Por Alejandro Martínez
En un ensayo publicado en la edición del 22 de noviembre del New York Review of Books, la reconocida periodista Alma Guillermoprieto comentó sobre una conferencia de prensa que tuvo lugar hace algunos años en el estado mexicano de Durango, convocada por la organización criminal Los Zetas. Ella le pide a los lectores ponerse en los zapatos de los periodistas que asistieron:
Imagínense ahora que ustedes llegan el día señalado al punto indicado, y que son recibidos por varios hombre muy amables y que visten ropas costosas. Después del saludo, ellos tienen algo que decir, y el tono cambia. Nos gustaría, dicen ellos, que nos tengan consideración en su cobertura. Hemos visto y escuchado algunos artículos o reportajes que son injustos y, nos atrevemos a decir, que no nos agradan. Los tenemos en la mira. Nos gustaría que pensaran en las consecuencias de seguirnos ofendiendo. Sabemos que no les gustará el resultado. No vamos a advertírselos dos veces. Pueden retirarse.
Guillermoprieto utiliza la anécdota para ilustrar los peligros de ser periodista en las provincias de México, donde ocurren la mayoría de los crímenes contra la prensa.
En su artículo Guillermoprieto describe la rampante impunidad en el país, donde docenas de periodistas han sido asesinados en los últimos años y la gran mayoría de los crímenes quedan en la impunidad.
Por ejemplo, la periodista destaca el caso de Armando “El Choco” Rodríguez, un reportero policial de Ciudad Juárez que fue asesinado hace cuatro años. El crimen causó conmoción a nivel nacional, y en el 2010 el presidente Felipe Calderón sostuvo que había sido resuelto. Sin embargo, surgieron dudas acerca de la culpabilidad del hombre señalado por el gobierno, el cual nunca fue acusado del crimen.
Los bajos salarios y las condiciones de trabajo en las provincias mexicanas, que Guillermoprieto describe como "difíciles y a menudo humillantes", también sirven como trasfondo para la práctica generalizada de aceptar chayotes, o sobornos para los periodistas. Si bien estos sobornos fueron comunes durante los 70 años de reinado del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Guillermoprieto dijo que han regresado gracias al poder y a la influencia del narcotráfico. Mientras que el chayote es normalmente pagado como una remuneración constante para los reporteros, algunos periodistas tienen que elegir entre aceptar sobornos o enfrentar la ira de las organizaciones criminales.
Las opciones para un periodista se vuelven pocas, dice Guillermoprieto:
Digamos que una conferencia de prensa de los Zeta impacta profundamente al reportero A, particularmente después de que el reportero B es asesinado por colaborar con la policía. El reportero A decide adaptar sus historias a lo que él se imagina sería del agrado de aquellos que lo están vigilando, e incluso acepta instrucciones específicas, directrices y solicitudes. Digamos que un día este reportero es asesinado por los enemigos de los Zetas, que lo señalaron como colaborador del enemigo. En el caso poco probable de que un observador externo logre realmente saber por qué y cómo fue asesinado el periodista A, la pregunta seguiría siendo: ¿Estaba involucrado con el tráfico de drogas o era víctima de un chantaje mortal? En cualquier caso, lo más probable es que los dos reporteros A y B estuvieran tratando simplemente de salvaguardar sus vidas.
Haga clic aquí para leer el artículo completo de Guillermoprieto.
Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.