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Especial: Frente a la violencia en México, estándares editoriales ayudan a periodistas a evitar cercos informativos

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  • 21 abril, 2011

Por Javier Garza Ramos, director editorial del diario El Siglo de Torreón, en el norteño estado mexicano de Coahuila.

Fue muy acertado el comentario que Kowanin Silva, del diario Vanguardia de Saltillo, escribió aquí la semana pasada sobre el uso de redes sociales para romper el cerco informativo, pues publicaciones en Facebook o Twitter ayudan a un diario en la inmediatez para sacar información.

Las redes sociales han sido muy útiles para compensar el “apagón” informativo que ocurre a raíz de amenazas del crimen organizado, pero hay que puntualizar que el “apagón” es relativo y las amenazas son muy diversas.

La misma experiencia que vive Vanguardia en Saltillo la tuvimos en El Siglo de Torreón en el mismo estado de Coahuila hace cuatro años en el inicio de una ola de violencia.

A través de “prueba y error”, fuimos elaborando protocolos de seguridad para proteger a nuestros reporteros, editores e instalaciones. No hemos estado exentos de ataque, pero hemos manejado el riesgo a través de políticas que van desde cómo se reportea la nota de un crimen hasta cómo se edita e incluso cómo se presenta.

Comento esto porque el primer instinto de un medio ante un ataque siempre es cerrar la información y dejar de publicar hechos violentos, que es el paso que ha tomado Vanguardia.

Sin embargo, es posible darle la vuelta al cerco si se tienen estándares adecuados para el manejo de la información: si se cuida que los reporteros consigan información sólida sobre un hecho, que la nota no “derrame” sangre, que las imágenes que se publican no sean escandalosas.

Y si los medios vamos a adoptar estos criterios, también los debemos aplicar a notas que ocurren fuera de nuestras ciudades. Por ejemplo, en nuestro caso en El Siglo de Torreón, resultaría incongruente publicar en primera plana una balacera en Ciudad Juárez o Monterrey si, por temor o amenazas, no damos el mismo tratamiento a las que ocurren en Torreón.

La discusión sobre medidas de protección para periodistas tiene que abarcar todos estos temas para trascender el enfoque de la seguridad física de los reporteros, como si se estuviera cubriendo una guerra tradicional. (Por eso la discusión de dar chalecos antibalas a reporteros que cubren fuentes policiacas me parece superflua y equivocada. Un chaleco no evitará un ataque contra un medio, ni el asesinato de un reportero que haya sido secuestrado).

Fue alentador, por ejemplo, el anuncio de La Prensa de San Pedro Sula [en Honduras] sobre el giro en su tratamiento de notas de violencia, con medidas como desterrar las fotos de personas asesinadas. Este giro se dio luego de un taller organizado por la SIP, en el que tuve oportunidad de participar y en el que se expusieron alternativas para tratar información de hechos violentos.

El reto que tenemos los medios mexicanos es balancear nuestra propia seguridad con el deber de informar. Es cierto que no hay noticia que valga una vida, pero también lo es que debemos profundizar más en las medidas que tomamos para no perder relevancia informativa.

Este blog es producido por el Centro Knight para el Periodismo en las Américas de la Universidad de Texas en Austin y financiado por la John S. and James L. Knight Foundation.

Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.

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