La cobertura más desgarradora que ha realizado el periodista Henry Córdova en 16 años de trayectoria fue la de la muerte de su colega y amigo Patricio Aguilar, quien fue asesinado a balazos el 4 de marzo de 2025 en Quinindé, Ecuador.
Aguilar, fundador y director del diario comunitario El Libertador, había salido a cubrir la supuesta liberación de una víctima de secuestro antes de recibir más de 30 balazos que le quitaron la vida.
Colegas y habitantes de Quinindé, una ciudad en la provincia costera de Esmeraldas, en la frontera con Colombia, buscaron a Córdova para confirmar o desmentir lo que ya se rumoraba por las calles.
Patricio Aguilar (der.), fundador del periódico comunitario El Libertador, fue asesinado a balazos en el cantón Quinindé, provincia de Esmeraldas, al norte de Ecuador. (Foto: Facebook de Patricio Aguilar)
“Esta tiene que haber sido la experiencia profesional más dolorosa de mi vida, la más desgarradora”, dijo Córdova a LatAm Journalism Review (LJR). “Mi primera reacción fue de shock. Demoré varios minutos para poder salir a verificar el hecho y luego, regresar con la triste confirmación de que sí había ocurrido. Me tocó tomar la decisión, la noche del crimen, de hacer una transmisión para confirmar la muerte de Patricio y luego transmitir todas las honras fúnebres”.
El asesinato de Aguilar es parte de lo que Córdova llamó un “contexto de violencia generalizada” en la provincia de Esmeraldas, el cual ha venido en aumento desde 2022 a causa de la inestabilidad política y el avance del crimen organizado.
En Esmeraldas y otras provincias de la frontera norte de Ecuador, el clima de violencia se suma a la precariedad laboral y la desprotección del Estado. Esta conjunción genera un ambiente de vulnerabilidad para los periodistas que se ha traducido en deserción de la profesión, autocensura y vacíos informativos.
El asesinato de Aguilar es el primero de un periodista en Esmeraldas desde 2018, cuando el reportero Javier Ortega, el fotógrafo Paúl Rivas y el conductor Efraín Segarra, del diario El Comercio, fueron secuestrados y asesinados en Mataje, una ciudad de esa provincia en la línea fronteriza con Colombia.
El triple asesinato, que causó conmoción a nivel mundial, marcó un antes y un después en el tema de la seguridad de los periodistas en Ecuador, de acuerdo con Diana Amador, periodista y miembro de la organización ecuatoriana de periodismo de investigación y defensa de libertad de expresión Periodistas sin Cadenas.
“Este tema nos despertó ante una realidad de una manera muy abrupta y nos hizo ver cosas en las que probablemente antes no habíamos caído en cuenta”, dijo Romero a LJR. “Esmeraldas es una región muy problemática, es una zona muy ‘caliente’, donde hay una presencia importante de grupos de delincuencia organizada. El hecho de estar también muy cerca de las disidencias de la guerrilla de Colombia, apenas separados por un río, también es un factor que incide mucho en la peligrosidad”.
La creciente violencia en la frontera norte de Ecuador afecta a todos los sectores de la sociedad, pero los periodistas quedan expuestos al ser quienes dan testimonio de los efectos de dicha violencia, dijo Córdova.
El incremento de la violencia “explica lo que ha pasado con los periodistas, como parte de una sociedad que está azotada por la delincuencia”, dijo Córdova. “No podría yo personalmente señalar un ensañamiento en particular con el periodismo, pero como periodistas cubrimos la información y estamos expuestos”.
Entre junio de 2021 y octubre de 2024 se registraron 32 ataques contra medios de comunicación y periodistas en las cuatro provincias más cercanas a la frontera Ecuador-Colombia. De esos ataques, 13 ocurrieron en Esmeraldas, 16 en Sucumbíos, 9 en Imbabura, y uno en Carchi, de acuerdo con el informe “Periodismo en la frontera norte: entre la violencia y el silencio informativo”, publicado en diciembre de 2024 por el colectivo Periodistas sin Cadenas.
Hasta 10 días después del asesinato de Aguilar, las autoridades no habían dado información oficial del caso, más allá de datos básicos del reporte policial y el anuncio de la apertura de una investigación.
“No ha habido ni siquiera una rueda de prensa para dar a conocer los detalles de cómo ocurrió el hecho, menos sobre procesos que ya se hayan dado, o sobre detenciones, o pistas de los posibles responsables”, dijo Córdova. “Sobre todo por la atrocidad con la que se produjo, un crimen con 30 impactos de arma de fuego a un periodista, a un comunicador social muy conocido, aspirábamos a tener una versión oficial. Y eso no ha habido”.
En Ecuador existe un mecanismo de prevención y protección del trabajo periodístico desde 2022, el cual fue creado a raíz del asesinato de los periodistas de El Comercio. Sin embargo, organizaciones como Periodistas sin Cadenas consideran que este mecanismo es inútil, ya que el Gobierno del Presidente Daniel Noboa no le asignó presupuesto para 2024 ni para 2025.
“La razón por la que no se aprueba el presupuesto es porque estamos en un año electoral”, dijo a LJR la periodista María Fernanda Almeida, también miembro de Periodistas sin Cadenas. “La plataforma presupuestaria está prorrogada desde el año pasado. Como el año pasado no tuvo presupuesto el mecanismo, este tampoco”.
Almeida dijo que, ante la falta de recursos, el mecanismo se ha limitado a hacer funciones que ya hacen las fundaciones, como capacitar a periodistas o levantar registro del número de agresiones o amenazas.
“Yo tengo 30 años en el ejercicio de la comunicación, 16 años ininterrumpidos en el trabajo periodístico, todos en la primera línea de batalla”, dijo Córdova. “Durante esos años me he enfrentado a muchos peligros y nunca he sentido protección ninguna”.
Córdova dijo haber sido víctima de persecución política en tres ocasiones desde 2013. El caso más reciente, en 2018, lo llevó a ser sentenciado a 20 días de prisión y al pago de 5 mil dólares de indemnización. Esto, a raíz de la denuncia de una ex asambleísta de Esmeraldas que lo acusó de “violencia política” por una serie de publicaciones en sus redes sociales.
El periodista Henry Córdova dijo que la cobertura que hizo del asesinato y funeral de su colega Patricio Aguilar fue la más desgarradora de su vida. (Foto: Cortesía De Frente Quinindé)
Dos años más tarde, Córdova y su esposa fueron víctimas de una golpiza que llevó al periodista a ser sometido a cirugía en una pierna. Córdova está convencido de que el atentado también se debió a retaliaciones por sus opiniones periodísticas.
Esos dos hechos llevaron al periodista a repensar su labor y tomar precauciones serias, como filtrar cuidadosamente las fuentes que consulta, evaluar con detenimiento los sucesos a cubrir, e incluso renunciar a determinadas coberturas.
“Sabemos que hay zonas más accesibles, zonas más calientes y a mí en algún momento me tocó decir: ‘esta es una zona de bandera roja, a la que mejor no debemos llegar’, porque es la única manera que tenemos de cuidarnos”, dijo.
Las ciudades de la provincia de Esmeraldas están divididas por lo que los periodistas consultados para el informe de Periodistas sin Cadenas llaman “fronteras invisibles”, que tienen que ver con la repartición de los territorios por parte de las bandas criminales.
Los periodistas “tienen que tener muy claro de qué forma está distribuida la ciudad en cuanto a territorios de los grupos de delincuencia organizada para saber a qué barrios pueden ir, a qué barrios no pueden ir y de qué manera pueden movilizarse entre ellos”, dijo Romero.
Como Córdova, muchos periodistas de las provincias ecuatorianas que colindan con Colombia se sienten tan vulnerables que la autocensura se ha convertido en su principal medida de autoprotección, según constató el informe.
“Cada vez hay más periodistas que prefieren no tocar temas que tengan que ver con la violencia”, dijo Almeida. “Muchos de ellos ya ni siquiera nombran a las bandas que están ahí disputándose el territorio”.
Incluso varios de los periodistas de los grupos focales creados para la elaboración del informe dijeron haber abandonado la profesión o bien tomado empleos de comunicación institucional en institutos públicos.
El vacío informativo en las provincias de la frontera norte de Ecuador también se manifiesta en la ausencia casi total de periodismo de investigación. Los reportes de este tipo que existen son, en su mayoría, hechos por periodistas de grandes ciudades como Quito o Guayaquil, dijo Almeida. Uno de los principales factores para esta falta de periodismo de investigación es la falta de acceso a información pública, agregó.
“La policía es una fuente complicada para acceder a información. Los militares, ni se diga. Esos casi ni hablan y casi siempre, cuando les piden información, te piden que te comuniques con [la oficina correspondiente en] Quito”, dijo Almeida.
Aunque Ecuador cuenta con la Ley Orgánica de Transparencia y Acceso a la Información, que obliga a las instituciones públicas a atender con premura los requerimientos de información, no existe entre los organismos públicos la cultura de la transparencia, dijo Córdova.
“Ese poco trabajo de investigación es porque casi no tenemos manera de contrastar, de verificar, porque no tenemos acceso a la información oficial”, dijo el periodista.
En las provincias de la frontera norte de Ecuador, la oferta laboral para los periodistas es muy baja, dijo Almeida. Además, pocos son los medios de comunicación con la fuerza institucional suficiente para proporcionar protección y condiciones laborales óptimas para los periodistas, agregó.
Esto ha orillado a los comunicadores a autoemplearse a través de la creación de plataformas digitales o medios basados en redes sociales. Aunque internet ofrece diversas alternativas de periodismo a las comunidades ecuatorianas, los emprendimientos informativos digitales enfrentan muchas debilidades, dijo Córdova, quien dirige su propia plataforma de noticias en Facebook, De Frente Quinindé.
Los medios locales en la región de la frontera norte de Ecuador enfrentan situaciones muy precarias, dijo Córdova. (Foto: Cortesía De Frente Quinindé)
“Remunerativamente la condición de nuestra clase es muy precaria”, dijo Córdova. “Estaríamos encasillados en el nivel del pequeño emprendedor, casi como el vendedor ambulante que vive a diario de su venta”.
Córdova dijo que los periodistas con emprendimientos digitales enfrentan el desafío de financiar sus medios mediante la venta de publicidad sin comprometer su línea editorial, mientras buscan mantener la mayor independencia posible.
Los salarios para periodistas fuera de los medios de las grandes ciudades ecuatorianas son muy bajos, dijo Almeida. Mientras que un periodista independiente de Quito recibe alrededor de 150 dólares en promedio por nota publicada en un medio impreso nacional, un periodista de Esmeraldas recibe cinco dólares por cada nota publicada en el mismo medio, de acuerdo con datos que Periodistas sin Cadenas está recabando para un informe.
A la precariedad salarial se suma la falta de equipamiento, sobre todo de protección, que en provincias como Esmeralda es fundamental para el ejercicio periodístico. Incluso los periodistas que colaboran con medios grandes carecen de equipo básico, agregó Almeida.
“Los equipos no te los da el diario, ni los medios, los equipos los consigues tú”, dijo. “De los periodistas en Esmeraldas que encuestamos como parte del grupo focal, ninguno tiene chaleco antibalas o casco, absolutamente nadie. A veces la policía les provee, y a veces ellos van solos, como pueden”.
En palabras de Córdova, Patricio Aguilar era un periodista comunitario que, a diferencia de muchos de sus colegas de Esmeraldas que renunciaron a cubrir la violencia, decidió dedicarse enteramente a denunciar los hechos de inseguridad en Quinindé para El Libertador, el medio que fundó en 2006 y el cual editaba desde su casa.
“Patricio cubrió prácticamente todos los hechos de violencia que se manifestaban con asesinatos, con sicariatos”, dijo. “De pronto la única explicación que tenemos como ciudadanos es que esa podría ser la motivación [de su asesinato]: el hecho de haber denunciado permanentemente durante estos dos últimos años todos estos incidentes de violencia atribuibles a grupos de delincuencia organizada”.
Pese al peligro, Aguilar era cercano a la gente y recorría la ciudad a pie, ignorando las “fronteras invisibles” impuestas por los grupos criminales.
“Era un periodista al que difícilmente veías en carro. Lo veías tanto en la zona bancaria de la ciudad, como en un barrio marginal. Siempre caminando”, dijo Córdova, quien conoció a Aguilar a mediados de los 90, cuando el hoy fallecido periodista apenas comenzaba su carrera. “Por eso estaba presente en la vida de todo el mundo”.
La gente conocía la cercanía de Córdova y Aguilar. Por eso, cuando se supo que éste último había sido asesinado, los habitantes de Quinindé acudieron a Córdova para confirmar la noticia.
“Estoy viviendo aún esa sensación que te puedo decir que no es solo mía, es de todo el pueblo”, dijo Córdova. “De pronto hoy en el pueblo se siente un vacío porque ya no se ve a Patricio por ninguna parte”.