Contracorriente es un medio digital relativamente nuevo, fundado en 2017, pero que ya es capaz de tener impacto en Honduras. Y eso fue reconocido por el Premio Maria Moors Cabot 2021 con una mención especial del jurado.
“El tomar relevancia como medio de comunicación en tan poco tiempo es porque había necesidad de que existieran medios de comunicación éticos en el momento del tratamiento de la noticia, de la información que se obtiene y que se verifica al final de cuentas”, dijo Catherine Calderón, cofundadora y directora de desarrollo de Contracorriente, a LatAm Journalism Review (LJR).
La sensación de propósito de Calderón es compartida con Jennifer Ávila, también cofundadora y directora editorial de Contracorriente. Ellas dirigen el medio, que entre las recientes coberturas destacan los reportajes sobre los Pandora Papers, que revelaron casos de evasión fiscal por parte de líderes políticos y empresariales, que esconden sus activos en paraísos fiscales.
“En Honduras, en particular, obviamente el tema sí es súper más fuerte por el tema de la desigualdad, la pobreza que hay en el país, la corrupción en los políticos y la impunidad que hay en la corrupción. Son cinco historias las que cubrí para esto”, dijo Ávila a LJR.
En esta entrevista, Ávila y Calderón hablan de esta investigación y mucho más, incluso el detrás de escena de la creación y mantenimiento de Contracorriente, sobre cómo abordan el machismo en el periodismo y asesoran a jóvenes periodistas interesados en orientar sus carreras para realizar investigaciones de impacto en América Latina.
“Nos hemos quedado bastante solos los medios independientes, una herramienta para la sociedad civil. Pero creo que existir es algo importante y que estos reconocimientos también elevan mucho el perfil de este tipo de proyecto, pues le ayuda a toda la sociedad hondureña, no solamente a Contracorriente”, dijo Ávila.
La entrevista con LJR de Ávila y Calderón a continuación ha sido ligeramente editada por estilo y tamaño.
LatAm Journalism Review: ¿Qué representa para Contracorriente la Mención Especial en los Premios Cabot?
Jennifer Ávila: Es un honor, obviamente. Pero también es una gran responsabilidad que nos tomamos, de hacer el periodismo que tenemos que hacer en un país como Honduras, con una crisis democrática muy grande. Un país en una de las regiones más violentas del mundo, Centroamérica, pero también una región que está ahora mismo con gobiernos autocráticos, retrocediendo muchísimo en materia de corrupción y de democracia.
Entonces, sí es una responsabilidad muy grande, es un reto muy grande también para nosotras, en mantener el periodismo de Contracorriente independiente, mantenerlo riguroso, profesional y con ese objetivo de crear una nueva generación de periodistas. Es un gran impulso, una gran responsabilidad y nos marca mucho más los retos que tenemos para hacer el periodismo profesional que necesita este país ahora mismo.
Catherine Calderón: Primero que nada, es una gran responsabilidad. Porque si bien es cierto no es el premio como tal, una mención hace que tomemos consciencia de la gran responsabilidad que tenemos no solamente en Honduras, sino en la región, ante el periodismo que estamos haciendo, ante el trabajo que hace todo el equipo en su día a día y en las publicaciones que se realizan.
Además, esta mención nos viene a mostrar o a ratificar todo ese proceso que llevamos en cada una de las historias. Así de una forma bastante natural, de primero cuidar a las fuentes, de tener ese tacto y esa sensibilidad a la hora de contar las historias, tomando como primer punto el tema de a quienes entrevistamos. O sea, si una fuente nos dice o es parte de estas declaraciones, es parte de un producto periodístico, siempre intentar no quitarle la voz a esta persona, sino que dejar lo más fluido posible los textos.
Entonces, esta mención nos viene a decir dos cosas: una, que tenemos mayor responsabilidad en nuestro proceso; y dos, que estamos haciendo bien las cosas porque estamos partiendo desde ese punto de vista y desde ese sentir de querer hacer un periodismo diferente, empezando por darle el lugar que se merecen a las fuentes, que son parte de nuestras historias.
LJR: Contracorriente es un medio relativamente nuevo, pero alcanzó relevancia e impacto en muy poco tiempo. ¿Cuál es el mayor desafío, si pueden elegir uno, que han enfrentado en esta trayectoria y cómo lo han superado (o están trabajando para superarlo)?
JA: Fue un gran reto crear Contracorriente como un medio totalmente independiente, con la construcción de un medio desde cero, literalmente. Con dos mujeres a la cabeza, que en este caso somos Catherine y yo. Y digo esto porque... es cierto, todavía vivimos en un mundo muy machista. Al inicio costó un montón tomar el lugar que nos merecíamos y tener el lugar que realmente merecía el periodismo que estaba haciendo Contracorriente. Porque sí, había una visión muy machista alrededor del periodismo.
El periodismo que se destaca siempre es el de los hombres, o los hombres son la mayor parte al menos. Hasta hace muy poco de hecho eran la mayor parte de directores de medios o directores editoriales. Y creo que sí, con Cathy (Catherine), logramos ir rompiendo eso, abriendo un camino al periodismo independientemente si nosotras somos mujeres jóvenes. O sea, abrir ese camino para las mujeres, sobre todo para mujeres jóvenes como nosotras, pues sí tiene muchos más retos.
Pero creo que, al final, sigue siendo un reto ser una voz independiente, respetada, empezar a crear audiencias comprometidas. Y al final creo que en Contracorriente lo hemos hecho relativamente rápido. Pero cobró mucha relevancia Contracorriente también porque nacimos en un momento muy necesario.
Era el momento de la crisis política institucional, una de las más fuertes en los últimos años en la red, con la reelección del presidente Juan Orlando Hernández. La gente en las calles, muertos en las calles. Nos tocó cubrir todo ese conflicto, toda esa crisis. Y creo que lo hicimos de una manera muy integral, que obviamente por eso también se volvió trascendental.
CC: Es fundamental partir de que Jennifer y yo, cuando nos sentamos y miramos esta primera idea, de este primer trazo de “bueno, queremos que exista un espacio donde nosotras mismas también tengamos la posibilidad de hacer el periodismo y hacer el trabajo que queremos”. Pero además tener un espacio que nos permitiera conectar con otras personas que estaban en la misma línea que nosotras, que querían seguir contando este país sin verse, de alguna forma, callada por una u otra razón, que en los otros espacios no sucedía.
Esa parte es lo que ha ayudado. O sea, que Contracorriente, ahora más que nunca, cuatro años después, siento que era necesario, de verdad. Teníamos que existir. Porque había una necesidad no solamente para nosotras, sino para un grupo de personas, en un grupo de jóvenes que venían queriendo tener un espacio como este.
Y creo que el mayor desafío fue, una, encontrar ese equipo de trabajo que decidiera también subirse al barco con nosotras. Y contar esto en un contexto donde hay mucha violencia. Pero si a eso le sumamos ser una persona joven, y la mayoría de nuestro equipo son mujeres. Este, ser mujer joven periodista en un país como el nuestro y además investigar los temas que investigamos a profundidad, ese fue nuestro primer desafío. Pero que con el camino hemos ido encontrando la posibilidad de poder trabajar con personas que están totalmente comprometidas en querer hacer un periodismo como el que visionamos.
Y, por otra parte, el otro gran desafío que tenemos es el tema de la invisibilización y el bloqueo institucional que hay por parte del Estado en el momento de accesar a la información. Sin la información que debería ser pública o accesible para verificar y hacer todo este proceso de investigación lo más riguroso posible, pues sería también un poco más fácil para nosotras. Pero representa un desafío tener que descifrar documentos en imágenes o fotocopia de imágenes impresas, para poder contar una historia primero.
El tercero podría decir que es el tema de la parte económica, que definitivamente es un gran desafío, tomando en cuenta que somos un medio de comunicación que, habitualmente, en países como los nuestros, se mantuviera o pudiera mantener una gran parte a través de la publicidad. Pero nosotras hemos decidido no tener publicidad de ningún tipo en nuestras redes ni en nuestras plataformas para mantener nuestra independencia. Entonces, creo que ese es un gran desafío, pero que lo hemos ido trabajando durante estos cuatro años.
LJR: Este año, todos los Premios Cabot han sido para mujeres. ¿Qué desafíos han enfrentado como mujeres haciendo periodismo en América Latina?
JA: Las mujeres tenemos mucho más retos en estas sociedades machistas. Hay una cosa con la que nos enfrentamos todos los días, con las que se enfrentan todos los días en su trabajo también nuestras periodistas jóvenes, y es el acoso sexual. Es muy fuerte porque viene de casi todas las fuentes. Hay obviamente un asunto de relaciones de poder muy fuertes que nos afectan a los periodistas. Pero también somos mujeres, pues nos afecta también el asunto de relaciones de poder y género.
Y luego los contextos tan violentos contra las mujeres, de mucha impunidad en el caso de violencia contra las mujeres, también es algo que termina afectando nuestro trabajo. Y creo que sí es como algo extra que nosotras nos enfrentamos haciendo este trabajo en territorios hostiles o cubriendo conflictos y momentos de violencia.
Obviamente vemos que la otra mención es la mención de Cartel Project, que estaba liderado por esta mujer, esta periodista, Regina [Martínez Pérez], que la mataron en México, así como a Miroslava [Breach]. O sea, un montón de mujeres periodistas que han perdido la vida y que han sido desprestigiadas en su trabajo porque se han enfrentado a estas estructuras. Y también porque no se espera que las mujeres también tomemos estos papeles de liderazgo, de auditoría y de investigación. Entonces, creo que hay muchas cosas que romper, sobre todo en América Latina, en este tema.
CC: Ser mujer en América Latina ya es un gran reto, un desafío. Pero ser periodista y mujer joven en un país como el nuestro, en el que la mayoría de la industria de las corporaciones mediáticas son dirigidas y manejadas por hombres que, por años, han estado involucrados en procesos y siendo aliados del Estado, más que de la profesión misma o del llamado a poder desenmascarar los actos de corrupción, son parte de [estos].
El primer desafío haciendo periodismo en América Latina es el tema de enfrentarse a un sistema que te va a desconocer el trabajo que se hace simplemente por ser mujer. No porque tu trabajo no esté bien hecho, sino porque no sos un hombre y no sos el estereotipo habitual que estamos acostumbrados a ver.
Y, tercero, al acoso. No importa en qué nivel estés, no importa a qué fuentes estés entrevistando. Personas que pensamos que pueden estar bastante sensibilizadas y siguen siendo parte de este sistema en el que se sienten totalmente protegidos, porque así funciona. Pues el mundo de hombres.
Es una parte que nos llena de alegría saber que los Premios Cabot este año están reconociendo a las mujeres periodistas por el trabajo que hacemos. No porque seamos mujeres, sino porque ya es hora de que alguien reconozca el trabajo de las mujeres en estas áreas que, por muchos años, han sido bastante invisibilizadas, y no calzan con un estereotipo que los hombres quieren que tengamos en esta industria.
LJR: ¿Cuál es la historia más difícil que han cubierto recientemente?
JA: Creo que actualmente uno de los proyectos más ambiciosos en temas de periodismo colaborativo en el mundo, que es los Pandora Papers, que apenas ha salido hace dos días. Sí fue una experiencia muy interesante que en Contracorriente participamos. Un proyecto con más de 600 periodistas alrededor del mundo. Cubriendo temas muy delicados como el de la evasión fiscal o del ocultamiento de fortunas en empresas en sociedades offshore.
En Honduras, en particular, obviamente el tema sí es súper más fuerte por el tema de la desigualdad, la pobreza que hay en el país, la corrupción en los políticos y la impunidad que hay en la corrupción. Son cinco historias las que cubrí para esto. Por ahora, porque creo que esto nos va a dar para mucho más.
Pero participar en este proyecto de Pandora Papers ha sido muy interesante. Es una experiencia de periodismo colaborativo internacional muy, muy ambiciosa y muy interesante para todo el equipo de Contracorriente.
CC: Para mí, cada una es difícil y bastante retadora. Pero sin duda el haber sido parte de los Pandora Papers ha generado un cambio de actitud y de asumir la responsabilidad que tenemos como medio de comunicación y como mujeres que estamos dirigiendo a un equipo periodístico, que está formando parte de algo transnacional nuevamente. Porque esta ya sería nuestra tercera ocasión colaborando en una investigación transnacional y de alto impacto.
Definitivamente, el trabajar el tema de la corrupción con actores hostiles, como expolíticos, expresidentes y exministros. Personas que además han sido involucradas, o personas cercanas a ellos han sido involucrados en narcotráfico en Honduras, representa un gran reto y que, definitivamente, siempre va a ser difícil, por lo que yo mencionaba en la primera pregunta.
Ya vivimos en un país en el que es peligroso vivir, o sea, aquí se sobrevive. Pero estar tan cerca de temas como estos nos hace un blanco mucho más fácil. Y también nos genera un mayor trabajo en cuanto a nuestro ejercicio, de cómo lo hacemos, cómo protegemos de nuevo a las fuentes, cómo protegemos la información, el trabajo mismo, nuestra propia vida y las nuestras familias.
Entonces, en este momento, diría que los Pandora Papers. No por lo complicado de cómo desenredar toda esa información, sino lo complicado que es llegar a los actores para tener también esas declaraciones de las fuentes oficiales y lidiar con el acoso que genera a partir de esa búsqueda de respuestas. En lo personal no estuve totalmente involucrada, lo ha hecho Jennifer, pero, definitivamente, al final, me impacta todo el trabajo que se haga desde el nivel periodístico.
LJR: En años recientes, la situación de los medios en América Latina se ha tornado cada vez más complicada. ¿Cuál es su visión del futuro cercano del periodismo en Honduras?
JA: Nosotras creemos que Contracorriente está marcando un nuevo rumbo del periodismo independiente y del periodismo en general en Honduras. De hecho tenemos un proyecto que se llama La Nave, que es una escuela de periodismo transmedia. Contracorriente ha funcionado justamente así en estos cuatro años, un espacio donde la nueva generación de periodistas que quieren hacer periodismo independiente, que quieren romper paradigmas en términos de periodismo, están llegando a nuestra redacción.
Eso es una visión bastante positiva de lo que está haciendo el periodismo. Creo que también, a medida que vamos avanzando en el periodismo, también avanzan y se construyen más muros para que no hagamos nuestro trabajo. Como decía al inicio, vivimos una era de crisis democrática. Honduras en una autocracia electoral, vamos a un proceso electoral próximamente que ya está anunciado que va a ser una crisis política más.
O sea, tenemos 12 años de un golpe de Estado y el país ha estado convulsionando cada vez que hay elecciones. Sí hay muchas limitaciones, hay mucha impunidad en Honduras, se expulsó la misión de apoyo contra la corrupción e impunidad que podía haber representado una pequeña luz en temas de justicia y de lucha anticorrupción. Se desmanteló eso.
Nos hemos quedado bastante solos los medios independientes, una herramienta para la sociedad civil. Pero creo que existir es algo importante y que estos reconocimientos también elevan mucho el perfil de este tipo de proyecto, pues le ayuda a toda la sociedad hondureña, no solamente a Contracorriente.
CC: Desde Contracorriente tenemos mucha esperanza. Siempre decimos, si no es con nosotras, al menos queremos que las personas que vengan a trabajar con nosotras o personas que sean parte de los procesos periodísticos y de formación que hemos abierto para comunicadores, para periodistas o personas que les interesa hacer este trabajo. Que definitivamente tengan al menos la información y las herramientas de cómo hacer el buen periodismo ético que se necesita en el país, en la región, al final de cuentas.
El tomar relevancia como medio de comunicación en tan poco tiempo es porque había necesidad de que existieran medios de comunicación éticos en el momento del tratamiento de la noticia, de la información que se obtiene y que se verifica al final de cuentas.
Creo que, definitivamente, hay un gran potencial. Hay un grupo de jóvenes que, de verdad, quieren y creen que es necesario este tipo de proceso. Llevamos más de una década en una crisis desde el golpe de Estado que nos ha permitido ir teniendo otros espacios, pero también nos ha permitido a la población misma, a los ciudadanos y ciudadanas, reconocerse como parte fundamental de este proceso democrático que se va a empezar a romper. Empezar a ejercer a partir de la información que se consuma.
Entonces, tenemos una gran oportunidad. Muchos desafíos, definitivamente. Tampoco somos el país que más lee, pero hay un grupo de personas que lo está intentando, y que está haciendo el eco del trabajo que nosotras estamos haciendo.
De alguna forma, pienso mucho en esta nueva generación de periodistas, que están viendo una posibilidad. Porque en la región cada vez se habla más, a nivel mundial se habla cada vez más de un periodismo independiente. Un periodismo independiente que sí existe, que antes, hace diez años, ninguno teníamos una referencia tan palpable, tan cercana en la cual pudiéramos decir: “Bueno, sí se puede porque se logró esto”.
LJR: ¿Qué consejo les darían a los periodistas jóvenes en América Latina que, como a ustedes, les gustaría hacer periodismo de investigación y de profundidad?
JA: Mi consejo a los periodistas jóvenes en América Latina es que leamos mucho, que estudiemos mucho, que pensemos que el periodismo también debe hacerse junto con múltiples disciplinas. O sea, que también es muy importante tener una visión integral, holística, de lo que está sucediendo, que tenemos una responsabilidad muy grande.
Y creo que se puede hacer periodismo de investigación así, o sea, investigando mucho, estudiando mucho, y ya sin pensar que vamos a hacerlo solos. Ahora se puede trabajar en en red a nivel internacional. Hay que aprovechar la globalización para también tejer redes globales que nos permitan ejercer el periodismo en nuestros países, pero también con una visión de los problemas globales que estamos viviendo.
No es fácil hacer periodismo independiente, que también hay un monopolio de la información y de la narrativa en internet. Pero que todo eso es algo que se tiene que ir viendo y que se tiene que ir cambiando, a medida vayamos todos también construyendo nuevas narrativas globales a partir del periodismo de investigación.
CC: Prácticamente la respondí en la anterior. Pero sería que realmente no dejen de hacer lo que creen, lo que es correcto, que siempre sigan su intuición y que sean impecables con su propia palabra, que honren esa profesión que han decidido ejercer. Independientemente haya sido su primera opción, su última opción o una casualidad de la vida, que lo hagan con el mayor respeto posible y que siempre estén con una actitud de humildad.
Porque, en esta profesión, se tiene que ir aprendiendo y se tiene que ir haciendo de forma cada vez más colaborativa. Y eso no funciona cuando los egos se anteponen al trabajo, cuando tu ego profesional prima antes que la historia y el impacto que puede llegar a tener la historia que estamos contando.
*Nota editorial: Rosental Alves preside el Consejo del Premio Cabot y es fundador y director del Centro Knight para el Periodismo en las Américas que publica LatAm Journalism Review.