Durante la pandemia, el número de casos de COVID-19 en las favelas se dio a conocer por medio de estadísticas oficiales. No obstante, desde el inicio, periodistas comunitarios y médicos locales de clínicas en favelas advirtieron que esas cifras de las autoridades no reflejaban la realidad. “Mientras nosotros -los habitantes y personal de la salud pública en la comunidad - observábamos una centena de nuevos casos, el Estado informaba una decena”, cuentan Bruno Sousa y Mariana De Paula Santos, fundadores de LabJaca, el laboratorio de periodismo de datos e información que nació en la pandemia en la favela de Jacarezinho, zona norte de la ciudad de Río de Janeiro, Brasil.
La comunicación comunitaria es un servicio circular: se cuidan entre sí. Los integrantes de este equipo de periodistas e investigadores universitarios nacieron en esta favela de 55 mil habitantes. Existen varios medios que narran con voz propia lo que sucede en las favelas de la ciudad. Y todas tienen un denominador común: son jóvenes comprometidos con la agenda de derechos humanos. Voz das Comunidades, un diario comunitario, fue fundado por René Silva, un habitante del Complejo del Alemão. A sus 17 años relató una ocupación policial y militar desde sus ojos de cronista en el territorio y en 24 horas pasó de 300 seguidores a 10 mil en Twitter. Hoy, Voz das Comunidades provee contenidos a medios masivos como Globo y Yahoo.
Un ejemplo similar a LabJaca y su periodismo de datos es el Data_labe en el Complexo da Maré, un conjunto de favelas en la misma región norte de la ciudad. “Actuamos porque los datos oficiales no tienen en cuenta matices de la periferia, que sólo nosotros conocemos”, dice Gilberto Vieira, cofundador de data_labe.
Tras la experiencia del COVID, LabJaca quiso saber qué pasaba con enfermedades infecciosas como el dengue, frecuente en las favelas debido a las condiciones habitacionales y de medio ambiente. Si bien el dengue aumentó un 44% en 2022, investigadores advierten que el efecto de la pandemia pudo haber provocado ese incremento acumulativo desde el año 2020 que lo hizo crecer de manera constante. “Eso pudo haber sucedido por la falta de acciones de control del mosquito”, dice Claudia Codeço, coordinadora del InfoDengue de la Fundación Oswaldo Cruz, una institución técnico-científica que realiza investigaciones sobre temas relacionados a la salud colectiva.
Guiados por los principios del “citizen-generated data” (datos generados por la ciudadanía), LabJaca procura generar datos y estadísticas sobre temas de derechos humanos, medio ambiente y seguridad pública.
A mediados de 2021, estos jóvenes periodistas junto a los profesionales de la institución científica Fiocruz, iniciaron una acción de investigación de campo para no dejar pasar la expansión silenciosa del dengue. “Queríamos conocer la percepción de nuestros vecinos sobre el dengue, y si conocían las formas de transmisión y prevención”, cuenta Mariana De Paula Santos del equipo de LabJaca. Mientras entregaban cestas básicas de alimentos a los vecinos en una cancha de fútbol de la comunidad, realizaron una serie de encuestas a más de 100 habitantes.
Como resultado, elaboraron el informe Dengue no Jacarezinho con dos grandes conclusiones. La primera: el 69% de los habitantes entrevistados son conscientes que viven expuestos al contagio del virus. La segunda: seis de cada diez personas dijeron no ver medidas públicas del Estado para sanear el problema, sobre todo en los últimos años. “Saben de la discriminación que vivimos y del racismo ambiental”, analiza el coordinador de comunicación de LabJaca, Bruno Sousa.
El concepto racismo ambiental surge en 1981 en Estados Unidos por el afroamericano Benjamin Franklin Chavis Jr. El término se refiere a la discriminación racial en la elaboración de políticas ambientales – sobre agua, saneamiento básico, hábitat, residuos tóxicos - que no considera a grupos o comunidades específicas como las de raza negra. Rumba Gabriel, un hombre de 67 años, habitante de Jacarezinho lo explica en otras palabras. “De niño, yo nadaba en este río que hoy es un basural”.
Un resultado que el equipo de LabJaca considera fundamental en el informe es que, aparte de la consciencia ciudadana sobre el peligro y la exposición: el 90% de los entrevistados sabe que el agua sanitaria ayuda a matar las larvas, o sea, conocen las formas de prevención y cuidado del mosquito del dengue en las casas.
Investigación y campañas de comunicación caminan juntos. Por eso, el informe sobre el dengue fue el incentivo para la producción de una serie de videos y campañas de concientización. En uno de ellos, un joven negro hace un monólogo, con guiños de humor y sátira, sobre la situación habitacional de la favela. El video tuvo más de 16.400 visualizaciones en la cuenta de Instagram de LabJaca.
“Con los resultados de nuestra producción de datos, buscamos empoderar a los habitantes para que puedan demandar al poder público local y ejercer presión mediática”, explica Bruno Sousa. En otro de los videos producidos, Ana Beatriz Nascimento de 23 años, habitante del Complexo Lins - próxima al Jacarezinho - dice frente a la cámara: “la falta de agua potable y de saneamiento básico se naturalizan. Terminamos viendo como normal criar a los niños al lado de un río contaminado. Eso también es racismo ambiental”.
En noviembre de 2022, en la COP 27 (Climate Change Conference), en Egipto, LabJaca participó activamente en los debates sobre el impacto de los cambios climáticos en el mundo. Junto a otros jóvenes brasileños reivindicaron la justicia climática en Brasil y sobre todo, la reparación histórica a las víctimas de tragedias ambientales en ese país y en el mundo - en cuya base está el racismo ambiental.
Jacarezinho vive ocupaciones policiales desde el año 2013. En la mayoría de las favelas de Río, el riesgo de morir a tiros es tres veces mayor que en cualquier otra región de la ciudad. En 2021, una de esas operaciones resultó en el asesinato masivo de 28 personas. Fue cuando LabJaca asumió una tarea comunitaria para ayudar a aliviar el estado de ánimo de los vecinos. En pocas semanas, el equipo organizó un festival de grafitis en que artistas de todo Brasil revistieron las paredes de las casas de Jacarezinho con colores y motivos alegres para tapar las marcas de las balas de la operación policial.
Una de las acciones del gobierno local del estado de Río de Janeiro fue crear un programa llamado Ciudades Integradas. “Se instalaron 1.300 agentes de seguridad en el territorio con la promesa de mejorías de infraestructura y reducción de la violencia. Pero lo que generó fue más violencia armada”, explica Pedro Paulo, investigador de LabJaca. Decidieron entonces armar una coalición de organizaciones de la sociedad civil y junto a la Universidad Federal Fluminense, LabJaca se abocó a la tarea de registrar la percepción de los habitantes de Jacarezinho sobre las acciones de Estado. Encuestaron a 387 habitantes y el resultado fue el siguiente: el 70% de los entrevistados expresó una mayor sensación de inseguridad desde la instalación del programa gubernamental y el 50% dijo haber pasado por una situación de invasión de sus residencias por parte de la policía en contextos de operaciones.
“La población necesita entender cuál es el gasto público de estas operaciones y cómo podría invertirse en educación, cultural y salud”, dice Bruno Sousa. La investigación y encuestas fueron más allá. Luego de presentar el informe, lanzaron una campaña y produjeron un video sobre seguridad pública que alcanzó más de 65 mil visualizaciones en redes sociales. Con recursos visuales innovadores, el video muestra el equivalente entre gastos en armas y lo compara a las inversiones sociales y educativas que podrían realizarse con ese mismo dinero que es destinado a la estructura policial. “¿Ustedes sabían que un fusil policial de bajo costo podría financiar un año de estudio de un alumno de la red de enseñanza pública?”, dice una voz en off a partir del minuto uno de la pieza audiovisual. El tema de las armas y la violencia ha sido mencionado durante toda la campaña presidencial de Lula: “Es hora de bajar las armas. Menos armas y más seguridad”, fueron frases recurrentes.
El sueño profesional de los jóvenes periodistas de Labjaca es generar un impacto en la población local. “Queremos tener más metodologías de investigación que podamos replicar en una base de datos abierta y de consulta pública”, reafirma Bruno. Buscan empoderar a la ciudadanía para llevar estos temas al debate público y poder demandar al Estado con una base sólida de datos.
Recientemente, se asociaron a Cipó, una plataforma de investigación sobre cuestiones de clima. Realizaron una serie audiovisual con pobladores de las favelas que llamaron “Ampliando Voces”. El foco: la crisis hídrica y la falta de saneamiento básico en Río de Janeiro. “Los problemas ambientales no son de un solo lugar, de una región o una favela, son un problema que afecta a todos”, dice la voz en off de un habitante, al inicio del video.
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Soledad Domínguez es periodista en derechos humanos, equidad racial e innovación en el periodismo, desde Argentina y Brasil.