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Periodistas brasileños enfrentan desafíos para cubrir el mayor desastre ambiental en la historia del país

Hace seis meses, 50 millones de toneladas de residuos tóxicos de una mina mineral de hierro se derramaron en el río Doce en la ciudad de Mariana en el que se considera “el peor desastre ambiental que Brasil haya visto”, como lo definió la presidenta Dilma Rouseff, según DW. El derrame mató a 19 personas y destruyó el distrito Bento Rodrigues, en el estado de Minas Gerais.

Más de seis meses después, el desastre sigue apareciendo en las páginas de noticias brasileñas, mientras aparentemente poco se ha hecho por limpiar la cuenca del río. Sólo hasta el pasado mes, la minera Samarco, controlada por Vale y BHP Billiton, fue multada con 1,2 billones de reales brasileños (aproximadamente US $31,7 millones).

Después de que se rompió el dique, las aguas del río Doce, que abastece de agua a varias ciudades y tiene una gran importancia económica para la región, se volvió de un color marrón oscuro.

El volumen del lodo proveniente de la presa administrada por Samarco es casi dos veces más grande que el producido en el segundo mayor desastre de presas ocurrido 1992 en Filipinas, según cifras del Bowker Associates Science and Research in the Public Interest reportadas por Agência Brasil. Las sustancias tóxicas se extendieron por 600 kilómetros y la restitución de las pérdidas es estimada por la agencia de consultoría en US $5,2 billones.

“El mar Regência sigue cerrado para bañarse, la pesca sigue estando prohibida, los habitantes de algunas ciudades tienen miedo de beber el agua que viene de allí, incluso después de haber sido tratada. En otras palabras, las personas que vivían en el río siguen sin medios de sostenimiento y con la incertidumbre sobre la recuperación de la cuenca”, dijo la periodista Flávia Mantovani, quien ayudó con una amplia cobertura para el sitio de noticias brasileño G1, al Centro Knight para el Periodismo en las Américas.

Mantovani recuerda que inicialmente tanto los periodistas como la sociedad no sabían cómo lidiar con la tragedia.

“Nadie sabía que se iba a convertir en el mayor desastre ecológico en la historia del país. En los primeros días, nadie podía decir hacia dónde iría el lodo, si era o no tóxico o el daño que causaría”, dijo Mantovani. “Había mucha desinformación, especulaciones, preguntas técnicas, desacuerdos entre los expertos. Una vez que esto se aclaró, la cobertura ganó amplitud”.

Con G1, Mantovani fue capaz de utilizar diferentes herramientas para informar sobre los hechos. El elemento principal, recuerda, fue la cobertura en tiempo real. En la página ‘Río Doce: el camino del lodo’ publicó fotos, videos, historias cortas y citas de personajes. Todo fue hecho con su teléfono a través de Twitter.

“Esto nos permitió aprovechar una gran cantidad de cosas, sin darles necesariamente el tratamiento de un reportaje tradicional”, dijo. “Mucho de nuestro contenido era publicado [en la página dedicada a la cobertura en tiempo real] con enlaces a fotografías e historias que encontramos en el lugar. También escribimos algunos reportajes en el sitio y un reportaje especial que fue publicado después de que regresamos, pero el enfoque durante la cobertura fue realmente la página en tiempo real”.

Otro recurso utilizado por la periodista fueron los videos 360º, una nueva tecnología explorada en Mariana. Para esto, su equipo eligió filmar la ciudad de Barra Longa, una de las más destruidas por el accidente.

“Pensamos que tenía sentido utilizar la herramienta y que esto sumaría a la cobertura”, dijo.

Las historias de Mantovani se centraron en la tragedia humana, pérdida de hogares y vidas. Recordó que uno de los momentos más emotivos para ella fue cuando uno de los antiguos residentes de Bento Rodrigues encontró una foto familiar en el barro. Para ella, las historias individuales representan la tragedia sobre cómo un desastre ambiental cambió la vida de la gente común.

“Entrevistamos a muchas personas cuyas vidas fueron transformadas después de la rotura de la presa: un agricultor que perdió su isla llena de árboles frutales, el pescador que lloró cuando vio a los peces muertos, el surfista que no pudo llevar a su hijo al mar, un indígena que lloraba por la pérdida de su ‘río sagrado’, una familia que luchó por cuidar de su hijo con discapacidad sin agua en una favela, el habitante de Bento Rodrigues que perdió a su madre y su casa…”.

La cobertura de Mantovani recibió el Premio de Periodismo y Deportes 2015 de Globo.

Críticas a algunas coberturas

La cobertura periodística en general recibió críticas por parte de algunos académicos. Karina Gomes, profesora de periodismo en la Universidad Federal de Ouro Preto (UFOP) en la región donde se produjo el desastre, dijo que los medios de comunicación jugaron un papel en la aparente impunidad de los responsables. Dijo que nombres importantes no fueron mencionados durante la cobertura de este tema.

“Para mí, [los medios] exigieron muy poco. Y todavía lo siguen haciendo. No cuestionaron suficientemente la razón por la que no se produjeron arrestos, sobre porqué la investigación se suspendió o porqué la cadena causal no ha sido establecida aún”, le dijo Gomes al Centro Knight. “El Ministerio de Minas y Energía escasamente apareció como un actor al igual que el Departamento Nacional de Producción Mineral (DNPM). La minera Samarco fue capaz de blindarse y, como no respondió preguntas, fue aparentemente dejada en paz por la prensa, lo cual fue un error”.

Frederico Tavares, también profesor de periodismo en UFOP, no ve consistencia en la cobertura cinco meses después de la catástrofe. Dijo que la falta de cuestionamiento refleja el espíritu de la ciudad donde ocurrió la tragedia.

“La ciudad vive con la sensación de incertidumbre económica, mucho más que con un deseo de justicia. Es una inversión del verdadero significado y las consecuencias de lo que está detrás de la tragedia”, dijo al Centro Knight. “Al final, los ganadores y perdedores son siempre los mismos. Espero que no sea de esta forma nuevamente”.

El desastre ocurrió el 5 de noviembre de 2015, pero según la profesora Gomes, la respuesta inicial de los medios fue tímida, sobre todo porque no hubo víctimas identificadas. Otra de las cuestiones principales, dijo, fue la falta de información oficial que dio espacio a rumores e historias incorrectas. Sin embargo, Tavares señaló que una vez que grandes equipos de reportería fueron enviados a la región, la cobertura cambió.

“La ciudad fue tomada completamente por periodistas y medios de comunicación de diversas partes de Brasil e incluso de todo el mundo. Creo que la cobertura fue ‘proporcional’ en relación con el aparato que se estableció en la ciudad por un par de semanas – al menos tres – lo que no significa que hubieran logrado captar las particularidades de la tragedia ya que puede decirse que la cobertura, en general, fue bastante estándar”, dijo el profesor Tavares.

Para Tavares, la respuesta de los medios no solo fue tardía, sino que también falló en presentar de manera correcta la dimensión de la tragedia ambiental. Elementos como los antecedentes del derrame faltaron, aseguró.

Gomes cree que la respuesta tardía de los medios no fue un resultado de su cautela, sino más bien de la falta de preparación general del gobierno.

“No soy partidaria de la idea de la cautela ya que desde el principio estaba claro que se trataba de un desastre mayor. La sola desaparición de Bento Rodrigues y la destrucción de las comunidades vecinas cargando consigo modos de vida, patrimonios, memorias debería ser suficiente razón para un mayor involucramiento inicial. Cabe señalar también que una de las dificultades para determinar el significado de la tragedia tuvo que ver con la desorganización de las instituciones locales”, afirmó.

Otro elemento que afectó la cobertura fueron los ataques terroristas en París que ocurrieron una semana después y que capturaron la atención de los medios causando revuelo en las redes sociales. Para Tavares, es claro que las noticias internacionales fueron tratadas con mayor importancia. Pero para Mantovani, ambos temas recibieron suficiente atención.

“Solo porque era importante cubrir el desastre de Mariana no significaba que los ataques de París fueran menos importante, y viceversa”, dijo.

Tanto Tavares y como Gomes destacaron como ejemplares las coberturas hechas por medios regionales como los periódicos O Tempo y O Estado de Minas, así como de medios nacionales independientes como Agência PúblicaJornalistas Livres y Brasil de Fato.

Para Tavares, la cobertura mediática de la tragedia que tuvo en un enfoque humano no le quita importancia a la tragedia ambiental, sin embargo la apelación a la emoción puede ser peligrosa cuando se usa en exceso.

“Para aquellos que experimentaron la tragedia es esencial reconocer la preocupación humana en la prensa, que observa el dolor de las personas involucradas. Es una especie de ‘solidaridad ética’. En esta elección, puede haber algunos errores. Incluso muchos”, dijo Tavares. “Apelar al sentimentalismo, sensacionalismo, puede surgir en la cobertura del sufrimiento. Y esto es muy problemático”.

Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review

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