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Nicaragua podría apostar por un “Periodismo de catacumbas digitales” ante coyuntura de crisis: Sergio Ramírez

Mientras un joven Daniel Ortega luchaba contra el régimen de Anastasio Somoza Debayle en Nicaragua a finales de los setenta, los medios de comunicación eran atacados por leyes de censura y los periodistas tenían que trabajar clandestinamente. Desde los púlpitos de las iglesias, los reporteros informaban al público sobre lo que estaba ocurriendo en el país.

Sergio Ramírez. Foto: Centro Knight.

Sergio Ramírez. Foto: Centro Knight.

Décadas después y con Ortega como presidente de un gobierno que está encarcelando a periodistas y obligando a otros a irse al exilio, el escritor y exvicepresidente Sergio Ramírez sugiere que los periodistas podrían apostar nuevamente por un “periodismo de catacumbas”, solo que esta vez este sería digital.

Ramírez propuso la idea del “periodismo de catacumbas digitales” durante un conversatorio con estudiantes y demás asistentes que fue organizado por el Centro Knight de la Universidad de Texas el 31 de enero.

El autor, quien ganó el Premio Miguel de Cervantes 2017 por su obra literaria, recordó cómo nació el periodismo de catacumbas en 1978 ante la adversidad. “Durante los días de la revolución, cuando Somoza reprimía duramente a la prensa en Nicaragua, los programas de radio, que eran los medios de comunicación más importantes fueron suprimidos por Somoza”, contó Ramírez.

De acuerdo con El Nuevo Diario, las catacumbas de las iglesias eran originalmente los lugares donde se escondían los periodistas y guerrilleros del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) cuando la Guardia Nacional aparecía en las calles.

Ramírez encabezó en 1977 un grupo de oposición a la dictadura de Somoza llamado “Los Doce”, conformado por intelectuales, empresarios, sacerdotes y dirigentes civiles para apoyar al FSLN, que tenía a Ortega como uno de sus líderes, publicó el escritor en su biografía. También integró la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional tras la caída de la dictadura. Poco después formó parte del primer gobierno de Ortega, como su vicepresidente, en 1984.

Ahora, según el escritor, al verse forzados al exilio por la represión y censura de Ortega, muchos periodistas están informando desde San José de Costa Rica y Miami, Florida, las noticias de su país. Ambas ciudades se están convirtiendo, de acuerdo con Ramírez, en los nuevos centros periodísticos nicaragüenses.

Este tipo de periodismo se apoyaría mucho en el periodismo ciudadano, en la gente de Nicaragua y en las redes sociales, dijo Ramírez. “Habría periodistas desde Nicaragua que reportarían a sus bases en Costa Rica, desde donde se trasmitiría la noticia. Creo que así podrían funcionar las cosas”, explicó.

En marzo de 2018, la Cámara Nicaragüense de Internet y Telecomunicaciones (Canitel) informó que había 2.9 millones de smartphones de un total de 8.3 millones de celulares funcionando en el país, según El Nuevo Diario. Canitel también señaló que las redes sociales eran la principal motivación para acceder a internet, siendo 80% de los usuarios los que utilizan el servicio por esa razón. De todas las redes sociales, Facebook es la más popular con 2.7 millones de cuentas activas en el país, agregó el diario.

De acuerdo con Ramírez, el uso de teléfonos celulares inteligentes y las redes sociales serán una gran herramienta para reportar la situación de Nicaragua, ya que muchos medios de comunicación han sido cerrados o están a punto de perder sus insumos de imprenta, y los únicos en total funcionamiento son los numerosos medios que poseen la familia presidencial y sus parientes.

Ramírez señaló que la moral de sus compatriotas se ve fortalecida por la integridad y “alta moral” que demuestran muchos de los presos políticos y periodistas que ahora se encuentran encarcelados por el régimen.

Se refirió en especial a Miguel Mora y Lucía Pineda de 100% Noticias, quienes se encuentran en prisión desde el 21 de diciembre, cuando la policía allanó sus oficinas sin ninguna orden judicial.

Contra Mora y Pineda hay “pura venganza” por parte del gobierno, “porque ellos, por muchos años, fueron simpatizantes del Frente Sandinista y ahora se rebelan contra el poder” para informar sobre lo que está haciendo este gobierno, sostuvo Ramírez.

Asimismo, Ramírez habló de la violencia que se ha desatado en el país desde que comenzaron las protestas sociales, primero en contra de una reforma de la seguridad social y luego, en general, en contra del actual gobierno.

Nicaragua era hasta hace poco uno de los países menos violentos de la región, según señaló Ramírez. La titular de la policía nicaragüense sostuvo en septiembre de 2017 que Managua era “la capital de América Latina con la tasa de homicidios más baja: 5 por cada 100 mil habitantes”; la segunda en el continente después de la capital de Canadá, según publicó EFE.

Respecto a estos precedentes, Ramírez dijo que la situación ahora es muy distinta tras las protestas que empezaron en abril de 2018. “Hay cerca de 600 muertos en los últimos 6 meses” en Nicaragua, dijo Ramírez.

Antes “la Policía Nacional era bien respetada” en el país, expresó Ramírez, no obstante, los grupos paramilitares que funcionan como fuerza de choque del gobierno para reprimir las protestas sociales “han sido incorporados a las fuerzas armadas”, dijo. El exvicepresidente reveló que estos grupos están recibiendo entrenamiento militar, armas y uniformes. La policía “se ha convertido en la policía personal de la familia Ortega y del partido sandinista”, subrayó.

Para Ramírez, el mejor escenario para que Nicaragua vuelva a ser un Estado democrático es que Ortega se siente a dialogar con la oposición y acepte tener elecciones libres con la supervisión internacional.

“Con la intermediación de la iglesia, o de algún otro intermediario confiable, con la asistencia de algunos países del mundo para garantizar los resultados del diálogo. Ese es el mejor camino, de lo contrario habría una guerra civil”, explicó el exvicepresidente.

“Creo que lo conseguiremos, a través de la presión internacional y a través de la voluntad de los nicaragüenses, para encontrar una solución pacífica”, concluyó.

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