En los 10 años que lleva la violenta guerra contra las drogas en México rara vez los periodistas han tenido el tiempo para verse a sí mismos y descubrir qué tanto esa violencia los ha afectado.
La reciente cobertura mediática de un inusual tiroteo en México ha generado un gran debate entre medios de comunicación, su audiencia y el Estado, sobre cuán ético es periodísticamente publicar reportajes con imágenes violentas.
“Estamos aquí de regreso después de un año, diez meses en que este grupo de periodistas, del que formo parte, sufrió un golpe de censura que nos expulsó de la radio mexicana”. Así comenzó la periodista mexicana Carmen Aristegui la primera emisión en internet de la nueva versión de su tradicional programa radial ‘Aristegui En Vivo’.
Cuando Eduardo Salles cofundó Pictoline a finales de 2015, no estaba intentando explicar el mundo con “dibujitos”. El reto que se planteó fue usar el diseño como herramienta para convertir la información en algo relevante y entendible para toda la gente.
Si hubo un caso mexicano que logró la atención de los medios del país y del mundo, fue la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotnizapa en Iguala, estado de Guerrero, el 26 de septiembre de 2014.
Desde el 1 de enero, centenares de mexicanos se han tomado las calles de diferentes ciudades del país como protesta por el aumento de hasta un 20 por ciento en el precio del combustible. Algunas de las protestas por el ‘gasolinazo’, como se conocen las manifestaciones, se han tornado violentas e incluso han incluido saqueos y enfrentamientos con la policía con cifras de personas muertas, heridas y detenidas.
“Estamos en una relación abusiva con nuestros dispositivos tecnológicos favoritos y sospechamos que pueden estar poseídos por el Chupadatos”. Así se presenta el proyecto Chupadatos, lanzado en diciembre de 2016, cuyo objetivo es contar, a través de textos e infografías, cómo los equipos y servicios tecnológicos son usados en América Latina para recolectar, almacenar e incluso vender datos personales - muchas veces sin el conocimiento de los usuarios.
Aunque el número de asesinatos de periodistas en el mundo bajó de sus niveles récord este año, dos países de América Latina hacen parte de la lista de los más mortíferos para comunicadores en 2016, de acuerdo con el informe de final de año del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés).
El reportero radial Jesús Adrián Rodríguez Samaniego, de 41 años, fue asesinado afuera de su casa en Chihuahua, México, la mañana del 10 de diciembre.
Para los periodistas mexicanos, cubrir la nota roja va más allá de estar expuestos a peligros físicos. Al vivir y trabajar en áreas de alto riesgo, su contacto constante y sistemático con la violencia pone en peligro su salud mental.
Las autoridades locales le informaron al semanario mexicano Zeta que un grupo criminal ordenó un ataque en su contra después de que el medio publicara fotos de presuntos miembros del crimen organizado en la portada de su edición del 25 de noviembre, aseguró Zeta.
En la última semana, tanto la periodista mexicana Carmen Aristegui como el medio que ella dirige, Aristegui Noticias, han denunciando una serie de hechos que aún sin saber si están vinculados entre sí cuestionan qué tan segura se encuentra la comunicadora y su equipo en el país.