“La colaboración es nuestra arma más efectiva contra la desinformación y la transparencia es nuestro escudo contra la desconfianza”, con esta frase la periodista Laura Zommer, cofundadora de Factchequeado en Estados Unidos y directora general de Chequeado en Argentina, dio inicio y cierre a la serie de clases magistrales ‘Disarming Disinformation’ para periodistas que investigan el financiamiento detrás de la desinformación.
Zommer se encargó de dar la presentación a cada uno de los ponentes y moderar la conversación. Las clases tuvieron lugar el pasado 17 y 18 de noviembre con el apoyo de El Centro Knight para el Periodismo en las Américas en colaboración con el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ, por sus siglas en inglés). Se realizaron de manera online y pudieron ser transmitidas de manera simultánea en español, inglés y portugués.
Los ponentes fueron los renombrados periodistas Craig Silverman, de ProPublica en Estados Unidos; Patricia Campos Mello, de Folha de S. Paulo de Brasil; la investigadora Claire Wardle, de la Universidad de Brown en EE.UU; y la periodista costarricense Giannina Segnini, de la Universidad de Columbia en Nueva York.
“Es un honor para nosotros ser parte de este evento. Mucha gente llegó a pensar que la desinformación era algo orgánico, pero es algo organizado y con propósitos muy claros”, dijo el profesor Rosental Alves, fundador y director del Centro Knight para el Periodismo en las Américas. “Patricia, Craig, Claire y Giannina son un dream team. Personas extremadamente preparadas para dar estas clases. Es un honor para nosotros tenerlos aquí y participar junto a ICFJ. Let’s rock and roll”, agregó Alves al inicio del evento.
LatAm Journalism Review (LJR) asistió a las clases y trae a continuación un resumen de los puntos más importantes conversados.
Craig Silverman, de ProPublica en Estados Unidos, enumeró y explicó cada una de las fuentes de ingresos de los sitios web de desinformación
Entre ellos están los anuncios de display, anuncios de contenidos, contenidos patrocinados, membresías y donaciones (importantes porque pueden revelar información de las personas en las empresas). También están los llamados financiadores “sin revelar” que pueden ser particulares, empresas ficticias, Estados o entidades vinculadas al Estado. Y pueden ser más difíciles de identificar y probar su identidad.
Silverman explicó a los participantes de la clase magistral que hay que poner especial atención a los botones de donación de estos sitios de desinformación porque pueden proporcionar información valiosa. “A través del botón de donaciones de un sitio web podemos encontrar otro sitio vinculado a él. Toma nota del servicio de pago que se utiliza, haz clic en el enlace de donación para ver si revela más información sobre el nombre de la empresa o la persona que recibe el dinero. A veces hay un nombre o una dirección de correo electrónico y quieres reunir todas las direcciones de correo electrónico que puedas”, explicó el periodista.
También dio una guía de los pasos a seguir para identificar si Google está monetizando los anuncios en video. En primer lugar, hay que entrar al sitio web de desinformación a investigar y ver qué publicidad sale. En segundo lugar, ver qué declara la compañía sobre sus relaciones de publicidad revisando el archivo ads.txt. Y por último, usar ghostery para confirmar la relación.
Para finalizar su ponencia, Silverman enseñó las preguntas claves que se deben hacer para rastrear los ingresos publicitarios y seguir el dinero ligado a la desinformación. Algunas de estas preguntas son: ¿Cómo gana dinero esta persona o editor? ¿Quiénes son sus socios? ¿Cuáles son las relaciones directas y cuáles son a través de intermediarios? ¿Se esfuerzan por ocultar o ser sigilosos en cuanto a la obtención de este dinero?, entre otras.
La periodista brasileña del Folha de São Paulo, Patricia Campos Mello, conversó sobre la complejidad del sistema de desinformación en Brasil y, en específico, el uso que se le dio a las redes sociales durante la campaña presidencial de 2018 de ese país.
Campos Mello dio ejemplos de investigaciones periodísticas en donde se mostraba cómo el equipo del saliente presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, usaba Whatsapp (el sistema de mensajería más popular en Brasil) para obtener información política y hacer envío de información falsa para favorecer su campaña. De igual manera, contó sobre la participación de agencias de marketing de España en la venta de números de teléfono con listas de electores por segmentos.
“Era muy difícil parar o controlar esta desinformación. Cualquier político o empresario podía contratar a una agencia española que proporcionaba el listado de números de teléfono y no pasaba ningún dinero por Brasil”, dijo Campos Mello.
La periodista brasileña recomendó a sus colegas periodistas buscar alianzas con universidades que estén investigando la desinformación en Whatsapp, ya que el buscar aliados es más eficiente que empezar una investigación desde cero.
Según Campos Mello, para las elecciones presidenciales de Brasil en 2022, el monitoreo de noticias falsas se volvió más difícil porque ya no solo se contaba con grupos de Whatsapp sino que también estaban los videos cortos de Youtube, Tik Tok y el gran universo de páginas falsas que se presentan como sitios de noticias imparciales.
“Sin duda alguna, el investigar la desinformación se volvió más complejo, el flujo creció, el volumen es más grande y el universo se ha multiplicado”, comentó la periodista brasileña. “Vimos en los últimos años que tanto Google como Facebook han limitado la segmentación de los blancos de la propaganda política para que no haya la desinformación de antes. Creo que en los próximos años se va a ver más uso de streaming donde no hay regulación de segmentación”.
En el caso de la investigadora Claire Wardle, de la Universidad de Brown en EE.UU, su ponencia estuvo enfocada en la importancia de centrarse más en el nivel narrativo de la desinformación que en el individual. Es decir, no poner tanto foco en un contenido en particular sino en la narrativa detrás de ese contenido.
Para explicar este tema dio dos ejemplos. El primero, los mensajes de la comunidad antivacunas COVID que en realidad no surgió en 2020 sino que tenía años creando sus bases. “Los antivacunas no llegaron en 2020, allí han estado durante los últimos 20 años (si no es que más). La comunidad antivacunas tenía una base muy fuerte para trabajar y por eso tuvo tanto éxito durante la pandemia”.
El segundo caso lo ilustra con el asalto al capitolio de Estados Unidos en 2021 después de unos tuits del expresidente Donald Trump. El foco, según Wardle, no debía ponerse únicamente en los mensajes de Trump después de las elecciones. Trump había pasado años creando una narrativa de que las elecciones estadounidenses no eran seguras creando un clima y una base para el asalto.
Además, los medios también habían contribuido. Según una investigación realizada por Wardle, en el último año de mandato, los tuits de Trump habían estado un total de 32 horas en pantalla de televisión por cable.
Así que los medios también juegan un rol en amplificar las noticias falsas. “Tenemos que reconocer que los malos actores buscan aprovecharse de los periodistas para conseguir esa legitimidad y dirigir las consultas de búsqueda”, dijo Wardle.
“Tendemos a estudiar los átomos de los contenidos. Estudiamos este vídeo de YouTube, este post de Facebook, este tuit. Así es como entendemos esto. Pero tenemos que ser mejores. Entender las formas en que esos átomos individuales conforman las narrativas. Y las narrativas son la forma en que la gente da sentido al mundo. Pero es más difícil estudiarlas, por lo que terminamos enfocándonos en los ejemplos individuales, en lugar de entender cómo todo encaja”.
La última ponente de estas clases magistrales fue la periodista Giannina Segnini, directora del Programa de Maestría en Periodismo de Datos de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia.
Segnini no se especializa en noticias falsas propiamente pero a través de sus investigaciones ha comprobado cómo los poderosos de la región utilizan técnicas de desinformación para lograr sus objetivos.
Según la periodista costarricense, las democracias están permeadas por un ejército de mercenarios digitales “que socava con mentiras los pilares de la democracia, moviendo los sentimientos de las masas como títeres a control remoto, al servicio del mejor postor y en la penumbra del anonimato”. También los llama “los hijos de Cambridge Analytica”, haciendo alusión a la empresa que utilizó indebidamente datos personales de Facebook para dirigirse a personas concretas y manipular a los votantes indecisos en las elecciones estadounidenses de 2016.
Segnini asegura que la manera de encontrar quiénes están detrás del financiamiento de las campañas de desinformación es siguiendo el dinero y también siguiendo a las personas. Es decir, seguir documentos públicos y rastros. “Seguir la plata significa seguir los activos tanto de la personas involucradas así como de su círculo familiar”, dice Segnini.
Para ello, Segnini propone un protocolo investigativo donde se debe buscar todas las direcciones de la persona a investigar, participación en empresas, trabajos, títulos universitarios, causas judiciales, contribuciones políticas, importaciones o exportaciones, etc. “Para ver quiénes están involucrados en la desinformación, hay que usar la creatividad dentro de todo el mar de información pública que existe”.