texas-moody

Ausencia de Estado potencializa riesgos para periodistas en la región amazónica donde fue asesinado el reportero británico Dom Phillips

La desaparición y asesinato del periodista británico Dom Phillips y del indigenista brasileño Bruno Pereira el 5 de junio atrajeron la atención nacional e internacional sobre la región amazónica donde se unen las fronteras entre Brasil, Perú y Colombia. Del lado brasileño, la ausencia de Estado y la fuerte presencia del crimen organizado inhiben a los comunicadores locales a informar sobre actividades ilegales, como comentaron expertos y comunicadores de la región a LatAm Journalism Review (LJR).

La variedad de actividades ilícitas presentes en la región — como el tráfico de drogas y armas, la minería, el robo de madera y la caza y pesca predatorias — la convierten en un área compleja y un campo minado para los periodistas, describió Emmanuel Colombié, director para América Latina de Reporteros Sin Fronteras (RSF), a LJR. Para él, se trata de “una región que está totalmente fuera del control del Estado, y esa pérdida de control se aceleró con la llegada de Jair Bolsonaro” a la Presidencia de la República.

El periodista británico Dom Phillips sostiene un micrófono durante una rueda de prensa con el presidente brasileño Jaier Bolsonaro.

Dom Phillips durante una rueda de prensa con el presidente brasileño Jair Bolsonaro en julio de 2019. (Foto: Marcos Corrêa/PR)

Desde hace 15 años, Phillips vivía en Brasil trabajando como corresponsal de diarios como The Guardian y The Washington Post y dedicando su cobertura especialmente a temas ambientales y de la región amazónica. Viajó a Atalaia do Norte, ciudad en la frontera entre Brasil, Perú y Colombia, en compañía del indigenista brasileño Bruno Pereira para realizar reportajes para un libro que estaba escribiendo sobre el desarrollo sostenible en la Amazonía. Pereira trabajaba para la agencia estatal Fundación Nacional del Indio (Funai) y era un reconocido experto dedicado a la protección de los pueblos aislados en el área de Vale do Javari, una tierra indígena demarcada que alberga a unos 6.000 indígenas y tiene la mayor concentración de pueblos aislados en el mundo.

Los dos desaparecieron el 5 de junio mientras navegaban por el río Itaquaí, y el grupo indígena que los acompañaba reveló las amenazas que habían recibido de pescadores ilegales, presuntamente financiados por narcotraficantes, el día anterior. El periodista y el indigenista habían registrado pesca ilegal en la zona y llevarían la denuncia a la Policía Federal. El 7 de junio, la policía arrestó a un pescador como sospechoso de la desaparición. El 15 de junio, la policía anunció que este pescador confesó haber disparado a Phillips y Pereira y haber escondido sus cuerpos en el bosque. Ese mismo día, la policía recuperó dos cadáveres, que días después fueron identificados como pertenecientes al periodista y al indigenista.

Periodismo local bajo asedio

El asesinato de un periodista mientras realizaba su trabajo en la selva amazónica es algo sin precedentes en la historia reciente de Brasil. El registro más reciente de un comunicador asesinado en la región es de 2011, cuando Vanderlei Canuto Leandro fue asesinado a balazos en la ciudad de Tabatinga, a 32 kilómetros en línea recta de Atalaia do Norte. Según la prensa local, Leandro denunciaba en su programa de radio supuestas irregularidades y actos de corrupción por parte de la administración municipal de la época y había denunciado haber recibido amenazas por su trabajo.

Una calle en Atalaia do Norte, en Amazona, Brasil.

La ciudad de Atalaia do Norte, en Amazonas, Brasil. (Foto: Bruno Kelly/Amazônia Real)

Con 70 mil habitantes, Tabatinga es la ciudad principal y más grande de la región. El mapeo más reciente del Atlas da Notícia, referente a 2021, identificó dos medios de comunicación en el municipio: Rádio Nacional do Alto Solimões, emisora ​​de la estatal Empresa Brasil de Comunicação (EBC), y Supermega Webradio. Según el mismo mapeo, sólo existen otros dos medios en la región: en Benjamin Constant, con 44 mil habitantes, el Atlas registró Rádio Rios; y en Atalaia do Norte, con 20 mil habitantes, hay registro del blog Jambo Verde.

Jéssica Botelho, investigadora responsable del mapeo de la región norte para Atlas da Notícia, dijo a LJR que “en general, el ecosistema mediático es muy frágil en todo el Amazonas”. De los 191 medios mapeados por Atlas en el estado, 142, o el 74% de ellos, están en la capital, Manaus. En la región de Atalaia do Norte, las estaciones de radio tienen más presencia debido a la precariedad de la conexión a internet, lo que dificulta el mantenimiento de los medios en línea, dijo Botelho.

Además, según Botelho, también es común que estos medios estén liderados por periodistas comunitarios, que no tienen una formación periodística tradicional. “Saliendo de la capital hay menos periodistas profesionales, entonces hasta el tratamiento periodístico [de los temas tratados] se vuelve más complicado”, dijo. “Es una realidad de toda la región. Cuando se trata de un sitio web o blog, replica material de los comunicados oficiales [de los ayuntamientos y los gobiernos estatal y federal]. Cuando es radio, replica el contenido de Rádio Nacional”.

La periodista Kátia Brasil, cofundadora y editora ejecutiva de la agencia de periodismo de investigación Amazônia Real, llama a esta situación la “dictadura de los comunicados”, como dijo en una conversación con LJR. Para ella, los periodistas de estas regiones “no tienen la libertad de escribir realmente sobre cómo suceden las cosas”. “Están restringidos, tienen numerosas violaciones a su trabajo, no tienen subsidios para trabajar (…). Están a merced de este problema [reproducción de comunicados] y eso es grave, porque daña la democracia brasileña, la libertad de expresión y de prensa”, dijo.

Las investigaciones periodísticas sobre cuestiones socioambientales en la Amazonía, especialmente aquellas que tratan sobre crímenes y violaciones de derechos, suelen ser realizadas por periodistas del sudeste de Brasil, donde se encuentran los principales medios del país, y por periodistas extranjeros, como Dom Phillips. Tanto Brasil como Botelho enfatizaron que eso se debe precisamente a la falta de seguridad, ya que los profesionales que viven y son conocidos en las comunidades están más expuestos a riesgos que los profesionales que pasan poco tiempo en el lugar y ya están en otro estado o país cuando su se publica el reportaje.

“El periodismo local es necesario, y en la Amazonía, la relación que tienes con las comunidades locales hace toda la diferencia en la cobertura socioambiental”, dijo Botelho. “Este caso [de Phillips y Pereira] es un ejemplo. Son conocidas y reconocidas por las comunidades indígenas (…). Así que esta relación establecida hace toda la diferencia. Pero cuando mantienes una relación con las fuentes, con las comunidades [locales], eso es un riesgo, porque terminas siendo blanco de las personas que perpetran la violencia y las violaciones”.

Ella dijo que le “molesta” que periodistas del sureste y extranjeros “lleguen aquí, hagan la historia, se vayan y ganen un Pulitzer, mientras el ecosistema mediático local no recibe financiamiento, no tiene incentivos, no se fortalece en general”.

“Tenemos un ecosistema mediático y periodístico local frágil, que no puede sostenerse y no puede producir porque no tiene dinero y está en la agonía del lobo. Entonces, ¿cómo garantizar una producción periodística independiente, original, con cobertura diaria, si no hay una infraestructura que garantice los mínimos de seguridad?”, preguntó.

Niños indígenas juegan fútbol en un campo en el centro de su villa.

Niños indígenas juegan en la aldea Massapê, en la Tierra Indígena Vale do Javari. (Foto: Bruno Kelly/Amazônia Real)

Nailson Tenazor, comunicador responsable del blog Jambo Verde, dijo a LJR que, aunque no tiene formación periodística, lleva más de 30 años trabajando en comunicaciones en la región. Su blog fue creado en 2009 en sociedad con su hijo, Matheus Ravel, quien actualmente es Secretario de Comunicación de Atalaia do Norte.

“No es cualquier noticia que publicamos, porque también tenemos miedo de que se nos acerquen, de recibir una llamada telefónica”, dijo. “Una vez recibí una llamada por una cobertura, pero ni siquiera era una cobertura; recibíamos comunicados de prensa de la policía sobre el arresto a cierto traficante, incautación de drogas y, a veces, ese tipo de información llega a alguien que no le gustó o sufrió pérdidas [monetarias]. Pero esa fue la única vez y ha pasado mucho tiempo, así que tenemos cuidado de no decir quién es el ciudadano que está siendo arrestado. Por nuestra parte aquí, no nos arriesgamos”.

Tenazor agregó, sin embargo, que este no es un tema de rutina. “Sobre todo porque no hay tantos periodistas aquí en la región. Puedo contar con los dedos a los periodistas que tenemos aquí”, dijo.

En el análisis de Tenazor, “ya ​​no hay separación” entre las actividades del crimen organizado en la región. “Quien financia la droga, financia el arma, también financia a los que entran a la zona de reserva [indígena] a pescar ilegalmente. (...) El pequeño pescador no puede financiar un activo pesquero, no tiene dinero para poner una tonelada de hielo dentro de cámaras frigoríficas ni para comprar gasolina [para la embarcación]. Y luego encontrará a alguien para hacer este financiamiento. Y eso es evidente, eso se ve aquí”.

Recordó que en 2019 en Tabatinga el funcionario de la Funai Maxciel Pereira dos Santos, quien trabajaba con Bruno Pereira en la inspección y decomiso de material utilizado en la pesca ilegal, fue asesinado en un crimen que aún no es esclarecido. “Tanto los patrones [los financistas] como los pescadores financiados sufrieron muchas pérdidas [debido al trabajo de Santos]. (...) Hasta el día de hoy no sabemos quién ordenó [matar] y quién ejecutó a Maxciel”, dijo Tenazor quien cree que la impunidad en el asesinato de Santos fue “una puerta abierta” para los asesinatos de Phillips y Pereira.

“Es complejo, entonces no nos involucramos en muchas cosas, no lo hacemos, no lo buscamos, porque no queremos arriesgarnos, porque aquí todo es muy cercano. Por ejemplo, no soy amigo de Amarildo de Oliveira [pescador que, según la policía, confesó haber matado a Phillips y Pereira], pero soy amigo de su hermano. Entonces todo el mundo se conoce aquí”, dijo Tenazor.

Pescadores en el río Javari en Atalaia do Norte, Amazonas, Brasil.

Río Javari en Atalaia do Norte. (Foto: Bruno Kelly/Amazônia Real)

Políticas públicas y apoyo a periodistas

Tenazor afirmó que los asesinatos de Dom Phillips y Bruno Pereira son un acontecimiento extraordinario en Atalaia do Norte. “No todos los días tienes muchachos disparando aquí”, dijo el comunicador. Pero subrayó que la región necesita inversión pública y mejoras en la calidad de vida de la población para que sea posible combatir el crimen organizado.

“Necesitamos tener oportunidades (…) para cambiar las cosas aquí, para que no haya una situación como la que tenemos hoy”, dijo. “El pescador que invade [el territorio indígena], si le preguntas si quiere invadir, si quiere subir [el río] y pasar un mes con frío y necesidad, no quiere, muchos ya me lo han dicho. Ellos van por no tener oportunidades, ni para ellos ni para sus hijos. (...) Entonces hay que invertir en educación, en generar oportunidades, empleos e ingresos”.

Para Kátia Brasil, “la ausencia del Estado y el desmantelamiento de instituciones gubernamentales” como Funai, Ibama (Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables) e ICMBio (Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad) contribuyen al aumento de la violencia y riesgos para los periodistas en la Amazonía.

“Si tienes estructura, organizaciones [gubernamentales] y policía, los periodistas no estarán bajo amenaza. Los periodistas podrán transitar con normalidad”, dijo. “El gobierno necesita ocupar efectivamente esa frontera. Ella está completamente desprotegida. Caminas kilómetros y kilómetros y kilómetros y no ves una estación de policía”.

Por parte de las organizaciones periodísticas, Brasil destacó la importancia de desarrollar un protocolo de seguridad que apoye a los periodistas en su trabajo. Dicho protocolo implica una evaluación de riesgos que contemple tanto las posibles amenazas digitales como de campo, así como un plan para retirar al periodista de la escena si surge un problema. En el caso de Amazônia Real, dijo Brasil, este protocolo está siendo desarrollado con el apoyo de RSF.

“Trabajamos el tema específico de la autoprotección física y digital con base en una evaluación de las necesidades de estos [medios] socios”, explicó Colombié, de RSF. “Establecimos una lista de prioridades y construimos una estrategia para que estas redacciones que trabajan en estos lugares complejos puedan tener protocolos internos de protección física que parten del análisis de riesgo. Primero [se evalúa] cuál es el valor de la información que se está buscando, y a partir de ahí, cuáles son los riesgos que se pueden enfrentar en el campo. Luego establecemos una lista de riesgos y creamos una serie de protocolos de protección física. Hay que analizar el terreno, los contactos de confianza en los lugares, el transporte, la comunicación con los equipos que están en el lugar de la redacción”, enumeró.

Colombié también destacó que, tanto a nivel local como global, es necesario tener “un discurso público que valore la importancia de una prensa libre, independiente y plural en estos lugares”.

“Gracias al trabajo de los periodistas nos estamos dando cuenta de cuánto ha sido abandonada esta región, cuán peligrosa es esta región y cuánto sufren las poblaciones indígenas precisamente por los ataques permanentes de los poderes económicos y políticos. Entonces, necesitamos más que nunca fortalecer el periodismo local y las iniciativas de periodismo de investigación”, dijo.

Artículos Recientes