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Periodistas brasileños no se intimidaron frente a los ataques de Bolsonaro, según estudio

Recurrentestorpes, los ataques del expresidente Jair Bolsonaro contra periodistas durante sus cuatro años en la Presidencia de Brasil no sirvieron para intimidar ni reducir la cobertura de su gobierno por la prensa brasileña. En lugar de achicarse, los periodistas de ese país percibieron en los ataques un motivo para poner “más gasolina” a sus oficios, en una demostración de resiliencia.

Estos son algunos de los hallazgos del estudio “Attacks against journalists in Brazil: Catalyzing effects and resilience during Jair Bolsonaro’s government” (“Ataques contra periodistas en Brasil: Efectos catalizadores y resiliencia durante el gobierno de Jair Bolsonaro”), publicado en julio en The International Journal of Press/Politics, una reconocida revista científica de las áreas de prensa y política, por un equipo de cinco investigadores de la Universidad de Texas en Austin.

En el artículo, el equipo empleó una combinación entre métodos cuantitativos y cualitativos para averiguar cuáles fueron los efectos sobre la prensa de los ataques de Bolsonaro contra periodistas.

Entre las dos primeras hipótesis del estudio – la Hipótesis 1, “Un aumento en los ataques contra periodistas lleva a una disminución en la cobertura periodística sobre Jair Bolsonaro”, y la Hipótesis 2, “Un aumento en los ataques contra periodistas lleva a un aumento en la cobertura periodística” –, ninguna se mostró comprobada, según el análisis cuantitativo.

Cuando pasaron al estudio cualitativo, a partir de entrevistas con 18 periodistas personalmente atacados por el expresidente y por sus aliados, sin embargo, se verificó una mayor disposición para el trabajo como reacción.

“Varios periodistas usaron la palabra ‘gasolina’ para articular su reacción a los ataques, que catalizaron la cobertura en vez de enfriarla”, dijeron los autores. “El objetivo de Bolsonaro de silenciar periodistas por medio de ataques no parece funcionar. En cambio, estos no están retrocediendo”.

El resultado contradice la expectativa inicial de los investigadores, que, según la bibliografía de contextos similares, afirman, ellos creían que la retórica agresiva del presidente pudiera tener un chilling effect - es decir, un efecto de intimidación - sobre la prensa. En vez, se constató “efectos catalizadores”.

El principal autor del artículo, el estudiante de doctorado de la Escuela de Periodismo y Medios de la Universidad de Texas en Austin João V. S. Ozawa, clasificó los resultados como “sorprendentes desde el punto de vista teórico y también personal”.

Según dijo Ozawa a la LatAm Journalism Review (LJR), “aunque la democracia en Brasil es fallida y para unos pocos, esta mostró resiliencia. Este estudio me hizo sentir todavía más admiración por el periodismo brasileño”.

El artículo fue escrito por Ozawa (autor principal), junto con los profesores Josephine Lukito, Anita Varma y Rosental Alves (también director del Centro Knight para el periodismo en las Américas, que publica LJR), de la Universidad de Texas en Austin, y Taeyoung Lee, exestudiante de doctorado de la misma institución y hoy profesora de la Universidad de Houston.

Investigación cuantitativa

Según Ozawa, la idea del artículo surgió cuando él y Lee eran alumnos de un curso de Lukito sobre el uso de métodos combinados para el estudio del periodismo.

En la parte cuantitativa, los investigadores emplearon primero datos presentes en el Informe de la Violencia Contra Periodistas y Libertad de Prensa en Brasil de 2019 y 2020, de la Federación Nacional de Periodistas (Fenaj, por su acrónimo en portugués), que contabiliza ataques contra la prensa.

Se sumaron a esos datos una base de mensajes de propaganda provenientes de cuentas públicas en Facebook y en Twitter de asociados a Bolsonaro, miembros de su familia, políticos de extrema derecha y otros afiliados, que el estudio clasifica como “Gabinete del Odio”.

Luego, los investigadores cruzaron los ataques y la propaganda con publicaciones en el mismo periodo de cuatro medios: el sitio G1, el portal UOL, el sitio de izquierda Brasil 24/7 y el sitio de la revista progresista Carta Capital. Fueron encontradas 20.998 publicaciones relevantes.

El análisis comparativo no mostró correlación o causalidad entre los ataques y cambios de la cobertura. Por otro lado, los resultados indican que un aumento de la propaganda tendió a llevar a un aumento en la cobertura de noticias, y también que un aumento de la propaganda llevó a un aumento de ataques contra periodistas.

Es decir, aunque los ataques de Bolsonaro directamente no hayan llevado a una mayor o menor cobertura, los mensajes ofensivos publicados en redes sociales sí tuvieron correlación con más ataques contra la prensa, y también con una cobertura intensificada.

Dificultades estructurales de la prensa

En la segunda fase del estudio, fueron contactados 80 periodistas que fueron atacados por Bolsonaro para entrevistas individuales, y 18 accedieron a participar.

En sus respuestas, los periodistas citaron cuatro principales dimensiones de sus oficios durante el gobierno Bolsonaro: 1) Restricciones estructurales a la libertad de prensa; 2) Una creciente mentalidad de “nosotros contra ellos”; 3) Su persistencia en respuesta a los ataques; 4) Las necesidades de una infraestructura solidaria para apoyar a los periodistas bajo ataque.

En relación al primer ítem, algunos entrevistados citaron “la concentración de poder político, económico y mediático” en Brasil como un obstáculo para el trabajo, observando que “el poder político está muy cercano a la propiedad de los medios”.

Esto, según algunos entrevistados, fue un desafío mayor al trabajo que los ataques de Bolsonaro.

“Generalmente, la línea editorial es fuertemente influenciada por la política y por las personas que están en la política, si esas personas están ocupando un cargo gubernamental o no”, dijo uno de los entrevistados – que, así como los demás, habló bajo anonimato.

A pesar de ello y de la emergencia de una mentalidad adversarial en la sociedad, los periodistas, según el estudio, “hablaron con vehemencia y consistencia contra la autocensura, caracterizándola como una ‘enfermedad del periodismo’ y describiendo su autovigilancia contra permitir que la autocensura insidiosa se infiltre en su trabajo”.

En palabras de una de las entrevistadas, “es exactamente eso lo que ellos quieren, que los periodistas tengan miedo, sean acorralados. Todos esos ataques son para que eso suceda”.

Por último, los periodistas entrevistados divergieron sobre el apoyo que recibieron. Mientras algunos citaron la precariedad de redes de apoyo, inclusive de sus empleadores, y muchos relataron gran estrés mental, incluyendo síntomas típicos de cuadros de depresión, otros dijeron contar con incentivos y comprensión de las organizaciones donde trabajaban y de sus empleadores.

En conclusión, los resultados sugieren que “los hallazgos muestran la resiliencia de periodistas brasileños en un momento de inédita animosidad política desde la redemocratización del país”.

Una de las limitaciones del estudio, según el coautor Ozawa, es no tomar en consideración el contenido de las noticias, ni tampoco de los tipos de ataques, sino solamente su volumen – lo que, según él, debe servir como motivación para investigaciones futuras.

Según la coautora Lukito, el estudio deja claras las ventajas de un abordaje híbrido que combine diferentes métodos de investigación para el estudio del periodismo.

“Enfoques de métodos mixtos que combinan análisis cuantitativos y cualitativos hacen el estudio del periodismo mucho más rico. Al hacer investigaciones en beneficio del periodismo y de los periodistas, debemos considerar todas las herramientas analíticas de nuestro repertorio y, muchas veces, eso significa combinar y mezclar métodos”, dijo la profesora a LJR.

 

Banner y foto de portada: Valter Campanato/Agência Brasil

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