En una región costera de selva virgen, los paquetes de cocaína son arrojados por la borda por barcos con destino a Estados Unidos que intentan eludir la inspección. Los indígenas que habitan la zona desde hace siglos se esfuerzan por pescar el cargamento perdido con la esperanza de enriquecerse fácilmente. Esto atrae a la zona a delincuentes de todo tipo, incluidos piratas, y con ellos la violencia contra los indígenas. Pero ellos están dispuestos a contraatacar y a ir a la guerra.
Esta trama que pudiera parecer de ficción sucede en realidad en la región de la Moskitia, que se extiende desde el este de Honduras hasta el norte de Nicaragua, y se relata en la serie de reportajes “Moskitia: La selva hondureña que se ahoga en cocaína” publicada en tres partes por InSight Crime en inglés y español. Escrito por dos periodistas salvadoreños, Juan José Martínez D’Aubuisson y Bryan Avelar, el trabajo de investigación obtuvo en marzo el prestigioso Premio Ortega y Gasset de Periodismo, que concede anualmente El País en honor al mejor periodismo escrito en español, en la categoría de mejor reportaje o investigación.
El galardón reconoce un trabajo de meses, que incluyó dos largas temporadas sobre el terreno y se resumió en tres textos que, en conjunto, superan las 60 páginas. El núcleo de la propuesta es un periodismo denso, literario, que se sumerge en problemas complejos y los describe con riqueza de perspectivas y matices.
El jurado del premio Ortega y Gasset destacó “lo completo de un reportaje que abarca temáticas transversales de nuestro tiempo, como el narcotráfico, el medio ambiente o la amenaza que se cierne sobre culturas ancestrales”, y añadió que el trabajo “describe de forma exhaustiva el día a día en una región asolada por la droga y olvidada por las instituciones”.
Los autores definen este estilo de periodismo como “etnográfico”.
“Utilizamos las herramientas etnográficas, como la convivencia prolongada, la formulación de historias de vida, la revisión documental al estilo etnográfico antropológico, y la incorporación de elementos históricos y culturales, a la hora de hacer el análisis. Pero lo más importante es la intención de pasar la mayor cantidad de tiempo posible con las poblaciones que pretendemos estudiar. Estamos hablando de meses, o incluso años, para entender los lugares”, explicó Martínez D’Aubuisson a LatAm Journalism Review (LJR).
Martínez D’Aubuisson dijo que el reportaje comenzó a sugerencia de Steven Dudley, cofundador y uno de los editores de InSight Crime.
InSight Crime es un sitio conocido por sus reportajes en profundidad y sus investigaciones periodísticas sobre los lugares más peligrosos y las bandas criminales más violentas de América Latina. Según Martínez D’Aubuisson, la intención era arrojar luz sobre una región de la que se sabe muy poco.
Desde 2014, este periodista salvadoreño de 37 años, con formación en antropología, trabajaba en investigaciones en la costa atlántica de Honduras. Sin embargo, el entorno selvático de La Moskitia y los pueblos nativos eran una novedad que le intimidaba.
“La Moskitia es un lugar al que yo no había ido, bastante diferente a la ciudad. Entonces, le pido a Steven que quiero ir con un colega, y hablo con Bryan. Elijo a Bryan porque es una persona con quien ya hemos trabajado, y es una persona que sabe manejarse en contextos violentos. Ya hemos trabajado temas de pandillas en El Salvador y me ha acompañado en algunos viajes a Honduras antes. Sabía que nos íbamos a meter en un lugar extremadamente peligroso”, dijo Martínez D'Aubuisson.
Según Avelar, de 30 años, ambos periodistas se conocen desde 2016, cuando Avelar publicó una investigación en El Faro, de El Salvador, sobre el entonces vicepresidente del país, Óscar Ortiz. “La pasión por la investigación y el compromiso con la verdad” propiciaron el desarrollo de una amistad y colaboraciones previas, dijo Avelar.
La investigación sobre La Moskitia comenzó alrededor de julio de 2022, inicialmente con la recopilación de documentación y estudios previos sobre la región. No había muchos disponibles.
“Documentarnos fue una de las primeras tareas. Y pues no encontrábamos mucho. Sí sabíamos ya que era una región importante para el paso de la droga, sabíamos que ahí había operado el gran narcotraficante Ramón Matta Ballesteros, y sabíamos que era un lugar clave para el tráfico de cocaína entre el sur y el norte de América, pero realmente había poca documentación. Ya sabíamos que el narcotráfico estaba en disputa con las comunidades indígenas de ahí, pero no sabíamos muy bien la dimensión”, dijo Avelar a LJR.
Los dos periodistas afirmaron que esta fase de documentación e investigación previa fue una etapa crucial del trabajo. Los primeros contactos telefónicos con otras personas que ya habían trabajado en la región, como investigadores y miembros de organizaciones no gubernamentales, comenzaron hacia noviembre de 2022. El primer viaje de campo tuvo lugar en febrero de 2023, con una duración aproximada de un mes, y el segundo, de duración similar, fue en junio del mismo año, dijeron los periodistas.
La ciudad costera de Puerto Lempira, donde pasaron alrededor de una semana, fue la puerta de entrada a La Moskitia, hogar de los indígenas miskitos. Allí establecieron contacto con líderes comunitarios que les ayudarían a conocer la región, incluso actuando como intérpretes para las personas que no hablan español. La red de fuentes se formó mediante un método de “bola de nieve”, en el que una fuente remitía a otras, explicó Martínez D’Aubuisson.
“Los líderes comunitarios de estos pueblos que están siendo devastados tenían mucho interés en que nosotros llegáramos, en que alguien llegara a La Moskitia para documentar lo que pasa. Es un lugar prácticamente desconocido para el periodismo y hasta cierto punto desconocido para la antropología. Entonces, estos líderes comunitarios, llamados Consejo de Ancianos de cada pueblo, estaban ávidos y muy contentos de que alguien por fin prestara atención a la guerra que se está librando en La Moskitia”, dijo.
El enfoque adoptado fue multidisciplinario. El texto describe la historia de la Moskitia, cómo la geografía local sitúa a la región en la ruta del narcotráfico hacia Estados Unidos, cómo la economía de la droga transforma los modos de vida locales y cómo el ecosistema se ve amenazado por diversas formas de codicia, con la incautación de un territorio ancestral. El informe arroja luz sobre un complejo entramado de problemas:
“La Moskitia es un paraíso, es una maravilla en Centroamérica, uno de los lugares más hermosos que yo he visto en mi vida y que está a punto de ser destruido, más bien que está siendo destruido en este momento. Me sorprende cómo ha estado tan ignorado”, dijo Avelar.
El estilo del texto llama la atención por su creatividad y cuidado, con pasajes en primera persona, impresiones y análisis subjetivos y un rico vocabulario. Técnicas propias de la literatura enriquecen el texto, en una tradición que Martínez D’Aubuisson considera propia del periodismo latinoamericano.
“Es algo muy particular de América Latina, y pues nosotros nos consideramos hijos de toda esta tradición narrativa, de este tipo de periodismo. Desde [Gabriel] García Márquez, Rodolfo Walsh, Martín Caparrós hasta Leila Guerriero. Básicamente tiene que ver con tomar prestadas herramientas de la ficción, sobre todo estilos literarios de la novela y de la ficción”, dijo Martínez D’Aubuisson.
En la primera incursión en el terreno, los periodistas estuvieron juntos, mientras que en la segunda estuvieron separados. Avelar fue a la Laguna de Ébano, donde en septiembre de 2021 una operación del ejército hondureño dejó a varios miskitos muertos y heridos, mientras que Martínez D’Aubuisson remontó el río Mocorón, donde líderes indígenas preparan una resistencia armada en defensa de sus tierras contra invasores de tierras, miembros del crimen organizado y destructores de bosques.
Esta resistencia fue uno de los hallazgos más sorprendentes de la investigación, dijo Avelar.
“Una de las cosas que más me sorprendió es la resistencia que está teniendo la comunidad indígena. A pesar de que son pobres y no tienen la misma capacidad armamentística y logística, ni el respaldo de grandes estructuras financieras, están resistiendo. Esta amenaza no es solo contra su cultura, sino también contra sus vidas. A los moskitia los están matando”, dijo Avelar.
Según Martínez D’Aubuisson, la complejidad de la obra no impidió que tuviera un buen nivel de audiencia.
“Originalmente pensé que esto iba a ser una forma de contarlo a muy pocas personas. Pero, para mi sorpresa, la gente todavía apuesta por leer materiales largos, siempre y cuando estén bien hechos y bien escritos, y que la apuesta de quienes los escribieron sea, además de informar, hacerlo de una manera amena para nuestros lectores. Creo que este mito que nos hemos creído todo, de que ya nadie quiere leer, de que la gente no quiere leer y solo quiere ver pequeños videos de TikTok es solo una manera de conformarnos. No es cierto”, dijo.
Los periodistas trabajan actualmente por separado en proyectos en zonas fronterizas. Martínez D’Aubuisson está realizando una investigación para un reportaje sobre la frontera de Haití con República Dominicana, mientras que Avelar trabaja en la frontera sur de México, por donde entran migrantes procedentes de Centroamérica en dirección a Estados Unidos
La cobertura fuera del país está en parte relacionada con los problemas en El Salvador: el trabajo de investigación de los periodistas les ha llevado a sufrir persecución en su país de origen por parte del régimen de excepción del presidente Nayib Bukele, que utiliza poderes especiales para sofocar la disidencia y silenciar a los críticos. Decretado en marzo de 2022, el estado de excepción tiene como motivo oficial la lucha contra las pandillas del país. Según organizaciones de derechos humanos, como consecuencia de ello se han producido violaciones generalizadas de los derechos humanos en el país.
En abril de 2022, Avelar abandonó El Salvador después de que el director de la Academia Nacional de Seguridad Pública, Jaime Martínez, afirmara que el periodista estaba involucrado con pandillas y tenía un hermano delincuente en la cárcel.
“Yo ni siquiera tengo hermanos. Eso fue justamente al inicio del régimen de excepción; estaban capturando a muchísima gente, y eso provocó que yo saliera como una medida preventiva hacia México”, dijo Avelar.
El periodista, quien trabajó para Factum Magazine durante cinco años y actualmente trabaja de forma independiente, tuvo que permanecer en México durante 11 meses por motivos de seguridad. Durante esos meses, se involucró en el proyecto fronterizo porque “es un periodista de pura cepa y necesita reportear”. Actualmente, podría regresar a El Salvador, pero el trabajo le mantiene fuera de su país.
“Me quedé terminando mi proyecto aquí en México, lo cual no significa que no pueda volver a El Salvador. Sin embargo, esto tampoco significa que se pueda trabajar tranquilamente allá. Muchos de mis colegas tienen que salir preventivamente varias veces al año antes de publicaciones importantes, porque en El Salvador ya existen todas las herramientas legales necesarias para que en cualquier momento puedan capturarnos”, dijo.
Martínez D’Aubuisson también abandonó el país centroamericano en 2022, después de que Bukele le llamara “basura, sobrino de un genocida”. El periodista, quien tiene dos hermanos, Carlos y Óscar, que trabajan en El Faro, vive actualmente en El Salvador, aunque también pasa temporadas en el extranjero.
“Yo siempre insisto en regresar. No he salido de ahí como todo el mundo cree, mi casa está en El Salvador”, dijo
El autoritarismo de Bukele se produce en un contexto de mayor fragilidad del periodismo, en el que se enfrenta a la competencia de otras formas de comunicación y pierde credibilidad. Bukele es el presidente más popular de América Latina, con más del 80 por ciento de aprobación, mientras que los niveles de confianza en la prensa son bajos.
Avelar entiende que, en una situación así, el papel del periodismo es documentar la realidad.
“Los periodistas ahora en El Salvador somos más necesarios que nunca para defender la democracia en nuestro país y para dejar registro de todo lo que está ocurriendo. Aunque no podamos cambiar la historia, podemos dejar registro de lo que está pasando y de cómo este gobierno está destruyendo la democracia y la separación de poderes en El Salvador”, dijo.