“El gobierno mexicano no se preocupa por los periodistas”, eso le dijo recientemente la periodista investigativa Anabel Hernández al Centro Knight para el Periodismo en las Américas.
Esta es su conclusión al pensar en los siete periodistas asesinados en México durante este año, la impunidad reinante en los casos de violencia contra periodistas y la falta de protección para los reporteros amenazados.
Y ella sólo ve la situación cada vez peor, tanto para los periodistas como para la sociedad en su conjunto.
Con estos siete homicidios, Artículo 19 informó que es el año más mortífero para la prensa mexicana desde que el presidente Enrique Peña Nieto tomó la presidencia en 2012.
A esto se le suma que aquellos que matan a los periodistas en México por lo general lo hacen con impunidad; el país ocupa el octavo lugar en el Índice Global de Impunidad 2015 del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés).
Durante los últimos años, Hernández ha sido constantemente amenazada debido a su trabajo investigativo sobre corrupción.
En 2010, el gobierno le asignó vigilancia policial las 24 horas del día luego de que sus fuentes le informaran que el ex jefe de la Secretaría de Seguridad Pública, la entonces principal agencia policiaca de México, estaba planeando matarla.
Posteriormente, el 21 de diciembre de 2013, un grupo armado con rifles AK-47 y pistolas bloquearon el paso de la calle donde Hernández vivía en la Ciudad de México e irrumpieron en su casa. Los sujetos se identificaron como agentes de la Policía Federal y luego como miembros del cartel de los Zetas.
El siguiente agosto, se fue a Estados Unidos después de recibir numerosas amenazas; ahora trabaja con el Programa de Periodismo de Investigación de la Universidad de California en Berkeley, limitando su tiempo en México.
Recientemente, el pasado 4 de noviembre, sus vecinos en la Ciudad de México le informaron que desconocidos habían irrumpido en su casa en medio de la tarde. Los sujetos señalaron directamente a las cámaras de seguridad colocadas fuera de su casa, sin hacer ningún esfuerzo por ocultar sus rostros. En el interior de la vivienda, encontraron una foto de Hernández con sus hijos que no se encontraba a simple vista. Los sujetos la colocaron boca abajo en una parte visible de la habitación. Los desconocidos revolcaron sus cosas durante unos 20 minutos antes de irse, pero no se llevaron nada con ellos.
Hernández informó del incidente a las autoridades que fueron a la casa, tomaron huellas dactilares y testimonios. Sin embargo, nadie está en la cárcel por esto.
Hernández dijo que no quiere especular sobre quién estaba detrás de estos hechos, pero está convencida que no se trató de un robo y está “muy preocupada de que esto esté relacionado con mi trabajo periodístico”.
En la actualidad, la periodista está trabajando en dos investigaciones “muy sensibles”: el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en 2014 y la fuga del narcotraficante Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera de una prisión de máxima seguridad en julio de 2015.
En los artículos que ha publicado sobre estas investigaciones, ha encontrado pruebas que contradicen la información oficial e implica a algunas autoridades. Para estos artículos se ha centrado en cubrir el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), la policía federal, y para el caso de Ayotzinapa, también en el ejército. (Nota del editor: vea abajo enlaces a notas de la cobertura hecha en estos casos)
Hernández, quien también se encuentra actualmente bajo el criticado Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas del gobierno federal, reconoce la contradicción que existe en pedirle al gobierno federal en busca de ayuda.
“Para mí, es una locura tener que pedirle a la PGR, ‘por favor haga una buena investigación de mi caso’, cuando en los últimos 12 meses he estado escribiendo artículos en contra de la PGR [Procuraduría General de la República], denunciando que hicieron un muy mal trabajo relacionado con la investigación de los 43 estudiantes desaparecidos”.
Como lo hizo las veces anteriores, Hernández alertó a las autoridades tras el incidente del 4 de diciembre.
“Sé que muchos periodistas en México, con muy buenas razones, por supuesto, no confían en las instituciones, yo tampoco lo hago. Pero creo que, incluso así, si no utilizamos el sistema, no podemos demostrar que no funciona”, dijo Hernández.
También contó su historia en los medios de comunicación nacionales e internacionales. El 24 de noviembre, el Huffington Post publicó una carta de Hernández detallando el ataque que se produjo apenas 20 días antes. Publicaciones mexicanas, como Proceso, publicaron cartas similares.
Cuando se le preguntó por qué ella escribió estos artículos dijo: “en México, hay un gran problema relacionado con la libertad de prensa y es un gran problema para todos. Realmente creo que cuando se ataca a un periodista, a mí, a Lydia Cacho, a Carmen [Aristegui], a [Rubén] Espinosa, o a cualquier otro, el problema no somos nosotros, porque no es un ataque contra nosotros, es un ataque contra la libertad de prensa, la información libre. Y la sociedad merece tener esa información. ¿Cómo puede la sociedad [tomar] decisiones importantes si ellos no tienen la información correcta?”.
Cada nueva amenaza es un juego psicológico contra los periodistas, dijo Hernández. ¿Es esta la última llamada o alguien sólo quiere hacerles sentir miedo?
Hernández, al igual que muchos otros periodistas mexicanos, sigue trabajando a pesar de las amenazas que sigue recibiendo. Por ejemplo, está trabajando en un libro sobre la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en Iguala.
“Cuando se vive por tantos años bajo esta presión, sólo intentas sobrevivir y seguir tratando de tener el control sobre tu vida. Y por eso el periodismo en México sigue vivo”, dijo Hernández. “Debido a que [hay] mucha gente, mucha gente, en todos los estados, que creen que aún cuando otras personas tratan de amenazarnos, tratan de hacernos sentir miedo, a pesar de todas estas cosas, tratamos de seguir haciendo el trabajo porque creemos en esto, porque esta es la única vida que tenemos, este es el único país que tenemos. Si no aprendemos a sobrevivir con esto, ¿todo el mundo se mudará de México, todos los periodistas? Entonces, ¿qué va a pasar?”.
A continuación algunos enlaces de la cobertura hecha por Hernández y por Steve Fisher sobre el caso Ayotzinapa para la revista Proceso:
“Iguala: la historia no official” (12/13/14)
“La ‘verdad histórica’ se cae a golpes” (1/31/15)
“Ayotzinapa: la reconstrucción de hechos confirma la presencia de la PF” (3/28/15)
“Ayotzinapa: las aberraciones de la investigación” (5/16/15)
“Ayotzinapa: se caen piezas clave de la version oficial” (7/13/15)
“Ayotzinapa: inocultable, la participación militar” (9/5/15)
“Ayotzinapa: los ‘sicarios’, sólo albañiles tortuados” (9/12/15)
Enlaces de algunos reportajes de Hernández de su cobertura sobre ‘El Chapo’ y El Altiplano para Proceso:
“Cuando ‘El Chapo’ puso de cabeza al penal del Altiplano” (7/12/15)
“El gobierno le dio vía libre a ‘El Chapo’” (7/18/15)
“Deja el gobierno intacta la red criminal de ‘El Chapo’” (7/25/15)
“Errores y complicidades detrás de la fuga de ‘El Chapo’” (8/1/15)
“La fuga de ’El Chapo,’ paso a paso” (8/4/15)
“El Altiplano era la oficina de ‘El Chapo’” (8/8/15)
Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.