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Investigación de diez años sobre la violencia en México se convierte en libro y cuenta cómo los periodistas resisten, forman redes y lidian con la censura del crimen

Las profesoras Celeste González de Bustamante y Jeannine E. Relly, ambas de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Arizona, pasaron los últimos diez años en una investigación de campo, viajando por México y entrevistando a más de 100 personas para analizar la violencia contra la prensa. Desde el año 2000, más de 150 periodistas han sido asesinados en el país, según las investigadoras. México es ahora uno de los países más peligrosos del mundo para los periodistas.

La investigación, que acaba de publicarse en el libro Surviving Mexico [Sobreviviendo a México], describe el entorno de amenaza y censura impuesto por políticos corruptos y el crimen organizado y cómo esto afecta las prácticas de redacción, así como la salud mental y el bienestar social y económico de los periodistas. En algunas partes de México, dicen las investigadores, existe una política llamada “luz roja, luz verde” según la cual los periodistas deben solicitar permiso al crimen organizado para publicar historias.

“En otras palabras, los ‘jefes’ (p.ej., miembros de grupos del crimen organizado) fuera de la sala de redacción darán ‘luz roja o luz verde’ en relación con cierta información que quieren o no quieren que se publique. Debemos enfatizar que este es un caso algo excepcional y no ocurre en todas partes del país”, destacaron las docentes, en entrevista con LatAm Journalism Review (LJR).

A pesar de las amenazas, el libro también habla de la resistencia y resiliencia de los periodistas en el país, quienes encuentran formas de continuar su trabajo y forman redes de apoyo y cooperación.

“Es a través de diversas formas de resistencia que muchos periodistas de todo el país han podido encontrar un significado profundo en su vida laboral y personal y han podido resistir frente a las continuas presiones provenientes de los grupos gubernamentales y el crimen organizado”, dijo Bustamante.

Vea a continuación la entrevista completa con Bustamante y Relly. La entrevista fue editada por razones de claridad.

LatAm Journalism Review: ¿Por qué decidieron iniciar esta investigación y cuál fue el objetivo principal?

Celeste González de Bustamante: Comenzamos nuestro estudio en 2011, en el apogeo de la violencia a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, y cuando la mayoría de los periodistas en México que estaban siendo asesinados eran de los estados del norte. Comenzamos con el objetivo de averiguar qué pasaba con los periodistas que trabajaban en el norte, y a medida que avanzábamos con el estudio, la violencia se extendió a otras regiones del país, luego nos expandimos a otros estados periféricos como Veracruz y Tabasco. Queríamos saber si los periodistas del norte o de otros estados estaban cambiando la forma en la que hacían periodismo. Descubrimos que, de hecho, estaban cambiando drásticamente la forma en que informaban y cubrían sus comunidades.

Celeste González de Bustamante pesquisa violência no México contra jornalistas

Profesora Celeste González de Bustamante. (Foto: Cortesía)

En 2011, cuando comenzamos a investigar el tema de la violencia contra los periodistas en México, pocos académicos estaban investigando el tema. Habiendo estudiado periodismo en México como historiadora, me sentí obligada y responsable de documentar e investigar lo que les estaba sucediendo a los periodistas contemporáneos. Luego descubrimos, a través de nuestra investigación, que los periodistas no estaban sentados de brazos cruzados mientras la violencia se extendía por sus comunidades y mientras sus colegas eran asesinados. Resistían de formas importantes que fortalecían el trabajo de los periodistas y estaban directamente vinculadas a los niveles de resiliencia. Queríamos centrarnos en los periodistas que continúan haciendo el trabajo de informar a sus comunidades a pesar de los desafíos extremos.

Jeannine E. Relly: Hubo muchas inspiraciones detrás del libro. Iniciamos el proyecto después de un año particularmente mortal para los periodistas en México, con el mayor número de asesinatos de periodistas desde que el gobierno comenzó a rendir cuentas públicamente por estos casos. Fue un año después de que el gobierno mexicano creara la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra de la Libertad de Expresión y el año en que se enmendó la constitución mexicana, obligando al gobierno a prevenir violaciones de derechos humanos e investigar y enjuiciar a los perpetradores. En una sola ciudad, Ciudad Juárez, justo al lado de El Paso, Texas, casi 3.000 personas fueron asesinadas en 2010. Escuchamos mucho sobre la situación relacionada con la violencia contra periodistas al otro lado de la frontera con México y habíamos escrito sobre ello como periodistas en la década de 1990. La situación llegó a un punto en la región fronteriza donde sentimos que teníamos que hacer algo.

Después de trabajar en varios proyectos más pequeños que se centraron en la violencia contra los periodistas y cómo la enfrentaron, en línea y fuera de línea, nos dimos cuenta de lo resistentes que eran los periodistas y decidimos revisar todas nuestras transcripciones de docenas y docenas de horas de entrevistas para ver cómo los periodistas en México sobrevivieron. Y lo que encontramos fue una miríada de formas en las que los periodistas resistieron el status quo y, de hecho, trabajaron juntos para llevar noticias a sus comunidades y ayudarse mutuamente. Su historia es notable y, a menudo, demuestra capacidad de recuperación en entornos que a menudo son impensables para hacer el trabajo.

LJR: ¿Cuáles son los principales hallazgos de la investigación?

CGB: En primer lugar, descubrimos que cuándo y dónde trabajaban los periodistas en México influía en gran medida en su capacidad para ejercer el periodismo y en la medida en que existían las libertades de prensa. Los periodistas que estaban en mayor riesgo eran los que trabajaban en lo que llamamos periferia o (doble) periferia extrema. Estos periodistas estaban muy alejados de los centros políticos y económicos, tenían menos acceso a capacitación y, a menudo, trabajaban en lugares donde prevalecían los grupos del crimen organizado y las actividades gubernamentales corruptas. En otras palabras, la historia y la geografía son importantes cuando se trata de la libertad de prensa.

En segundo lugar, descubrimos que los periodistas de zonas periféricas y periferias extremas han sido muy innovadores en la forma en que han respondido a las crecientes limitaciones. Identificamos muchas de sus respuestas como formas de resistencia. Encontramos evidencias de resistencias que iban desde acciones a nivel individual hasta acciones colectivas, como la formación de redes de periodistas, incluyendo la Red de Periodistas de Juárez, Periodistas de a Pie, la Red de Sonora, entre muchas otras.

En tercer lugar, nuestro estudio encontró que existe una conexión entre la resistencia y la resiliencia. Es a través de diversas formas de resistencia que muchos periodistas en todo el país han podido encontrar un significado profundo en su vida laboral y personal, y han logrado ser resilientes frente a las continuas presiones que se derivan de los grupos gubernamentales y del crimen organizado.

JER: Además de estos hallazgos generales, encontramos que se crearon diferentes tipos de redes, orgánica y formalmente, hiperlocalmente, a nivel nacional, regional y mundial, que a menudo sostuvieron a los periodistas en el país e incluso fortalecieron su capacidad para continuar su trabajo y para hacer frente al trauma que muchos de ellos presenciaron y/o experimentaron. Esas redes incluían organizaciones intergubernamentales (varias organizaciones de las Naciones Unidas), ONG transnacionales y nacionales, incluidas las de derechos humanos, defensa de la prensa y otras redes de la sociedad civil; académicos de dentro y fuera del país; redes legales y políticas; y redes relacionadas con el bienestar psicológico y la salud, entre otras iniciativas colectivas y en red.

LJR: Ustedes comenzaron la investigación en 2011, así que han pasado 10 años desde que iniciaron a investigar el tema. Durante este tiempo, ¿qué creen que ha cambiado?

CGB: Los niveles generales de violencia en México han sido volubles y, por lo tanto, las presiones y limitaciones que enfrentan los periodistas han cambiado y se han trasladado de un estado a otro. Cuando comenzamos, la violencia estaba principalmente en el norte, ahora ha llegado a la mayor parte del país y esta fluye y refluye según las circunstancias locales. Esto tiene consecuencias nefastas para los periodistas.

Diez años después de que comenzamos esta investigación, decenas de periodistas han sido asesinados. En los últimos veinte años, más de 150 han sido asesinados; en promedio, un periodista al mes muere. Ya sea que esté el PAN [Partido Acción Nacional], el PRD [Partido de la Revolución Democrática] o Morena en el poder, los asesinatos de periodistas continúan. Se han aprobado leyes que convierten en delito federal atacar a un periodista o a un trabajador de derechos humanos, pero los ataques continúan y, según algunos informes, están aumentando. La pandemia agregó más complejidad a una situación ya difícil.

Por otro lado, se han formado importantes colaboraciones y redes de periodismo, y los periodistas han estado trabajando en todos los estados, en todos los países para continuar investigando y descubriendo irregularidades. Se está formando a un número cada vez mayor de periodistas como resultado de algunas de las redes a nivel local, regional y nacional que se han establecido. Discutimos estas organizaciones y su trabajo en profundidad en el libro. Como hemos dicho, lamentablemente, “en México han muerto demasiados periodistas, pero el periodismo está lejos de estar muerto”.

LJR: Muchas de sus fuentes tuvieron que permanecer en el anonimato por su propia seguridad. ¿Entrevistaron a periodistas que luego fueron víctimas de violencia o tuvieron que salir del país? ¿Cómo les afectó esto a ustedes y a su trabajo?

CGB: En cada paso del camino cuando estábamos realizando nuestra investigación, queríamos asegurarnos de que aquellos que participaron en nuestro estudio no se verían afectados negativamente por nuestra investigación. Conociendo los riesgos a los que se enfrentaban los periodistas, tomamos la mayor cantidad de precauciones posibles. Esto significaba que teníamos que saber constantemente cuáles eran las situaciones sobre el terreno en varias regiones del país, lo que a veces era difícil porque el entorno puede cambiar rápidamente.

Profesora Jeannine E. Relly investigadora violencia periodistas México.

Profesora Jeannine E. Relly. (Foto: Cortesía)

JER: Entrevistamos a periodistas que ya se habían ido del país ya otros que tenían que trasladarse de una región a otra. Dos de los periodistas que entrevistamos han fallecido, a edades relativamente jóvenes, pero no directamente de la violencia contra ellos y sus colegas. Sin embargo, sus vidas fueron muy desafiantes.

LJR: ¿Qué tipo de limitaciones descubrieron que tiene el trabajo delos periodistas y que les sorprendió? En el libro ustedes señalan la política de luz roja y luz verde. ¿Podrían hablarnos un poco sobre qué es esto y cómo funciona?

CGB: Descubrimos que existe una amplia gama de limitaciones que enfrentan los periodistas en México. Van desde los que suceden a nivel individual, donde a los periodistas se les dice que no cubran ciertos temas, o se les dice que cubran otros, hasta ser amenazados a punta de pistola o golpeados o asesinados en los casos más extremos. Las limitaciones pueden provenir de dentro y fuera de la sala de redacción.

La política de “luz roja, luz verde” es quizás otro caso extremo en el que los periodistas se ven obligados a responder ante los grupos del crimen organizado que, más allá de los editores en la redacción, determinan si un medio de comunicación puede publicar o no. En otras palabras, los “jefes” (p.ej., miembros de grupos del crimen organizado) fuera de la sala de redacción darán “luz roja o luz verde” en relación con cierta información que quieren o no quieren que se publique. Debemos enfatizar que este es un caso algo excepcional y no ocurre en todas partes del país. Una de las respuestas más comunes a las limitaciones es que los periodistas se vean obligados a autocensurarse como medida de protección

LJR: En el libro, hablan sobre el trauma y la resiliencia entre los periodistas. ¿Cómo ha afectado este entorno de violencia y amenaza la capacidad de los periodistas para trabajar así como su bienestar emocional, social y económico?

JER: Las condiciones generales para los periodistas en México y muchos otros países son un desafío para el bienestar emocional, social y económico. La paga es baja, la carga de trabajo es alta y, a veces, las condiciones son peligrosas. Dado que los periodistas a menudo son de primera línea similares a profesiones como los trabajadores médicos de emergencia, los trabajadores humanitarios y los trabajadores de la salud, presencian o escuchan eventos traumáticos, dolorosos o desafiantes a través del recuerdo secundario de fuentes a las que entrevistan regularmente. Esto, sumado al exceso de trabajo, los horarios agitados e impredecibles, saltarse comidas y preocuparse por ellos mismos y sus familias, tiene un gran impacto. Muchos viven en comunidades donde no pueden buscar asesoramiento, incluso si tenían los fondos o se les proporcionaron los servicios, debido a la falta de confianza, el estigma o el riesgo para ellos o sus familias. Algunos han buscado apoyo a través del sistema de mecanismos federales o del sistema de apoyo del gobierno local y han tenido problemas de confianza u otros. Los botones de pánico emitidos por el mecanismo federal no siempre han funcionado o las respuestas a situaciones extremas se han retrasado o no siempre se han recibido a tiempo.

Los periodistas han encontrado innumerables formas de afrontar la situación y, en muchos casos, han demostrado su capacidad de recuperación. Han formado comunidades en línea y fuera de línea entre sí o áreas de proyectos compartidos, apoyo emocional o desarrollo profesional. También desarrollaron métodos de afrontamiento individuales y colectivos que han sido compartidos entre sí y con otros . También trabajaron juntos en proyectos de investigación, organizaron protestas masivas para concientizar al público e interactuaron directamente con miembros del gobierno. Todo esto ha agregado significado a condiciones extremadamente difíciles y al mismo tiempo ha estado fuera de su trabajo.

LJR: Su libro también explora las soluciones y las políticas públicas para enfrentar este problema. ¿Qué medidas y soluciones destacarían como las más importantes y prometedoras y que también podrían servir de ejemplo para otros países?

CGB: La situación en México es compleja y multifacética, por lo que cualquier solución relacionada con la falta de libertad de expresión y la continua violencia contra periodistas debe ser integral y multinivel. Descubrimos que el surgimiento de redes colectivas a nivel local, regional y nacional es un punto brillante en un entorno muy oscuro, cambiante y con frecuencia cambiante. Debido a que las políticas públicas, aunque se ven muy bien en el papel, no han podido mejorar la situación, el trabajo que están haciendo los periodistas, tomar el asunto en sus propias manos para protegerse, parece tener el mayor impacto.

En nuestro “mapa intelectual” para el futuro de la seguridad de los periodistas, recomendamos que las comunidades de periodismo (periodistas, ONG, educadores en periodismo, activistas) continúen haciendo su trabajo en la forma de capacitarse mutuamente y publicar de manera permisible.

Recomendamos encarecidamente que los propietarios de los medios asuman más responsabilidad por la seguridad y el bienestar de sus empleados. Esto incluye reducir la precariedad económica de los periodistas, pagarles a los periodistas un salario digno; capacitar a los periodistas sobre cómo informar sobre temas que conllevan un mayor riesgo; proporcionar beneficios; mayor independencia de los intereses políticos y económicos a nivel local, regional y nacional. Hasta ahora, los medios de comunicación que ofrecen protección y capacitación a los periodistas tienden a ser excepciones.

Además, recomendamos la financiación y los apoyos continuos para las redes de periodismo que se han formado a lo largo de los últimos 20 años. Sostenemos que los cambios estructurales en las políticas gubernamentales también deben cambiar para aumentar la independencia entre los medios de comunicación a nivel local, regional y nacional. Algunos de estos cambios estructurales incluyen la reducción de la dependencia económica de los “subsidios” gubernamentales de los medios de comunicación en términos de publicidad oficial. Esta práctica ha dado lugar a una forma de “censura blanda” que ha sido perjudicial para el periodismo independiente.

JER: Dedicamos un capítulo a analizar numerosas iniciativas, programas, políticas, leyes, enmiendas constitucionales, administraciones presidenciales, intervenciones externas, intervenciones internas y casi cualquier cosa que se pueda pensar para abordar el tema de los ataques y asesinatos de periodistas. Muchos periodistas preocupados y brillantes, organizaciones de defensa de la prensa, funcionarios públicos, ciudadanos, defensores de los derechos humanos, políticos, académicos y otros se han esforzado en abordar estos problemas de innumerables formas, con métodos sistemáticos que sería difícil encontrar en otros lugares. El hecho de que continúen las agresiones, abusos, desapariciones y asesinatos demuestra lo compleja que es realmente la situación a nivel nacional, estatal y local.

 

*Este artículo fue escrito originalmente en inglés y fue traducido por Silvia Higuera.

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