Han pasado más de dos meses desde que la periodista nicaragüense Fabiola Tercero Castro desapareció tras un allanamiento a su domicilio por parte de miembros de la policía en la capital del país, Managua.
El 12 de julio, siete miembros de la policía, bajo el mando de la comisionada Lidia Baltodano, allanaron la casa de la periodista donde vivía con su madre e incautaron el computador y otros materiales de trabajo de Tercero. Desde entonces, nadie la ha visto. Tampoco saben dónde está.
Fabiola León, investigadora para América Latina de Reporteros Sin Fronteras (RSF), le dijo a LatAm Journalism Review (LJR) que al momento del allanamiento Tercero pudo avisar a amigos y colegas sobre la situación que estaba viviendo y el nombre de algunos de los policías (entre ellos el de la Comisionada). Eso fue lo último que supieron.
Para organizaciones como RSF y Periodistas y Comunicadores Independientes de Nicaragua (PCIN) el caso es visto como uno de “desaparición forzada” toda vez que tiene las características de que fuerzas estatales están involucradas.
Según sus registros, la desaparición de Tercero se enmarca en una nueva ola de persecución al periodismo que incluye un régimen de vigilancia, visitas policiales a domicilios sin previo anuncio, obligación de presentarse ante una unidad de policía cada 15 días e incluso la obligación de notificar movimientos como ir a un supermercado, le dijo a LJR Martha Irene Sánchez, directora del PCIN.
RSF también ha podido registrar este patrón de persecución y vigilancia que incluso afecta a periodistas jubilado de la profesión – mayores de 60 años – o periodistas que han cambiado su trabajo en busca de un perfil más bajo.
“Algo que no tiene ningún tipo de justificación, solamente [se hace] para mantener el nivel de terrorismo de Estado”, dijo Artur Romeu, director de la oficina en América Latina de RSF, a LJR.
De acuerdo con Romeu, precisamente por este régimen al que estaba sometida Tercero así como las conversaciones que la periodista tuvo con colegas antes del allanamiento, “hay sospechas de que está capturada por el Estado, aunque no tengamos manera de confirmarlo”.
“Obviamente responsabilizamos al régimen de [el presidente] Daniel Ortega y [vicepresidenta] Rosario Murillo por lo que esté ocurriendo con ella”, dijo por su parte Sánchez del PCIN.
El pasado 5 de septiembre, cuando Nicaragua desterró a 135 presos políticos, entre ellos al periodista Víctor Ticay, se anunció erróneamente que Tercero iba entre ese grupo. El medio Divergentes, habló con algunas de las mujeres que fueron liberadas de La Esperanza, la cárcel de mujeres donde suelen llevar a las presas políticas, quienes aseguraron no haber visto a Tercero Castro en la cárcel.
PCIN y RSF también han logrado averiguar que no existen registros de la presencia de Tercero en La Esperanza.
“Nos sigue quedando la gran incógnita de dónde está. La gran pregunta que nosotros tenemos es ¿dónde está nuestra colega Fabiola Tercero? Ha sido imposible realmente tener algún rastro de su paradero”, dijo Sánchez.
Tercero trabajó con el periódico Hoy y luego fue reportera y presentadora para 100% Noticias, medio reconocido porque sus directores y fundadores – Lucía Pineda y Miguel Mora – fueron encarcelados el 21 de diciembre de 2018 acusados entre otras de “fomentar e incitar el odio y la violencia”. Fueron liberados el 11 de junio de 2019 después de pasar seis meses en prisión. La sede del canal fue allanada el mismo 21 de diciembre de 2018 y posteriormente convertida en un centro de rehabilitación.
“Ella había decidido que para permanecer en Nicaragua junto a su familia tenía que desvincularse del periodismo y hacer una actividad que para el régimen no significara una amenaza”, dijo Sánchez.
Por eso, desde 2017, se había alejado de los medios para dedicarse a su proyecto “El Rincón de Fabi” a través del cual promovía la lectura en niños y adultos. Pero incluso en esa actividad buscaba tener un bajo perfil, dijo Sánchez.
Para Sánchez también es significativo que la vivienda de Tercero está ubicada en un sector cerca de la casa de Ortega y Murillo, por lo que se encontraba en el perímetro de seguridad que tiene el mandatario.
“De manera que Fabiola estaba en el foco permanente de ellos”, dijo Sánchez quien destacó que la desaparición de Tercero es “también la desaparición de su familia”. Es decir, desde el 12 de julio tampoco se sabe dónde está la familia de Tercero.
El caso de Tercero demuestra también el interés de Ortega por el “control absoluto por la información” en el que cualquier persona con algún nivel de activismo, sea cultural o social, es visto como una amenaza, dijo Romeu.
“Básicamente lo que quiere este régimen es no dejar a ni un solo periodista en Nicaragua esté o no esté ejerciendo”, dijo Sánchez. “Simplemente quieren barrer y crear territorios con un apagón informativo y un territorio bajo silencio total. De manera que para ellos no exista la posibilidad de que cualquiera siquiera esté observando lo que ocurre en Nicaragua”.
A pesar del hermetismo del Estado nicaragüense, Romeu insiste en su obligación de pronunciarse. “Lo que sí es cierto, es que [Tercero] ha sido blanco de una estrategia de intimidación por parte del Estado y que luego de esta intimidación ha desaparecido”, dijo Romeu.
“Con Fabiola lo único que nos queda y nos sigue quedando es pedir información de dónde está y responsabilizar al régimen por cualquier cosa que le llegase a ocurrir”, dijo Sánchez.