Cuando el presidente de Colombia, Gustavo Petro, calificó de hacer “periodismo Mossad” – en referencia a la agencia de espionaje israelí – a la periodista María Jimena Dussán y otros, el rechazo de colegas de Dussán y de organizaciones de libertad de prensa al presidente no se hizo esperar.
La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) de Colombia rechazó “la estrategia que ha mantenido el presidente Gustavo Petro en torno a desacreditar y estigmatizar la labor de los periodistas y medios de comunicación que realizan veeduría a la gestión de su Gobierno”. Esto convirtió a la FLIP a su vez en blanco de ataques del mismo presidente y de sus seguidores.
Las críticas a medios y periodistas son comunes, teniendo en cuenta la inevitable tensión que crea el papel fiscalizador del periodismo. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, es conocido por usar sus populares ‘mañaneras’ para atacar el trabajo de periodistas, y el presidente argentino, Javier Milei, apunta cada vez más a los periodistas, incluso a través de redes sociales.
Las acusaciones del presidente Petro y de sus seguidores se enfocan en lo que consideran es una parcialidad en los medios y una falta de control a estos cuando se violan principios periodísticos.
Y aunque muchos de estos ataques y señalamientos se producen para generar un ambiente de censura y autocensura, lo cierto es que no todas las críticas pueden ser consideradas como una violación a la libertad de prensa.
“No somos infalibles. Los periodistas tenemos que estar abiertos al escrutinio público sin duda”, dice Yolanda Ruiz, codirectora del Consultorio Ético de la Fundación Gabo.
Desde el año 2000, la Fundación Gabo creó el Consultorio Ético como un espacio en línea que permite dar orientaciones a periodistas, editores, profesores y estudiantes de periodismo de Iberoamérica “sobre todo tipo de dilemas éticos que enfrentan en el ejercicio del oficio”.
LatAm Journalism Review (LJR) invitó a Ruiz a su sección “Cinco preguntas” con el propósito de hablar precisamente sobre la línea entre crítica e intento de censura, las violaciones de los principios éticos del periodismo, la necesidad de ejercicios de autocrítica y el rol de las audiencias en este proceso.
Esta entrevista fue editada por motivos de extensión y claridad.*
1. Una de las críticas más comunes hacia medios tiene que ver con señalamientos de parcialidad. Por otro lado, es cierto que los medios pueden tener una línea editorial. ¿Cuándo o en qué situaciones la línea editorial se puede volver un problema ético para los medios?
Yolanda Ruiz: Todos los medios de comunicación tienen una línea editorial, es la mirada desde la cual nos paramos. Es imposible hacer un periodismo sin sesgo. El problema no es tener una línea editorial. El problema es creer que es la única mirada que existe y empezar a tergiversar la realidad en favor de esa línea editorial. Es ahí donde de alguna manera cruzamos la raya ética.
El asunto es cuando empezamos a dejar de ver cosas que pasan, dejamos de cubrir ciertos hechos, dejamos de informar sobre ciertas personas, no tomamos en cuenta unas opiniones, no tomamos en cuenta unos datos que son fundamentales para las audiencias y para que entiendan la realidad, simplemente porque creemos que no es acorde a nuestra línea editorial o a nuestro sesgo.
Cuando empezamos a hacer militancia política desde el medio de comunicación, por ejemplo, hay un problema. Tener línea editorial está bien siempre y cuando se reconozca que hay otras maneras de pensar, que los hechos tienen múltiples interpretaciones y que tengamos la capacidad como periodistas de ver esa realidad y de tener muchos más matices y muchas más fuentes a la hora de informar.
2. Otro de los señalamientos suele ir dirigidos hacia una presunta inmunidad de los medios. Comentarios como “quién controla a los medios” son comunes incluso entre presidentes. ¿Cuál es la línea entre una crítica válida o veeduría a medios y lo que podrían ser estigmatizaciones y ataques que lleven a la censura o autocensura?
Es muy válida la pregunta sobre quién controla los medios en particular porque hay que tener presente que la prensa es veedora de todos los poderes, pero la prensa en sí misma es un poder y por lo tanto también requiere veeduría. Ahora la pregunta es a quién corresponde. En primer lugar, a los pares, a los mismos periodistas y por fortuna hay muchos colegas y medios que están haciendo crítica de medios, que están haciendo chequeo de datos. Todo eso es muy importante para mejorar la calidad de lo que hacemos.
Adicionalmente la academia y la sociedad misma. Las audiencias tienen que buscar mucha más calidad en lo que producen los medios de comunicación. En la mayoría de legislaciones de los distintos países hay normas respecto, por ejemplo a la calumnia o a la injuria que son herramientas que tienen los ciudadanos cuando sientan que los medios vulneran sus derechos.
Lo que no puede pasar es que los Estados o los gobiernos se sientan con el derecho de censurar simplemente porque no les gusta el trabajo que hacen los medios de comunicación. Y lamentablemente eso pasa.
Por otra parte, también es cierto que muchas veces la prensa no hace con el rigor debido el trabajo o el control que debe hacer sobre los poderes, en especial, porque en estas épocas de mucha polarización política en distintos países los medios terminan alineados en uno u otro bando y a veces cediendo un poco el rigor de los estándares profesionales del periodismo en aras de una posición política. Ahí empieza a ver un problema porque algunos medios pueden empezar a ejercer el papel, dijéramos, de contendientes políticos y no de periodistas.
3. ¿Podrían los Tribunales de Imprenta o Consejos de Prensa ayudar en este escenario donde se señala a un medio de algo incorrecto o de faltar a principios éticos?
No soy muy amiga de hablar de Tribunal cuando hablamos de ética. Me parece interesante el planteamiento de consejos de prensa o consejos de editores. Tener consejos de editores, de los mismos periodistas que puedan hacer de alguna manera una crítica de medios, un control de lo que se está publicando podría ayudar porque eso permite también que las audiencias noten que se hace autocrítica, que miramos hacia adentro, que tratamos de hacer las cosas de manera mejor.
Con mucha frecuencia lo que pasa es que cuando se hace una crítica se considera que es violentar la libertad de prensa y no siempre es así. Efectivamente a veces se violenta la libertad de prensa cuando se intenta censurar a un periodista, cuando se agrede un periodista, cuando se persigue a un periodista, pero no toda crítica a los medios de comunicación o a los periodistas es un atentado a la libertad de prensa. Muchas veces es simplemente el control que se tiene que ejercer sobre la prensa o la crítica de medios que es muy valiosa para mejorar el trabajo que hacemos.
Si se tiene un consejo de prensa, un consejo de editores que pueda ayudar a hacer esa crítica de medios desde adentro entendiendo cómo se hace el trabajo en los medios, sería tremendamente valioso. Y eso pudiera ayudar a mejorar los contenidos y a que las audiencias también entiendan que la prensa hace un ejercicio de autocrítica, que no se vive desde la arrogancia y desde lo que se considera muchas veces la infalibilidad de la prensa. No somos infalibles. Los periodistas tenemos que estar abiertos al escrutinio público sin duda.
4. ¿Cómo puede ser ese ejercicio de autocrítica desde el gremio periodístico?
Lo hablaba en el sentido que puede haber un consejo de editores o consejos de prensa que permita hacer esa labor de autocrítica. Dentro de los propios medios también se debería tener como ejercicio recurrente y permanente estar atentos a las críticas que llegan de audiencias o de distintos sectores, a las solicitudes de rectificación y demás. Por ejemplo, uno de los elementos fundamentales es si hay lugar a una rectificación hacerlo con todas las letras y explicando qué fue lo que pasó. Hay que ser transparentes con la audiencia. Muchas veces uno ve medios que han cometido errores e intentan no reconocerlo, intentan salir por la puerta de atrás. Si logramos hacer rectificaciones de frente ante las audiencias, eso nos da mayor credibilidad.
También los nuevos escenarios de redes sociales nos dan la oportunidad de tener un contacto directo con las audiencias. Generar espacios de conversación con las audiencias, con analistas de medios, con críticos de medios nos puede permitir también hacer una tarea mejor para entender que el trabajo puede mejorar todos los días, que podemos cometer errores pero que podemos mejorar.
Hay varias herramientas que se pueden utilizar para entender que las exigencias son muy altas y tenemos que atender a esos estándares altos de calidad y de ética periodística.
5. Usted ha hablado del rol de las audiencias en las que a veces no consumen información de calidad (lo más visto no es lo mejor necesariamente). En ese sentido, las críticas de ellas puede que no sean por la calidad, sino por la emoción. ¿Cuál debería ser el rol de las audiencias en medio de esta exigencia a los medios para que mejoren y qué puede hacer el periodismo para capacitar a esa audiencia?
Una ayuda bastante grande de las audiencias sería pedirles que no busquen medios de comunicación o periodistas que le confirmen el prejuicio que tienen sobre las cosas. En estos tiempos de tantos fundamentalismos y de tanta polarización creo que es muy importante pensar y retar el pensamiento. Y eso no se logra si solamente vemos o buscamos medios que nos ratifiquen aquello que creemos. Hay que buscar otras alternativas y hay que tener pensamiento crítico en el sentido de tratar de entender y razonar en primer lugar.
En segundo lugar, decirles también que no se queden solamente con el titular, que no se queden con el meme, que no se queden con el trino o el post en las redes sociales, que intenten ir más allá, que miren la nota completa, lean el texto completo, que se documenten un poco.
Y también diría yo que lo que ellos consideran que es buen periodismo, no porque les parece que lo que digan están de acuerdo, sino porque es un ejercicio bien hecho, porque trabaja varias fuentes, porque contrasta, porque tiene elementos que ayudan a entender, que lo premien compartiéndolo. Las audiencias con muchísima frecuencia ‘premian’ aquello que no les gusta y que critican, y viven compartiendo los contenidos que les parecen fatales y pocas veces comparten los contenidos que les parecen buenos.