La periodista mexicana Anabel Hernández ha dedicado gran parte de sus casi tres décadas de carrera a investigar y denunciar la corrupción y la complicidad entre el crimen organizado y el gobierno en México
Sus investigaciones también abordan temas como el tráfico de drogas, la explotación sexual y el abuso laboral. Eso le ha valido premios como la Pluma de Oro de la Libertad, de la Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA); el Premio Nacional de Periodismo de México; el Freedom of Speech Award, de la Deutsche Welle; y el Premio Internacional de Periodismo, del diario El Mundo.
Hernández es beneficiaria desde 2013 del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas del gobierno federal, al igual que lo eran algunos de periodistas que han sido asesinados en México en lo que va de 2022. La misma Hernández ha sido blanco de amenazas de muerte, ataques armados y robo de material de trabajo en repetidas ocasiones.
La autora de libros como "Emma y las otras señoras del narco” y “La verdadera noche de Iguala: La historia que el gobierno trató de ocultar” considera que el mecanismo mexicano de protección no va a funcionar mientras los crímenes y ataques contra periodistas no se investiguen y se castiguen apropiadamente.
Pero sobre todo, Hernández cree que la actual ola de violencia contra la prensa no va a disminuir mientras el Presidente Andrés Manuel López Obrador siga diseminando un discurso hostil contra el periodismo que pinta a los comunicadores como enemigos.
En México, el periodismo investigativo como el que hace Hernández es inconveniente para políticos, empresarios y organizaciones criminales, y al mismo tiempo es fundamental para la sociedad. La reportera considera que los periodistas deben capacitarse y protegerse entre sí, y los comunicadores con experiencia deben formar a las nuevas generaciones de periodistas sobre cómo enfrentar la tarea de vigilar al poder.
No debe ser un acto heroico de riesgos innecesarios, dice Hernández, sino de defender el derecho humano de las personas a estar verazmente informadas.
A continuación, la entrevista que Anabel Hernández concedió a LatAm Journalism Review (LJR), como parte de la serie "Cinco Preguntas”.
(Las respuestas han sido editadas para mayor claridad y brevedad).
1. En tu libro reciente "Emma y las otras señoras del narco” y en anteriores publicaciones hablas sobre personajes del crimen organizado y la política. Ambos círculos son los principales señalados por la violencia contra los periodistas en México. ¿Cómo manejas ese riesgo?
Soy una periodista de 50 años con 29 años de experiencia. A lo largo de estos años, he podido desarrollar un método de investigación y una intuición que me permite hacer mi trabajo con mucha precaución. Es similar, pienso, a la experiencia que adquiere un soldado tras años en diferentes guerras: aprende a distinguir el terreno, aprende a identificar cuándo está por atravesar un campo minado, aprende a distinguir las señales y a caminar sobre él. Por desgracia el trabajo es muy riesgoso y siempre hay la posibilidad de pisar alguna mina y saltar en el aire.
Por desgracia, así es ejercer el periodismo en México y en otras partes del mundo. México es un país que vive en una guerra entre cárteles de la droga donde parte de las instituciones y de los funcionarios públicos están coludidos con un bando u otro. Si los periodistas ni siquiera podemos confiar en las autoridades, ¿quién nos puede proteger? Muchos hemos aprendido con amargas experiencias a protegernos a nosotros mismos.
Yo trabajo de manera solitaria por el nivel de riesgo de mi trabajo. Los ataques armados que he sufrido me han obligado a aislarme para no afectar a colegas. Y por otra parte, hay censura e intereses en los medios de comunicación en México y no encuentro muchos espacios donde publicar. Pero pienso que lo mejor para disminuir los riesgos de caminar sobre el campo minado es trabajar con un equipo sólido, ya sean medios de comunicación honestos, centros académicos de investigación periodística o colectivos de periodistas.
2. Varios de los periodistas que han sido asesinados y amenazados en el país están bajo el mecanismo de protección de la Secretaría de Gobernación. ¿Consideras que este mecanismo está superado? ¿O por qué no ha dado buenos resultados?
Yo misma estoy dentro de ese mecanismo desde 2013 y aún así he sufrido ataques armados e irrupciones en mi domicilio para robar mi archivo. Pienso que el mecanismo en sí mismo es una buena idea, es algo necesario, pero no puede funcionar porque mientras las autoridades responsables de impartir justicia no investiguen con verdadera autonomía e interés los ataques, intimidaciones u homicidios de periodistas, estos van a continuar.
Para mí, hay actualmente cuatro factores fundamentales por los cuales siguen aumentando los ataques contra la libertad de expresión:
3. En lo que va de 2022 han sido asesinados siete periodistas en México y otros tantos se han salvado de morir. ¿A qué atribuyes este drástico incremento en la violencia contra la prensa en el país en tan poco tiempo?
En mi punto de vista son los cuatro factores arriba señalados. Además de que hay una ola de desinformación terrible que circula en canales de YouTube y redes sociales, y claras campañas de odio en contra de los periodistas. Es muy grave cuando un Presidente dedica más tiempo a atacar a periodistas y a medios de comunicación, que a hablar de problemas estructurales de México. Cuando un gobierno considera más peligroso a los periodistas que a los narcotraficantes o los funcionarios ineptos, estamos hablando de un mundo invertido que nos obliga a cuestionarnos “¿por qué?” La búsqueda de esa respuesta es una tarea periodística urgente.
4. ¿Por qué dirías que ha valido la pena el riesgo que has enfrentado estos últimos años, tras la publicación de tus investigaciones?
Yo soy un ser humano apasionado, creo profundamente en mi trabajo de periodista como una forma de no mantenerme indiferente ni pasiva ante los hechos de abuso de autoridad, violaciones de derechos humanos, violencia y crimen que ocurren en mi entorno. Pienso que cada ser humano debe buscar un camino para no volverse cínico. El periodismo es el mío, para ver el horror y para ver la belleza.
Creo que la información veraz y oportuna contribuye a crear una sociedad más equitativa, más justa, más consciente en la responsabilidad individual y colectiva sobre lo que pasa a nuestro alrededor. Creo que la información empodera positivamente a los ciudadanos y creo que cada vez más hay distintos intereses en el mundo que quieren ciudadanos débiles, desinformados, y no ciudadanos empoderados.
Pero mi pasión por la búsqueda de la verdad no es irracional ni es ingenua. Me cuestiono constantemente si vale la pena, si debo continuar. Muchas veces tengo dudas. Pero al final siempre me respondo que sí, vale la pena. “La indiferencia es el peso muerto de la historia”, escribió el periodista y filósofo italiano Antonio Gramsci. El estilo de periodismo que yo hago es mi forma de no ser indiferente y no ser un peso muerto en este mundo.
5. ¿Qué consejo le das a los periodistas de América Latina que están dudando continuar con sus investigaciones sobre corrupción por miedo a poner en riesgo sus vidas?
No creo en el periodismo de élite, no creo en el periodismo indiferente, pero tampoco creo en el periodismo partidista, no creo en el periodismo kamikaze, no creo en el periodismo “heroico”. El mundo necesita más periodistas honestos, comprometidos, vibrantes y humanos. La actividad que realiza un periodista es insustituible, somos los historiadores del presente.
No pienso que todo el periodismo que es serio y que vale la pena hacer debe ser siempre peligroso. Hay mucho periodismo fundamental que no siempre cae en una situación de riesgo. Pienso que es ahí en ese sendero por donde todos tenemos que comenzar. No podemos ni debemos caminar por el campo minado sin experiencia. Ningún general puede mandar a un soldado amateur a identificar las minas en un campo de guerra, ningún soldado amateur debe aceptar ir ni debe proponerse como voluntario.
En el ambiente que existe en México y muchos otros países de América Latina, la experiencia es imprescindible. Es necesario formar a nuevas generaciones de periodistas. En las redacciones, en los colectivos de periodistas, debe haber mayor interacción entre periodistas experimentados y entrenados en buenas prácticas de periodismo, con los periodistas de las nuevas generaciones. A las nuevas generaciones se les deben ir encomendando investigaciones que vayan creciendo poco a poco en complejidad. Hay que incluirlos en los debates éticos y filosóficos del periodismo, en los debates sobre las decisiones editoriales, de los temas a investigar.
Los periodistas debemos empoderar nuestras voces en las redacciones. Somos nosotros los principales defensores del derecho humano de las personas a estar verazmente informadas. Somos los custodios de ese derecho, nuestro principal objetivo debe ser sobrevivir para poder seguirlo haciendo.