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Periodistas brasileñas relatan cotidiano acoso sexual y discriminación de género en las redacciones

Si usted es una mujer trabajando en una redacción, tal vez los relatos anteriores parezcan familiares. Estos fueron recogidos en grupos focales para el informe “Mujeres en el Periodismo Brasileño”, hecha en sociedad entre la Asociación Brasileña de Periodismo Investigativo (Abraji, por sus siglas en portugués) y el sitio de periodismo Gênero e Número. Los resultados apuntan que el 70,4% de las mujeres que respondieron al cuestionario en línea de la investigación recibieron algún tipo de coqueteo con carga sexual que las hicieron sentir mientras ejercían su profesión. Otro 70,2% afirmó haber presenciado o tener conocimiento de acoso a colegas en el ambiente de trabajo.

La encuesta, la primera de este tipo en Brasil, escuchó a 42 mujeres en mesas de discusión en Río de Janeiro, Porto Alegre, Brasilia y São Paulo, además de 477 periodistas de 277 medios, que respondieron a un formulario por internet. El escenario encontrado por los investigadores muestra un ambiente de redacción en que las prácticas sexistas son naturalizadas, según la coordinadora del informe y cofundadora de Gênero e Número, Natália Mazotte. Para ella, la vergüenza sufrida por las mujeres impacta severamente su trabajo.

“Hemos visto casos en que las mujeres citan explícitamente no haber ido a un encuentro social con una fuente por sentirse avergonzadas. Tiene todo un universo de prácticas dentro y fuera de las redacciones que dificulta el trabajo de las mujeres periodistas, que hoy en día son mayoría. Si no cuidamos eso, vamos a estar interfiriendo en la calidad del periodismo como un todo”, le dijo Mazote al Centro Knight.

Hoy, las mujeres son más del 60 por ciento de los profesionales de periodismo en Brasil, de acuerdo con una investigación de la Universidad Federal de Santa Catarina. El presidente de Abraji, Thiago Herdy, afirma que la iniciativa de hacer el informe vino del entendimiento de que el acoso de una fuente a una reportera que está en busca de información es una amenaza a la libertad de expresión y de prensa.

“Tiene la misma gravedad del caso de un reportero que recibe una pedrada de un manifestante o un tiro de goma por parte de la policía en una manifestación. Entendemos que el primer paso para lidiar con el problema sería producir un diagnóstico preciso de este cuadro”, dijo Herdy al Centro Knight.

Las situaciones relatadas por las mujeres oídas para el informe van más allá del acoso: se han reportado también asimetrías en la distribución de tareas (57,7% de las periodistas dijeron haber sido discriminadas), en las determinaciones de horarios de trabajo (23,7%) y en las obtenciones aumentos (35,4%) y de promociones (39,4%).

“Mi jefe, cuando yo todavía era pasante, me dijo que no sería efectiva porque ‘yo sólo trabajo con hombres’”; “A mí me sacaron de una historia justamente por ser mujer y se la dieron a un hombre porque sería algo peligroso para mí”; y “yo soy la reportera que gana menos en mi editorial. Yo soy la de menor salario” fueron algunos de los desahogos hechos en los grupos focales de la investigación.

Al final, el periodismo también sale perjudicado, especialmente en la cobertura de género y otras cuestiones de identidad, de acuerdo con el informe. Las mujeres oídas en la investigación se quejaron de la banalización de temas como violencia doméstica, violación, feminicidio, discriminación y machismo. Algunos dijeron que los editores hombres interfirieron en los reportajes, suavizando casos de violencia contra la mujer.

“Consolidamos en las redacciones una cultura en que el estereotipo de género predomina y apunta qué tipo de trabajo puede ser hecho por mujeres y por hombres. Eso acaba consolidando un tipo de mirada que es muy poco diverso”, dijo.

“Si en las historias de género la mujer no se oye en última instancia, usted corre el riesgo de generar palabras preconcebidas, que no van a calificar el debate en torno a aquel tema. Esto es una de las funciones de la prensa – calificar el debate público, informar a las personas. Si la gente termina confirmando prejuicios, no estamos informando, sólo estamos reafirmando lo que ya es status quo”.

Cambio a la vista

La investigación apunta a escenarios positivos en relación a la representación femenina en los cargos de editoriales. Según la encuesta, el 44% de las entrevistadas tenían editores hombres, el 37,5% tenían editoras mujeres y el 12% eran ellas las editoras. En el área de economía, hay muchas más mujeres editoras, lo que indica la conquista femenina de espacios anteriormente masculinos.

“Para mí, la perspectiva es buena. Las mujeres son más conscientes de las dificultades y la discriminación que sufren. Estamos caminando hacia un lugar de mejores condiciones para las mujeres. Sólo el hecho de que la gente esté mirando eso ahora, mapeando los problemas, dispuestos a conversar sobre el tema, ya es un gran avance”, dijo Mazotte.

El presidente de Abraji, Herdy, adelanta que en el primer semestre de 2018 la asociación va a realizar una campaña de sensibilización en torno al tema. “Queremos mostrar que el acoso a la reportera por parte de una fuente nos interesa a todos nosotros y combatirlo es luchar por el derecho a la información de calidad”, dijo. “Vamos a compartir los resultados de la investigación con la dirección de los medios. Estamos seguros de que, en el contexto actual, son datos que también les interesan a ellos”.

*Nota editorial: Natália Mazotte también colabora con el Centro Knight para el Periodismo en las Américas.

Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.

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