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Periodistas mexicanos lanzan proyecto que documenta el impacto de la violencia en la mujer reflexionando sobre sus propios casos

En los 10 años que lleva la violenta guerra contra las drogas en México rara vez los periodistas han tenido el tiempo para verse a sí mismos y descubrir qué tanto esa violencia los ha afectado.

Por tal motivo, cuando los periodistas de Pie de Página, un portal independiente de la red mexicana Periodistas de a Pie, pensaron en un proyecto para que estos años de violencia no pasaran desapercibidos, las periodistas y sus familias como víctimas de esta se convirtieron en un grupo por entrevistar.

“Casi nunca hablamos nosotras de los problemas que tenemos ni de lo que hemos tenido que enfrentar en la cobertura de víctimas en estos 10 años. Siempre estamos como bien ocupadas, tratando de contar lo que le pasa a otros, pero no volteamos a ver qué heridas o qué secuelas ha dejado en nuestras propias vidas”, dijo Daniela Pastrana, directora de Pie de Página, al Centro Knight. “A mí personalmente me interesaba ver cómo lo viven nuestras hijas. Y fue una experiencia buena porque también nuestras hijas se oyeron, nos cruzamos todas, activistas, periodistas, entrevistadas y entrevistadoras”.

El texto ‘Mamá se fue a la guerra’, autoría de Pastrana y que muestra los casos de las hijas de activistas y periodistas que trabajan alrededor de la violencia, se convirtió en el primero de una serie de 12 que componen el proyecto “Mujeres ante la guerra” y que fue recientemente lanzado por el portal.

Según Pastrana, el texto “tuvo un efecto mayor del que esperábamos”, lo que ella cree tal vez se deba precisamente a que muchas colegas se sienten identificadas.

Este tema, que no estaba planeado desde un inicio, tocaba directamente a Pastrana quien aseguró que aunque es un tema poco común, en algún momento lo han abordado entre colegas. Según dijo, a veces sale a flote “un poco el sentimiento de culpa” por poner a las familias en una situación que ellas eligieron.

Y es que son precisamente las familias los primeros objetivos cuando se amenaza a una mujer periodista o activista. Una diferencia crucial con las amenazas contra hombres.

“Hay dos tipo de amenazas a nosotras por su trabajo. A los compañeros hombres casi siempre la amenaza es ‘te voy a hacer’, ‘te voy a deshacer’. En el caso de las periodistas mujeres en México hay dos características que han sido comunes y un patrón seguido en los últimos años. Una es en todas las connotaciones sexuales que hay o con un involucramiento en la vida personal, no profesional. Y otras muchas amenazas van en contra de la familia, ‘le voy a hacer esto a tu familia’, o ‘recuerda que tienes una hija’, ‘recuerda con quién vives’, antes de ‘te voy a hacer a ti’”, explicó Pastrana.

Las voces no escuchadas de la guerra

“Mujeres ante la guerra” se trata de un proyecto periodístico con el que el equipo de Pie de Página intenta seguir haciendo su trabajo cotidiano, que entienden como uno de “registro de memoria en vivo”, pero esta vez dándole voz a esa “memoria que no estábamos escuchando”, con un enfoque de mujer, según le explicó Daniela Rea, coordinadora y creadora del proyecto, al Centro Knight.

“Habíamos estado revisando un proyecto que habían sacado en Colombia que son 1.300 testimonios de mujeres colombianas y allí lo que explicaban era cómo el cuerpo de las mujeres es el último reducto al que llega y se deposita la violencia. […] Incluso sus propios cuerpos son como parte de este último territorio que se pelea en una guerra”, explicó Rea quien agregó que también se inspiraron en el trabajo de la Nobel Svetlana Alexiévich.

Tras meses de planeación y busca de financiamiento, comenzaron la producción de las 12 historias que componen ‘Mujeres ante la guerra’, y que el pasado 15 de enero publicó su primera historia. En esta primera semana ya han publicado tres, y el objetivo es publicar dos por semana: los jueves y los domingos.

Basándose en la idea del cuerpo de la mujer como territorio de guerra, las historias pueden leerse haciendo un recorrido por el cuerpo de esta. Cada una de los artículos está vinculado con un verbo en particular el cual representa una parte del cuerpo.

La idea del verbo surgió por su experiencia previa cubriendo este tipo de historias. Según Rea, algunos artículos pueden relacionarse con un verbo que de alguna manera funciona como una “herramienta” utilizada por cada persona al reaccionar ante la violencia.

Así por ejemplo, el grupo intuía que las historias podrían relacionarse con verbos como “reconstruir” o “defender”. Sin embargo, las palabras solo lograron definirse hasta que las 12 historias estuvieron completas.

“Los verbos no los habíamos pensado como en el cuerpo de una mujer”, dijo Rea. “Pero luego platicando con la diseñadora dijo ‘si el territorio es el cuerpo de la mujer cada verbo se puede vincular con una parte del cuerpo’. Entonces fue un cierre muy natural ya al final”.

El proyecto les significó al grupo de comunicadores encontrarse con realidades que tal vez no esperaban. Una de ella es que la violencia en el país puede registrarse hasta 20 años atrás, mucho antes del famoso 2006, y que los dejó la sensación y la tristeza de haber “llegado tarde” a estos territorios.

Un hecho que marcó particularmente a Rea fue el de una de las maestras que entrevistó en Culiacán quien le aseguró que lo bueno del recrudecimiento de la violencia después de 2006 fue “que por fin la gente de otras partes del país comenzó a venir, ver, entender e investigar una violencia que nosotros tenemos 20 años viviendo”, en palabras de la periodista.

También les enfrentarse a “respuestas incómodas”. Si bien el proyecto no quería buscar personas que “estuvieran haciendo cosas contra la guerra”, no estaban preparados para encontrar desperanza.

“Una de las maestras me dijo, ‘yo no quiero hacer nada, yo me muero de miedo, no quiero decirle a mis alumnos que no sean sicarios, porque han venido sicarios a amenazarme que no me meta con ellos. Yo no quiero, yo no quiero ser héroe, yo quiero salvar mi vida’”, dijo Rea. “En ese caso nos implicó mucho modificar nuestra escucha porque hay respuestas que como periodista no estás cómodo. Entonces es como omito la respuesta o qué hago, o le insistió para que al final me diga que sí quiere luchar por el bien del país. O sea creo que justo era como contradecir el propio objetivo que era expandir el espacio en el que la violencia ha tocado las personas. Esa parte fue difícil”.

No obstante, entienden que todos estos relatos son necesarios, no solo para la memoria del país, sino para las entrevistadas como manera de reconocer su dolor. Rea recuerda por ejemplo el caso de mujeres desplazadas que aseguraba que nunca nadie les preguntó nada, pero que lo que más les dolía eran sus recuerdos abandonados: fotos, álbumes, objetos.  “Pero cómo iba a decir que me dolían mis recuerdos, habiendo tanto muerto”, dijo la mujer según Rea.

Las tres historias publicadas hasta el momento se basan en texto e imágenes, estas últimas entendidas como fotografías o ilustraciones. Pero algunas de las futuras publicaciones utilizan el video como única herramienta de narración.

“Nos gustaría mucho que así como a nosotros nos costó como periodistas replantearnos la escucha, el lector también se dé esa posibilidad como de no decir ‘esta historia ya la leí’. Justo lo que buscamos es hacer como una excavación un poco más profunda para encontrar espacios hasta donde ha llegado la violencia que todavía no sabemos ni cómo, ni dónde, ni cuándo”, finalizó Rea. “Que podamos acercarnos a escuchar estas historias que son muy sensibles y muy íntimas, pero que nos revelan hasta donde ha permeado esta violencia”.

Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.

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