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“Se necesita un coraje brutal”: cómo Rafael Soares se especializó en cubrir la violencia policial en Río de Janeiro

Entre 2018 y junio de este año, la Policía Militar del estado de Río de Janeiro mató a 7.848 personas, lo que equivale al 27 por ciento de las muertes violentas cometidas en el territorio de 16.5 millones de habitantes, según datos del Instituto de Seguridad Pública (ISP), especializado en el tema. Algunas de estas muertes se producen cuando los agentes de policía tienen derecho a utilizar la fuerza, por ejemplo ante una amenaza inminente. 

Otros casos, sin embargo, muestran fuertes indicios de ejecuciones extrajudiciales, como denunciaron varias ONGs ante la ONU en 2020. Se trata de situaciones en las que, por ejemplo, se le dispara a las víctimas por la espalda, a quemarropa, o en las que piezas de evidencia son retiradas del lugar antes de la realización de pruebas forenses.

Precisamente en la cobertura de este tipo de incidentes es que se ha especializado el periodista Rafael Soares, de los diarios O Globo y Extra de Río de Janeiro. Ejecuciones cometidas por policías, cómo los agentes se convierten en sicarios e incluso cómo forman grandes organizaciones criminales: este es el principal foco de atención de Soares cuando cubre la fuente de seguridad pública.

El periodista recién publicó su primer libro, “Milicianos, bajo el sello de la editorial Companhia das Letras. En el libro relata y analiza varios casos en los que agentes del orden de Río de Janeiro se han corrompido hasta convertirse en macabros delincuentes, pasando a formar parte de las organizaciones mafiosas conocidas en Brasil como “milicias”. Estos grupos dominan amplios territorios de la ciudad y el estado y cobran dinero ilegalmente por todo tipo de servicios, desde el suministro de bombonas de gas y televisión por cable, hasta el cobro de tasas ilegales a comerciantes, servicios de transporte y de construcción.

Rafael Soares, a journalist with brown hair and a beard, seen in the newsroom of O Globo and Extra newspapers, holding a notepad

El periodista Rafael Soares trabajando en las redacciones de los periódicos O Globo y Extra (Foto: Reproducción/Domingos Peixoto/Agência O Globo)

En el libro de Soares, brutalidad policial y corrupción van de la mano. El policía que menos respeta sus obligaciones éticas y técnicas y más recurre a la violencia en sus planteamientos, el que más tortura y mata, es precisamente el que menos pudor tendrá y más abrazará la deshonestidad y la ilegalidad.

“Esta idea surgió de una entrevista con el antropólogo Luiz Eduardo Soares, y contradice la noción popularizada por la película ‘Tropa de Élite’. En ella, hay policías torturadores que hacen su trabajo, y otros que son corruptos y no trabajan. Pero en realidad, como me dijo Luiz Eduardo, las dos cosas van de la mano. La letalidad funciona precisamente dentro de una lógica de corrupción”, dijo Soares en entrevista con LatAm Journalism Review (LJR).

“El que mata mucho es también el que vende más.  En la calle, así es como funciona, y así es también la policía que conozco. En las vidas de estos personajes del libro, esto ocurrió a una escala absurda”.

 

De la política a la policía

Soares, quien hoy a sus 32 años es uno de los principales reporteros de seguridad pública de Brasil, no se imaginaba cuando empezó en el periodismo que se dedicaría a este campo. Cuando estudiaba en la Facultad de Comunicación de la Universidad Federal de Río de Janeiro, tenía la ambición de cubrir los entretejidos del poder en Brasilia.

La realidad del mercado le llevaría al periodismo urbano, y de ahí a seguridad pública. A finales de 2012, cuando estaba a punto de graduarse, Soares hizo prácticas en Infoglobo -la compañía dueña de los periódicos O Globo y Extra, el primero de carácter nacional y el segundo más popular y local-, una de las principales puertas de entrada al mercado para los periodistas de Río de Janeiro.

Fábio Gusmão, entonces jefe del departamento de Ciudad y Policía de Extra, “un editor con alma de reportero", en palabras de Soares, le convenció para que aceptara un puesto como reportero novato en el periódico. La primera historia policial del nuevo reportero de Extra iba a ser inicialmente sobre un proyecto de transporte público, pero tras ser alertado por un trabajador de esa obra, regresó a la redacción con una primicia sobre las milicias en la Zona Oeste de Río. El artículo se publicó el 8 de diciembre de 2012.

“No tenía fuentes relacionadas con la policía, ni familiares, no sabía cómo funcionaba una comisaría. Así que hice esta historia, y a Gusmão le gustó mucho”, dijo Soares.

Desde su creación en 1998, Extra ha tenido un fuerte enfoque en derechos humanos y ha denunciado casos de corrupción policial, dijo Gusmão a LJR. Esto, en opinión del periodista que ahora es editor en jefe del diario, va en contra de un prejuicio ligado a los periódicos populares, según el cual estos solo reproducen acríticamente las versiones oficiales.

“El tratamiento de los derechos humanos ha sido siempre uno de los pilares del periódico, así como la corrupción policial. Como reportero, cubrí decenas de casos de corrupción, secuestro y malversación, especialmente en la Policía Militar. Esto se ha consolidado como marca”, dijo Gusmão. “Como también hacemos mucho trabajo factual, vinculado a la productividad, a veces la gente piensa que es algo pro-policía. Pero eso es un error, se ha creado un imaginario equivocado en este sentido”.

El enfoque de Gusmão en la redacción, según él mismo, era cubrir los asuntos policiales como uno de los aspectos de la seguridad pública: como un ámbito sujeto a la política, sobre el que existe una vasta acumulación de conocimientos especializados, y que abarca, entre otras cosas, la prevención, el sistema judicial y los derechos fundamentales.

“Hay que tener una comprensión del conjunto. Siempre he defendido que hay que trabajar mucho a partir de los datos y las investigaciones. Hay que entender que todo tiene un origen”, dijo Gusmão.

"Y Rafael se especializó en esto. Entendió que era necesario estudiar, conocer la lógica de la seguridad pública”.

 

Métodos y enfoques

El caso del trabajador de la construcción Amarildo, que desapareció tras ser sacado por la policía de su casa en la Favela da Rocinha en 2013 y nunca fue encontrado (ocho policías fueron condenados por tortura, muerte y ocultación de cadáver), fue la primera gran historia de Soares. Haciendo equipo con la reportera Carolina Heringer, que hoy también se especializa en seguridad pública, Soares publicó más de 60 artículos sobre el caso, repartidos a lo largo de años.

“Extra tenía una característica un poco diferente de la mayoría de los periódicos brasileños: no olvidaba. Seguíamos repasando los casos hasta el final, y eso lo valorábamos”, dijo Soares. “Si dos años después descubría algo sobre los policías implicados en el caso Amarildo, saltaba a los titulares con un reportaje a toda página. Como el periódico sólo se vendía en quioscos, entre la primicia y la agenda siempre ganaba la primicia, porque era una forma de diferenciarse de los demás periódicos”.

Sin contactos en la policía o la justicia al principio de su carrera, Soares adoptó entonces una estrategia que ha mantenido hasta hoy: acercarse a las familias de las víctimas de delitos y apoyarse en ellas para obtener información. Al principio, dice, era una forma relativamente sencilla de conseguir historias. 

“Si ibas al lugar de los hechos y empezabas a entablar relaciones con la gente, encontrabas testigos. Era el tipo de reportaje en el que podías competir con otros reporteros que tenían fuentes”, dijo. 

El reportero considera ahora crucial este enfoque.

“Para hacer un periodismo que denuncie las violaciones de derechos humanos, es esencial estar cerca de las víctimas de la violencia. Comprendiendo la dinámica de las familias, puedes contar la historia de las víctimas. A menudo, los familiares son también testigos, a veces los únicos”, dijo Soares. “A menudo veo que la prensa trata a los familiares de las víctimas sólo como familiares, y no como piezas claves de las investigaciones. Eso es un error”.

Con el tiempo, saldrían a la luz otras fuentes, como asociaciones de vecinos, la Defensoría del Pueblo, la Fiscalía y comisarías de policía. A medida que se hacía más conocido, una fuente llevaba a otra, en lo que Soares describe como “una bola de nieve”. En cuanto a la policía, Soares afirma que “la propia dinámica de la corporación, donde hay disputas internas”, favorece la creación de contactos. 

Según Soares, su número actual de fuentes, sin embargo, no es tan elevado como antaño.

“Hubo una época de mi vida, más o menos en 2015 y 2016, en la que buscaba fuentes dentro de la policía todo el tiempo. Me gustaba ir a la comisaría y tomar café con el comisario. Me decían que es parte del trabajo, y lo hacía mucho”, cuenta. “Pero llegó un momento en que dejé de hacerlo. Porque hay que tener una verdadera relación de confianza, y yo no sentía que eso existiera. Hoy tengo menos fuentes, pero las considero mejores que antes”.

Otro método que Soares emplea habitualmente para conseguir información y primicias son las solicitudes a través de la Ley de Acceso a la Información (LAI). La ley, aprobada en 2011, permite a cualquier persona solicitar información producida por organismos públicos. El periodista afirma que realiza una solicitud de información casi todas las semanas.

“El ámbito de la seguridad es uno de los más fértiles para las solicitudes de acceso a la información, que permiten eludir las limitaciones. Es posible tener acceso, por ejemplo, a información administrativa, información sobre ascensos, resultados de investigaciones. Toda la primera parte del libro está muy basada en este tipo de solicitudes”, dijo.  

 

Las redes del crimen

Entre los documentos a los que se refiere el periodista hay varios registros de hechos de cuando Ronnie Lessa, el expolicía ahora en prisión acusado de asesinar a la concejala Marielle Franco en 2018, aún trabajaba en la Policía Militar de Río de Janeiro. Soares comienza tanto su libro como el podcast Pistoleiros", de 2021, con un relato de cómo Lessa pasó de ser un policía conocido por sus acciones audaces y agresivas a ser sospechoso de ser un sicario altamente especializado

La idea del podcast -que inicialmente iba a ser una serie escrita para O Globo, pero que se convirtió en una investigación compuesta por cinco episodios de audio por sugerencia de los ejecutivos del periódico- surgió mientras Soares escribía un perfil de Lessa. En la trayectoria del expolicía, el periodista vio un ejemplo de patrón y de estructuras podridas dentro de la corporación.

“El tipo era tratado como un Robocop en la Policía Militar, y todos sus incidentes que acabaron en muerte, que en teoría deberían haber dado lugar a una investigación, en realidad dieron lugar a elogios y primas por valentía”, dijo Soares. “Entonces empecé a pensar que conocía varias historias así, de policías que eran tratados como héroes, pero tomaban el camino opuesto hacia el crimen. Y yo quería desmitificar eso”.

Un hecho aterrador conecta a Lessa con Soares: como describen los momentos iniciales de “Pistoleiros” y como confirmaron autoridades consultadas por LJR, el expolicía buscó en internet el nombre y la dirección del periodista. Según el podcast, las búsquedas, descubiertas por investigaciones de la Policía Federal, tuvieron lugar a lo largo de una sola tarde.

Soares sufrió más amenazas por sus reportajes. Cuenta que un día se despertó y había más de 1.500 mensajes de WhatsApp insultándolo y amenazándolo: su número de teléfono, dice, había caído en manos de grupos de policías y simpatizantes de la policía.

El periodista asegura también que ya ha sufrido demandas de policías que le acusaron de difamación. 

Otro episodio tuvo lugar el 9 de diciembre de 2020, cuando la entonces portavoz de la Policía Militar de Río, la teniente coronel Gabryela Dantas, grabó un video en el que atacaba a Soares

En aquel momento, respondía a un artículo de Soares sobre una unidad de la Policía Militar investigada por su presunta implicación en el asesinato de dos niños en la ciudad de Duque de Caxias, en el estado de Río de Janeiro, y el aumento del uso de munición por parte de esa unidad.

En el video, el teniente coronel Dantas afirma que el texto de Soares es una “ilusión totalmente irresponsable, además de ser completamente falso, cobarde y carente de escrúpulos”. Afirma que Soares “se aprovecha de una conmoción nacional para poner a la población en contra de la Policía Militar”, y pidió a quien lo viera que compartiera el video. Tras fuertes repercusiones negativas, Dantas terminó siendo destituida de su cargo.

Estos incidentes llevan a dos preguntas obvias: ¿no teme Soares represalias por sus investigaciones, y qué precauciones toma en su vida diaria? 

Respecto a la segunda pregunta, el periodista es escueto y se limita a decir que es cuidadoso con sus datos personales y que, por ejemplo, no publica información sobre su vida personal en las redes sociales. 

En cuanto al miedo, Soares dice que antes “lo sentía mucho”, pero ya no.

“Es una pregunta que siempre me hacen, pero no es algo en lo que suela pensar. Llevo 11 años trabajando con esto y me he construido una coraza. No es algo que se me pase por la cabeza cuando voy a publicar una historia”, dijo.

El hecho de que trabaje para Globo, uno de los mayores periódicos de Brasil, le ofrece protección contra las amenazas, añadió.

“Siempre que he necesitado algo en este sentido, ya sea apoyo institucional o [para enfrentar] acoso judicial, el periódico se ha puesto de mi lado. Cubrir lo que cubro de forma independiente podría ser imposible, pero O Globo es un escudo en cierto modo. De repente, si yo fuera freelance o trabajara para un medio más pequeño o independiente, tendría una respuesta diferente”, dijo Soares.

El periodista ofrece consejos prácticos contra la intimidación:

“Yo diría que la mayor vacuna contra este tipo de cosas es ser lo más transparente posible en tu trabajo. Yo soy el tipo más transparente posible, llamo al abogado, le explico exactamente lo que quiero hacer en la historia, le explico que no quiero molestar a nadie, le digo cómo va a salir el texto”, dijo. “No me gusta estar en esta posición de 'enemigo de la policía', nunca he buscado eso. No tengo nada contra la policía, al contrario. Mi libro es precisamente un intento de arrojar luz sobre un problema poco documentado y del que se habla poco”.

Book cover of 'Milicianos: Como agentes formados para combater o crime passaram a matar a serviço dele,' recently published by Companhia das Letras in Brazil

Portada de "Milicianos: cómo agentes entrenados para combatir el crimen empezaron a matar a su servicio", publicado por Companhia das Letras.

Múltiples honores

El trabajo de Soares le ha valido diversos reconocimientos. En diciembre de 2020, a la edad de 29 años, O Globo lo ascendió a reportero especial, que es la posición más alta posible para los reporteros en los medios de comunicación brasileños. En la práctica, además de un mejor salario, la posición significa la libertad de perseguir sus propias historias, sin la obligación de publicar a diario. 

En términos de premios, el periodista ya ha ganado más de 10, entre ellos el Premio Kurt Schork 2021, organizado por la Fundación Thomson Reuters, en la categoría de Reportero Local, por su trabajo cubriendo la seguridad pública y los derechos humanos en Río de Janeiro. 

El reconocimiento también procede de personas de las que Soares aprendió durante su formación. Considerada por el reportero como uno de sus “ídolos” en el área de seguridad pública, la economista Joana Monteiro, profesora de la Fundación Getúlio Vargas, afirma que Soares -al igual que Bruno Paes Manso, periodista que dejó de trabajar de forma permanente para medios de comunicación y actualmente realiza investigación académica- presenta nuevos conocimientos incluso para los investigadores especializados en la materia.

“Este trabajo de periodismo de investigación es extremadamente importante. Gran parte del trabajo en el área [de la seguridad pública] surgió de esta lógica de alguien que está en la calle, recogiendo información y juntándola”, dijo Monteiro a LJR. “Todavía no he leído el libro, pero escuché 'Pistoleiros' y me pareció muy bueno. No es sólo un nuevo resumen de opiniones; aporta nuevos elementos y produce nuevas percepciones. No es nada trivial hacer este tipo de reportajes. Se necesita un coraje brutal para hacer muchas de las cosas que ha hecho, como destapar casos de corrupción y abusos de la fuerza”.

El director editorial de Extra hasta 2017, Octavio Guedes, ahora comentarista político de GloboNews, recurre a elogios al hablar de su antiguo subordinado.

“Desde que llegó a Extra, Rafael llamó la atención de los editores por su amplia visión de la seguridad. Un reportero policial es alguien destinado a cubrir un crimen. Uno tras otro. En una ciudad como Río, donde una tragedia repite la anterior, se necesita inteligencia y persistencia para ir más allá de cubrir el crimen del día”, dijo a LJR

“Eso significa leer el escenario, comprender la necesidad de una represión cualificada del crimen y abordar la cuestión de los derechos humanos desde una perspectiva periodística”. Rafael, incluso a una edad temprana, tenía estas cualidades. “Por eso lo considero un periodista de seguridad pública, con puntos de vista equilibrados sobre todas las cuestiones que atraviesan el tema”, añadió. 

Marcelo Pasqualetti, amigo personal de Soares y agente de la Policía Federal que trabajó como asesor en “Pistoleiros”, considera injusto que algunos policías alberguen antipatía hacia Soares. Subraya que este sentimiento no es compartido universalmente en el cuerpo de policía.

“Cuando recibo críticas, veo una oportunidad para crecer. Pero algunas personas se ofenden, se molestan, piensan que las instituciones lo están haciendo bien o están por encima de las críticas”, dijo Pasqualetti a LJR. “Pero creo que él [Soares] se las arregla para señalar los defectos y sigue dando la cara con éxito. Mucha gente entiende que no es algo personal, que es una crítica que hay que hacer para el crecimiento de las propias instituciones. La crítica se dirige a la institución”.

 

Horizontes futuros

En cuanto al futuro, Soares dijo que actualmente está estudiando propuestas para adaptar “Milicianos” a formatos documentales y de ficción para la televisión. El periodista también mencionó su participación en una investigación a largo plazo para O Globo, además de su trabajo rutinario y sus publicaciones en el periódico y en Extra.

Las publicaciones frecuentes, al menos una o dos veces al mes, son un hábito que el periodista mantiene incluso después de su ascenso a reportero especial, un puesto que teóricamente le liberó de la necesidad de publicar incesantemente nuevos artículos.

“Me gusta seguir publicando para que la gente vea que sigo ocupándome de estos temas. Me empujo a publicar, tanto para seguir conectado a las fuentes, porque conozco historias, y es fundamental no pasarlas por alto”, dijo. “Este trabajo también es fundamental para mí, porque me obliga a no desconectarme del mundo real y de la vida cotidiana, de lo que está ocurriendo. También me nutro de esta rutina”.

Una parte importante de la información que escucha o conoce el periodista no puede ser revelada. Recuerda que en 2015 ya supo que el expolicía Adriano da Nóbrega lideraba presuntamente un grupo de sicarios, pero carecía de pruebas suficientes para publicar esa información. No fue hasta 2019, tras el asesinato de Marielle y una posterior investigación policial, cuando el nombre de Nóbrega salió a la luz en el periódico.

A portrait of the late councilwoman Marielle Franco in the Maré favela in 2018. She's wearing a black dress with details in green and red

Retrato de la concejala Marielle Franco en Favela da Maré en 2018, meses antes de su asesinato (Foto: Bernardo Guerreiro / Mídia NINJA CC BY-NC-SA 2.0)

Sobre la identidad del individuo que ordenó el asesinato de la concejala, uno de los misterios sin resolver más desconcertantes de Brasil, el periodista afirmó que mantiene fuertes sospechas que no puede compartir en este momento. Insinuó el estado de la investigación y expresó su convicción de que se resolverá pronto.

“La narrativa que rodea el caso Marielle ha enturbiado las aguas de lo que es real sobre el caso”, dijo Soares. “Así que creo que cuando los investigadores lleguen a conclusiones, nadie las creerá porque se ha creado una narrativa mayor que el propio caso. Esto supone un reto para la investigación: no sólo deben llegar a conclusiones, sino que también tienen que convencer a la opinión pública. Sin embargo, creo que llegarán pronto a esas conclusiones. Soy muy optimista”.

En cuanto al futuro del periodismo en su conjunto, Soares afirmó que el periodismo de investigación es una forma de superar la crisis del sector. En un entorno mediático más caótico y contaminado, con mayor pluralidad de voces pero también desinformación generalizada, es una forma de que la profesión no sucumba, afirmó.

“La prensa en su conjunto ha perdido relevancia para el público. Si queremos recuperarla, el camino es invertir en investigación, invertir en intentar descubrir lo que otros quieren ocultar”, afirmó Soares.

En cuanto a la seguridad pública en Río de Janeiro, Soares afirmó que en las últimas tres décadas, a pesar de los cambios de gobierno, el enfoque del Estado ha permanecido invariable, basándose en una lógica de confrontación y operaciones a gran escala que no han logrado resolver eficazmente el problema.

Según Soares, la cuestión de la violencia policial debería ser un tema central de debate durante las campañas electorales, ya que debería ser evidente que la política actual “no sólo ha sido incapaz de abordar verdaderamente el problema de la seguridad, sino que además alimenta la mano de obra del crimen organizado”.

Sin embargo, el periodista se muestra optimista respecto al futuro de la seguridad en Río. Su razonamiento, aunque intrincado, es sencillo: durante décadas, la política de seguridad pública en el Estado ha pasado por alto los conocimientos generados en la materia, según Soares. En este sentido, evaluar su eficacia es todo un reto porque nunca se ha puesto en práctica ningún intento serio de cambio.

“Joana Monteiro dice algo con lo que estoy muy de acuerdo: entre todos los enfoques basados en pruebas que estudiamos en este campo, aquí no se ha probado ninguno. Nunca hemos puesto en práctica lo que produce el mundo académico, lo que constituyen las mejores prácticas en el ámbito de la seguridad pública. Por lo tanto, todavía hay potencial para el futuro. Estaría realmente preocupado si hubiéramos adoptado estas prácticas y todas hubieran fracasado”, afirmó Soares.

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