Por Mariana Muñoz*
El incremento de la violencia relacionada con el crimen organizado ha aterrorizado al estado mexicano fronterizo de Tamaulipas en las últimas semanas. Las confrontaciones entre facciones de los carteles rivales en las ciudades vecinas fronterizas de Reynosa y Matamoros han dejado docenas de muertos y han incrementado el peligro para los periodistas que ejercen en la región.
En la ciudad mexicana de Matamoros, fronteriza con la ciudad estadounidense de Brownsville, el periódico El Mañana informó en su edición del 4 de febrero sobre unos combates en la zona que habrían dejado nueve personas muertas. Aunque no mencionó ningún cártel o a ninguna persona, esto fue suficiente para convertirse en el blanco de represalias.
Esa misma tarde, tres hombres armados secuestraron al editor, Enrique Juárez Torres. Los hombres lo sacaron de su oficina, lo golpearon dentro de un vehículo y lo dejaron ir no sin antes repetir su amenaza: “¡te vamos a quebrar (asesinar)!
Juárez Torres huyó del país, la mitad de sus empleados no fue al trabajo al día siguiente y por lo menos cuatro periodistas anunciaron inmediatamente su renuncia. Desde esa fecha, el diario ha vuelto a practicar un periodismo de autocensura como lo venían haciendo.
Dos días después del ataque a Juárez, una granada fue lanzada en contra del edificio de Televisa en Matamoros dejando dos personas heridas. Televisa, una importante compañía de medios mexicana y una de las más grandes de América Latina, había estado reportando sobre el crimen organizado en el área.
Los periódicos y los canales de televisión a lo largo de la frontera se han visto forzados a dejar de reportar sobre la violencia con el fin de evitar agresiones contra sus periodistas. Como un mecanismo de defensa, los artículos en línea que mencionan algo relacionado con la situación actual generalmente no incluyen el nombre del autor.
Con los grandes niveles de autocensura en los medios tradicionales, las redes sociales se han convertido en una fuente de información vital para los ciudadanos.
Valor Por Tamaulipas, una cuenta de Twiter que tiene por objetivo proteger ciudadanos al informarlos sobre las zonas peligrosas que deben evitar, tiene más de 119 mil seguidores. La cuenta reporta sobre tiroteos, bloqueos y sobre las últimas noticias que involucran al crimen organizado en todo el estado mediante el hashtag #SDR, que significa Situaciones de Riesgo, seguido por el nombre de la ciudad afectada. Hasta ahora, el hashtag #SDRReynosa ha sido el más activo.
A pesar de que reportar de manera anónima a través de las redes sociales generalmente no generan represalias, las vidas de aquellos que publican siguen en peligro.
En octubre de 2014, presuntos miembros del crimen organizado mataron a María del Rosario Fuentes, una médica que practicaba el periodismo ciudadano. Fuentes, quien era una de las colaboradoras de Valor por Tamaulipas y quien era conocida con el usuario de @Miut3, publicada tweets que señalaban la ubicación de incidentes violentos en tiempo real y alentaba a las víctimas de delitos a hacerlos públicos y a denunciarlos ante las autoridades.
En el 2013, se distribuyeron panfletos en Tamaulipas ofreciendo una recompensa de 600 mil pesos mexicanos (en su momento cerca de US 48.000 dólares) a quien ofreciera información sobre las identidades de las personas trabajando con Valor por Tamaulipas.
En respuesta a las amenazas, el fundador cerró el sitio por un tiempo, pero cuando Valor por Tamaulipas volvió en línea las amenazas regresaron. El 16 de octubre, una foto del cuerpo sin vida de Fuentes fue publicada en su propia cuenta de Twitter junto con mensajes instando a sus seguidores a cerrar sus cuentas y así no arriesgar sus vidas.
El periodismo en México se ha convertido una de las profesiones más peligrosas desde el inicio de la llamada “Guerra contra las drogas” iniciada en 2006 por el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa. Reportar sobre las actividades de los carteles de drogas en las redes sociales ha demostrado ser mortal y con estos controlando el contenido que los medios tradicionales publican, los periodistas se han visto forzados a escoger entre ejercer su profesión o enfrentar las consecuencias.
*Mariana Muñoz es una estudiante en la clase "Periodismo y Libertad de Prensa en América Latina" en la Universidad de Texas en Austin.
Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.