“Delitos involucran a venezolanos en Perú”, “Venezolanos ilegales desatan ira y protestas en Chile”, “Inquietante incremento de VIH por llegada de venezolanos”, son algunos de los titulares estigmatizantes que medios alrededor de Latinoamérica han publicado, producto de la llegada de migrantes desde Venezuela, en los últimos años.
“Desde principios de 2017, cuando empieza ese ciclo migratorio fuerte y forzado a países de América Latina, los medios se desataron. Era horrible ver las portadas, los noticieros, los portales web, la manera tan terrible en la que reportaban: criminalización de los migrantes, sexualización de las mujeres migrantes, políticos convirtiendo en chivos expiatorios a los venezolanos, etc”, dijo a LatAm Journalism Review (LJR) Jefferson Díaz, periodista venezolano en Ecuador.
Díaz está entre esos venezolanos periodistas que decidieron hacer vida fuera de sus fronteras y, luego, empezaron a cubrir y se especializaron en periodismo sobre migración. Para 2019, el Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela (IPYS) aseguraba que un 18% de los periodistas venezolanos registrados en su mapa de medios ya no estaban ejerciendo en Venezuela y estaban repartidos entre más de 24 países.
Según Díaz, la cobertura de la migración de venezolanos ha mejorado pero aún queda camino por recorrer. “Los grandes medios de comunicación ya han entrado en la línea y no te vas a encontrar esos titulares de que los migrantes venezolanos son los responsables de todas las miserias”, comentó Díaz.
“Pero, siempre hay ese periódico que quiere ser ‘el periódico del pueblo’ y allí es donde ves una horrible cobertura de la migración de venezolanos pero también de cubanos, haitianos, etc. Es una estigmatización de la migración desde las redacciones, los periodistas deberíamos tratar de entender los diferentes puntos de vista de una noticia”, dijo.
La periodista venezolana viviendo en Perú, Pierina Sora, concuerda con Díaz. Ella comenzó su carrera en el periodismo deportivo. Sin embargo, pronto sintió que ese no era su camino y en 2016 comenzó a cubrir la migración desde adentro, es decir, a contar las historias de los que se estaban yendo de Venezuela.
En 2018 se fue a Perú y la discriminación que sintió como migrante la hizo pensar escribir a profundidad sobre ello. “Cuando llegué a Perú, la prensa local tenía muchos estereotipos, era muy amarillista y el enfoque migratorio era terrible. Además, viví una situación incómoda en mi primer empleo por ser de Venezuela. Pensé, en ese momento, que si eso me estaba sucediendo a mí, le estaba sucediendo también a otros migrantes. Desde allí, reafirmé que tenía que estar vinculada al periodismo sobre migración, así que me he ido formando y especializando”, contó Sora.
Ambos periodistas recomiendan, para mejorar la situación de estigmatización de los migrantes en los medios, tener más empatía dentro de las salas de redacción, contratar a periodistas migrantes para que den su perspectiva y educar a los estudiantes de periodismo y demás ciudadanos en este tema. Sora, por ejemplo, utiliza sus redes sociales creando contenido para cambiar esa narrativa negativa hacia la migración.
Los periodistas venezolanos que son migrantes y, a la vez, cubren la migración de sus compatriotas en sus países de acogida no comienzan de cero porque cuentan con menos barreras culturales para conectar con sus fuentes.
“Una ventaja es que no hay barrera del idioma y menos barrera cultural. Tenemos un mismo país que nos conecta, Venezuela, y que nos da un buen punto de partida”, contó a LJR Clavel Rangel, periodista venezolana en Estados Unidos.
“Otra ventaja es la confianza: cuando eres migrante tienes continuo miedo a ser estafado, engañado, etc. Me fue mucho más fácil lograr entrevistas [en la frontera entre Estados Unidos y México] como periodista venezolana que a otros colegas”, agregó Rangel.
También hay desventajas y retos, entre ellos está el caer en la tentación de romantizar los hechos o victimizar aún más a los migrantes. Para Rangel, uno de sus mayores retos como periodista migrante es que sus propios miedos y sus propias añoranzas del país que dejó atrás no interfieran en la manera en que cuenta las historias.
“Siempre había escrito para Venezuela, o había ayudado a otros a contar Venezuela para un público extranjero desde Venezuela. Pero estando acá me di cuenta que una cosa es una forma de comunicar es para el país de acogida y otra para el país de ‘huida’, por decirlo así. Me ha parecido difícil encontrar el punto medio, o mejor dicho, encontrar mi lugar en esa dinámica especialmente como freelancer”, dijo Rangel.
Los periodistas migrantes tienen una herida-país abierta y sufren, muchas veces, lo mismo que sus compatriotas migrantes: xenofobia, duelo, inestabilidad laboral y económica, etc.
“Hace poco hubo un pico de xenofobia aquí en Perú y se hablaba mucho en los medios de los venezolanos como causantes de la delincuencia. Eso me afecta mucho”, explicó Sora. “También haciendo entrevistas durante la pandemia, en varias ocasiones, me puse a llorar porque me sentía privilegiada porque algunos migrantes lo estaban pasando muy mal”, agregó.
Cada vez se habla más de que se debe ejercer la profesión periodística de una manera sostenible, cuidando la salud mental y el bienestar emocional, pero cuando se es también migrante estos cuidados se deben duplicar.
“Hago mucho esfuerzo por ponerme en los zapatos del otro para entender una historia y eso tiene sus costos emocionales. Y en general, estamos muy atrasados —como empresas de medios— en cómo procesar estos costos emocionales y en cómo abordarlos”, dijo Rangel.
“Creo que lo importante es discernir y poner los sentimientos en su lugar. Darles nombre, ir a terapia, etc. La afectación emocional es inherente a este trabajo, porque no somos inteligencia artificial”.