Por Paul Alonso
José Enrique Crousillat y Genaro Delgado Parker, quienes fueron dos de los hombres de televisión más poderosos del Perú, son ahora prófugos de la justicia. El primero vendió sin pudor la línea editorial de América TV (canal 4) a la mafia fujimontesinista; el segundo, esquivó sus constantes deudas con sus empleados, quebró Panamericana TV (canal 5) y presuntamente robó camionetas. Ahora, escapan.
“Don” Genaro Delgado Parker, conocido también como “Papaúpa” (una suerte de versión local de El Padrino de los medios), está acusado de delitos contra la administración pública y peculado por extensión en agravio del Estado y de Panamericana TV. Además, el empresario afronta una orden de captura por presuntamente haberse apropiado de camionetas durante su administración, período en el cual la televisora no le pagaba a sus trabajadores y tuvo sospechosos coqueteos con el narcotráfico.
En el 2001, a través de uno de los famosos vladivideos, salió a la luz que José Enrique Crousillat, ex dueño del canal América Televisión, había vendido la línea editorial de la estación en favor del gobierno fujimorista por 619 mil dólares mensuales. Crousillat fue sentenciado por delito contra la administración pública y tráfico de influencias (que incluía corrupción de funcionarios y peculado).
Crousillat, de 77 años, cumplía una condena de ocho años de cárcel cuando fue indultado el año pasado por el presidente Alan García, por “motivos humanitarios”. Sin embargo, el beneficio fue anulado después de que se publicaran fotos del empresario paseando por playas y restaurantes, dejando en entredicho la enfermedad terminal que supuestamente sufría y que había merecido el indulto presidencial. Desde entonces, está prófugo.
Estos dos casos no sólo subrayan las fisuras del poder, sino también dan cuenta de que el poderoso no siempre es inmune. Es cierto que hay muchos intereses e influencias en torno a estos casos, que no es gratuito que Crousillat y Delgado Parker sean hoy los justamente perseguidos, que--en medio del constante cuestionamiento de un gobierno lleno de escándalos de corrupción--algunas cabezas tengan que rodar y ser expuestas para el vilipendio colectivo. Sin embargo, lo más positivo es quizá que la constante degradación mediática de estos prófugos sirva como referente a aquellos que hoy toman las grandes decisiones, aquellos que, sentados en una lujosa sala de conferencias, whisky en mano, apuestan en la ruleta de los medios de comunicación y su endogámica relación con el poder político.
Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.