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Periodismo colaborativo: claves para el éxito de proyectos transnacionales en América Latina, según Connectas

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  • 24 abril, 2018

Este artículo forma parte de la serie “​Innovadores en el Periodismo Latinoamericano”​ publicado por el Centro Knight para el Periodismo en las América con el apoyo del Programa Periodismo Independiente de Open Society. 


Por Priscila Hernández Flores* y Carlos Eduardo Huertas**, Connectas

Con historias de impacto global como Panama Papers, parece que en América Latina se despertó un león dormido para hacer toda clase de colaboraciones periodísticas. Son muchos los que quieren replicar este caso emblemático, y algunos creen que es un asunto de fórmulas mágicas que con sólo aplicarlas ¡voilà! se tiene una historia de alto impacto.

Además, es fácil suponer esto por la química natural que hay entre nuestros pueblos. Lo que permite, por ejemplo, que en un abrir y cerrar de ojos tres colegas de distintos países -como un mexicano, un venezolano y un argentino que se encuentran en uno de los múltiples foros regionales- al minuto estén en una gran fiesta y sean compadres para toda la vida.

El reto es cómo llevar la camaradería a la productividad. ¿Cómo convertir este “party factor” en un “working factor”?

Son varias las consideraciones esenciales que evitaran que esta provocadora forma de trabajo sea un camino tapizado de frustraciones. La principal consideración para tener éxito en una colaboración no pasa por técnicas sofisticadas de periodismo o complejas aplicaciones tecnológicas. Tampoco por un alto presupuesto o por rimbombantes anuncios de convenios entre medios de comunicación.

La primer clave para que un proyecto pueda comenzar es humildad. Es abandonar la figura del periodista ermitaño que nadie sabe en qué trabaja y es celoso de su información, para dar paso a la del periodista que reconoce que la realidad que le interesa contar es más compleja, que supera sus capacidades, o que incluso, aun así la comprenda, sabe que en la mirada colectiva logra un mejor resultado para su audiencia. Se parece más a hormigas que tienen un proyecto común donde cada una aporta un pedazo de hoja.

El siguiente paso es la generosidad, algo que implica ir en contravía de un “chip” instalado por las corporaciones de medios como filosofía del oficio durante años, donde el sentido de “propiedad” del periodista y de la información fue algo incuestionable. Panama Papers no hubiera sido posible si Frederick Obermaier y Bastian Obermayer, los talentosos investigadores del Süddeutsche Zeitung que recibieron la gran filtración, no la hubieran compartido sin restricciones con el International Consortium of Investigative Journalism (ICIJ).

En el periodismo colaborativo lo “mío” deja de existir para convertirse en “lo nuestro”. El concepto más elevado en esta ecuación es el de “radical sharing” propuesto por la argentina Marina Walker, subdirectora del ICIJ. Ella se refiere a los trabajos en los que se acuerda que todos los hallazgos son activo de la investigación, independiente de qué posición editorial tenga cada uno de los participantes.

Para una producción colaborativa es indispensable la confianza. Por eso, es imprescindible conocer a la persona, sin embargo, el mejor amigo de fiesta no siempre es el mejor coequipero.

El ICIJ comenzó cuando el visionario Chuck Lewis reunió a periodistas cuyas trayectorias y credenciales eran garantía de calidad. Muchos de ellos son referentes como maestros del periodismo a nivel global, y sentaron las bases del actual momento. Pero la consolidación del modelo ha venido de la mano de los periodistas con menos exposición y más transpiración, adaptando una expresión de la colombiana Ana Lucía Duque. El trabajo, profesionalismo, independencia, idoneidad y buen criterio de esta generación son parte de las claves que les ha abierto la puerta a “la membresía” a estos espacios.

De ahí que una clave para encontrar el mejor aliado, es participar de los múltiples espacios que en la región estimulan la cualificación del oficio y propician las coincidencias entre colegas con principios, valores y metodologías afines. Es el caso de CONNECTAS, que como plataforma periodística para las Américas impulsa desde 2013 más y mejor periodismo. Su propuesta de “complicidades periodísticas” ya reúne en 15 países del hemisferio a un centenar de periodistas probados como hormigas.

En nuestro ADN la colaboración va desde la posibilidad de “pimponear” o discutir el foco editorial de un tema local y su estructura con un colega interesado en apoyar, hasta la realización de proyectos de gran calado, en equipo y con carácter transnacional.

Para avanzar en una historia colaborativa es necesario abandonar ese miedo a hablar de frente, e implementar algo que por razones culturales en la región cuesta trabajo: la claridad. Debe haber claridad en las reglas del juego, en la coordinación del trabajo, en las instancias de decisión editorial, en las comunicaciones e incluso en las diferencias. Es el antídoto a dolores de cabeza.

Hay diversas motivaciones para colaborar. Se da cuando varios colegas se reúnen entorno a un tema que de otra manera sería peligroso asumirlo, por estrategia en función de lograr un mayor impacto o por la necesidad de ampliar la capacidad de trabajo. Estas motivaciones pueden ser en función del interés de alguien que requiere un apoyo, en función de un tema en común con desarrollos individuales, o el más complejo: en total interdependencia.

Si en un trabajo individual es fundamental tener una ruta clara a seguir, en el colaborativo es aún mayor esta exigencia. La definición de un hipótesis común evitará que cada uno trabaje en el tema como buscando su propia nota.

El nivel hiper básico de colaboración es poner el texto de cada uno al lado del otro. Pero no hay duda que las audiencias estarán agradecidas con esfuerzos mayores que articulen los hallazgos en estructuras que permitan la lectura integral y no fragmentada de la realidad. Esto se traduce en esfuerzos de estilo y escritura y que ponen a prueba las claves descritas anteriormente para que un buen resultado no se malogre en la puerta del horno. Allí es fundamental el respeto a los acuerdos de los tiempos de producción y fechas de publicación.

La verificación y contrastación de todo el material será el condimento permanente para darle más sabor a la confianza. Es la garantía que permite a todos tener tranquilidad con el material obtenido por el otro.

Es un reto que los colaboradores avancen emocionados con los hallazgos  y que esa misma energía permanezca hasta que se llegue a la publicación. Esto irá indicando el nivel de entusiasmo y compromiso con el trabajo.

El éxito de la colaboración, no sólo vendrán de la mano de los impactos que tenga el trabajo. También lo será con el interés de hacer nuevos trabajos colaborativos.

Como compartió Frederick Obermaier en la Conferencia Global de Periodismo de Investigación en Sudáfrica en 2017, las colaboraciones periodísticas demandan una alta responsabilidad, una exigencia logística y, en no pocas oportunidades, costos y esfuerzo extra. Pero trae como réditos mejor periodismo con más impacto, que abre la puerta a nuevos proyectos y mejora la reputación de quienes participan; y entre los periodistas -las hormiguitas- se genera una cofradía divertida y casi familiar. Una mezcla justa del “party factor” con el “working factor”.


*Priscila Hernández Flores, reportera mexicana, especializada en derechos humanos. Miembro destacado de la Comunidad de CONNECTAS, plataforma periodística de las Américas, participando de su programa de Residencia Periodística en 2018. Estudió Ciencias de la Comunicación y la maestría en periodismo de la Universidad de San Andrés y la Universidad de Columbia en el diario Clarín de Argentina. Ha tenido diferentes reconocimientos por sus reportajes a profundidad sobre temas sociales con énfasis en discapacidad, género y migración. En 2016, el premio de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación de las Américas de ICFJ/CONNECTAS en la categoría de periodismo colaborativo. En 2009, el Premio Rey de España. Ha publicado en medios como W Radio, Milenio y El Universal en México, y Clarín en Argentina, entre otros. También ha participado de reportajes colaborativos en medios como CONNECTAS, Ojo Público de Perú, Animal Político de México y el Mundo y Revista FACTUM de El Salvador.

**Carlos Eduardo Huertas, Director de CONNECTAS y también de la Iniciativa para el Periodismo de las Américas, un programa del International Center for Journalists (ICFJ). CONNECTAS es su más reciente emprendimiento que comenzó en 2012 como plataforma periodística de las Américas que promueve el intercambio de información y conocimiento sobre temas claves de la región. Esta se gestó durante su estancia como Nieman Fellow en la Universidad de Harvad, gracias al apoyo de la Fundación Knight. Ahora esta Plataforma se viene consolidando en la región de la mano de la Iniciativa que tiene en alianza con el ICFJ. Por más de una década y hasta julio de 2013 Huertas trabajó en la Revista Semana, una de las principales publicaciones de Colombia, de la que fue su Editor de Investigaciones. Su carrera periodística comenzó como corresponsal del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), monitoreando temas de Libertad de Prensa y Expresión en su país. En 2016 fue el gestor de Consejo de Redacción (CdR) la asociación de periodistas que promueve el periodismo de investigación en Colombia. Desde 2011 es miembro del International Consortium of Investigative Journalism (ICIJ), participando con ellos en varias investigaciones colectivas incluida Panama Papers que ganó el premio Pulitzer en 2017. Sus investigaciones sobre corrupción violaciones a los Derechos Humanos y temas ambientales le han significado diversos reconocimientos.

Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.

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