Jineth Bedoya Lima es tal vez una de las periodistas colombianas que más premios ha recibido. Tanto su carrera periodística de 20 años como su activismo para erradicar la violencia contra las mujeres, al que se ha dedicado en los últimos años, han recibido el reconocimiento de organizaciones nacionales e internacionales.
En su haber, Bedoya Lima cuenta con premios como el Premio a la Valentía en el Periodismo otorgado por la International Women’s Media Foundation (IWMF), Premio International Women of Courage entregado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, Premio Internacional de Libertad de Prensa en Canadá y la Organización de Periodistas Iberoamericanos la premió por su trabajo contra la violencia de género este 2016.
Sin embargo, el Premio Fleischaker/Greene para el Coraje en el Periodismo Internacional que recibe este 4 de octubre y que se entrega por primera vez es para ella uno de los más especiales por el “valor adicional” que tiene.
El premio, entregado por la Universidad de Western Kentucky (WKU por sus siglas en inglés) y que busca reconocer a aquellos periodistas internacionales que han demostrado coraje y valor al momento de reportar sobre temas sociales, es elegido por los estudiantes y profesores de esta universidad.
“Cuando las personas que están estudiando para comunicación o para alguna carrera afín a la comunicación tienen una persona como referente y le hacen este homenaje yo creo que es algo invaluable”, dijo Bedoya Lima en conversación con el Centro Knight para el Periodismo en las Américas el 29 de septiembre. “Creo que este [premio] es uno de los más especiales que indudablemente recibiré en mi vida, y yo voy a Kentucky llena de mucho orgullo, y además de mucho orgullo por ser colombiana porque la reportería de los periodistas colombianos sea resaltada de esta manera”.
Para Bedoya Lima cada reconocimiento es uno para los periodistas del país, en especial para los de las regiones. Por eso, desea que “sientan que este reconocimiento también es de ellos porque les toca hacer un trabajo muy sacrificado que yo particularmente valoro inmensamente”.
Aunque reconoce el valor del periodismo colombiano, también tiene críticas para el que se hace actualmente en el país debido a su falta de amor a la profesión. De allí que su mensaje de aceptación del premio está enfocado en lograr que los estudiantes se enamoren del periodismo y vean los cambios que este podría generar en una sociedad.
“El mensaje está enfocado en algo muy importante que yo siempre he creído y que a mí me salvó la vida, y es que yo me enamoré del periodismo. Quienes se dediquen a la comunicación tienen que entender que tienen que enamorarse, que tienen que sentir lo que hacen, que cuando tu te sientas a escribir un texto, que cuando te sientas a escribir un reportaje, que cuando sales al terreno a hacer una entrevista tienes que meterte en la piel de quien está al frente de tu grabadora, tu cámara o tu libreta”, explicó.
“Y obviamente decirles que el periodismo siempre está ligado a las causas sociales así uno no lo crea. En la escuela le enseñan que uno tiene que mantener la imparcialidad y la objetividad y olvídate; el periodismo transforma comunidades, transforma sociedades, y qué bueno que los periodistas fuéramos conscientes de eso. Y yo lo he comprobado. En algún momento de mi vida decidí unir el periodismo al activismo, a la causa social, y he logrado muchas cosas y eso es lo que me gustaría que los jóvenes periodistas hicieran”.
Las causas sociales que Bedoya Lima ha cubierto como periodista y por las que también ha trabajado en un rol como activista se han enfocado en el conflicto armado colombiano y sus crímenes, así como la violencia contra mujeres.
Unas causas que las lleva muy arraigadas porque, como ella lo ha dicho, el horror de la guerra se quedó grabado en su cuerpo. En la puerta de una cárcel de Bogotá, hasta donde llegó para entrevistar a un líder del grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en el marco de un trabajo periodístico en el año 2000, fue secuestrada, torturada y violentada sexualmente por miembros de las AUC. Luego fue abandonada en una carretera del país.
Desde entonces, y sin dejar su trabajo periodístico, ha luchado por conseguir justicia.
En estos 16 años, sus investigaciones así como información que tiene la Fiscalía, según explica, señalan que al menos 27 personas estarían involucradas en su crimen. Sin embargo, solo tres han sido llevadas ante la justicia acusadas de ser autores materiales de este, aunque asegura que “no son todas las personas que participaron en las acciones materiales”.
“Pero los autores intelectuales del secuestro y de todo lo que pasó siguen en la impunidad”, dice. “No han sido dados a conocer, no han sido judicializados, no tienen procesos en la justicia colombiana y ese es uno de los puntos de impunidad más fuertes en el caso que indudablemente a mí, a mi familia y a todo mi círculo social nos afecta muchísimo”.
Dice que sus propias investigaciones la han llevado a comprobar que en su crimen hubo participación de agentes del Estado. En vista de las pocas respuestas que ha recibido por parte del Gobierno, en 2011 presentó su caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en donde se realizó la última audiencia el pasado abril.
Ya con todos los recursos agotados ante la CIDH, en este momento la Comisión se encuentra decidiendo si su caso debe llegar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) para que sea esta la que determine las sanciones, si es el caso, en contra del Estado colombiano.
Ha tenido algunas victorias como por ejemplo que su crimen fuera declarado como uno de lesa humanidad evitando que prescriba, es decir, que se acabe el tiempo que tienen las autoridades para esclarecerlo. El Gobierno también estableció el 25 de mayo como el Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres Víctimas de Violencia Sexual en conmemoración de su crimen. Y aunque obtuvo una indemnización, la devolvió porque no cree que “un cheque pueda comprar el dolor de una familia”.
Lo visto en su carrera periodística y lo vivido en carne propia, la llevaron a crear en 2009 la campaña ‘No es hora de callar’ con el propósito de lograr que mujeres víctimas de violencia denuncien.
Su activismo en algunos temas no los encuentra contrarios a la carrera periodística, pero señala que se deben mantener unos límites.
“Hay una línea muy delgada que no se puede cruzar y es cuando uno empieza a usar el periodismo como una acción política y digo política de partidos. El periodismo no se puede mezclar con intereses económicos, [ni] con intereses políticos de partidos, ni con intereses religiosos porque ahí se va perdiendo el norte”, asegura Bedoya Lima. “Pero cuando el periodismo es usado para visibilizar, para potenciar comunidades, creo que es completamente válido y en el caso mío, creo que el periodismo me ha servido para visibilizar uno de los crímenes más atroces que se siguen cometiendo en el mundo, y que según Naciones Unidas es la segunda pandemia que enfrenta la humanidad, que es la violencia contra las mujeres”.
“Hay que mantener unas distancias, hay que mantener unos márgenes éticos, pero indudablemente no hay pensar que no es compatible el activismo [o] las causas sociales con el periodismo. Creo que si los periodistas en Europa se pusieran un poquito la camiseta de la causas sociales ayudarían muchísimo más a los inmigrantes y a todos los desplazados y a toda la gente que está saliendo refugiada de Siria, por ejemplo”.
Paz y periodismo de Colombia
Como víctima del conflicto armado, la paz de Colombia también ha sido una prioridad de Jineth. Cuando en diciembre de 2015 se firmó el capítulo de las víctimas en medio de la negociación que el Gobierno realizaba con la guerrilla de las FARC, Bedoya actuó como vocera de las víctimas al leer la declaración por parte de ellas.
Asimismo, el pasado 26 de septiembre estuvo presente en la firma del acuerdo final de paz como una de las víctimas del conflicto. Y aunque este 2 de octubre, el plebiscito que buscaba que los colombianos aprobaran el acuerdo del Gobierno con esta guerrilla no fue aprobado, a través de Twitter señaló que se debe seguir luchando.
Sin embargo, reconoce que los periodistas como grupo víctima del conflicto armado, ha estado “muy marginado” del proceso de paz. Aunque existe un capítulo especial en la Unidad de Víctimas dedicada a los periodistas, cree que “es el que menos ha avanzado”.
“Se ha escuchado mucho respaldo para casos individuales, casos como el de Jaime Garzón, como el mío, como el de Claudia Julieta Duque, pero en general a los periodistas no se les ha considerado abiertamente como víctimas del conflicto. Por el contrario, un sector muy grande de la sociedad civil cree que los periodistas fuimos victimarios dentro del conflicto, algo que es muy complicado entrar a discutir, argumentar y defender por esa misma responsabilidad que hemos tenido los medios de comunicación en medio de esta confrontación”.
“Creo que no se le ha dado el papel y el lugar determinante que tiene el periodismo como víctima de toda esta guerra porque indudablemente hemos tenido muchos muertos, cuántos amenazados, cuántos secuestrados, cuántos exiliados y todavía falta que este país y que el Estado reconozcan el daño que se le causó al periodismo en medio de la confrontación”.
La ceremonia del Premio Fleischaker/Greene tendrá lugar a las 6:30 p.m. [hora central de Estados Unidos] y será transmitida en vivo en inglés. Para verla, haga clic aquí.
Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.