es necesario ir reforzando las técnicas de investigación. Es necesario fortalecer los mecanismos de seguridad para las comunicaciones, la protección para los periodistas y sus fuentes. También la sostenibilidad de las propuestas a mediano y largo plazo es fundamental para garantizar que las historias lleguen a buen puerto”, Huertas consideró.

Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.

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