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Periódico colombiano El Espectador celebra 129 años con campaña por el perdón

Para el aniversario número 129 de El Espectador y en anticipación de la firma del tan anticipado acuerdo de paz entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), este periódico colombiano le está preguntando a sus lectores a quién perdonan.

Durante gran parte del último siglo, los colombianos han vivido con el conflicto y la violencia entre las fuerzas de seguridad del Estado, guerrillas de izquierda, carteles de droga, bandas criminales y grupos paramilitares. A menudo son las personas inocentes las que quedan atrapadas en medio de este conflicto o que son blancos directos de éste.

Ahora, después de más de cinco años de diálogos, se espera que el Gobierno y las FARC firmen un acuerdo de paz. Aunque la fecha original para esta firma había sido el 23 de marzo, el presidente del país Juan Manuel Santos dijo recientemente que quería posponer la fecha para llegar a un mejor acuerdo; las FARC aceptaron acordar una nueva fecha.​

El Espectador dedicó varias páginas de su edición impresa y en línea del 15 de marzo a la idea del perdón y ha comenzado una campaña en Twitter para llegar a los lectores.

El director del periódico, Fidel Cano Correa, escribió que la campaña no era solo sobre el conflicto armado.

“Nuestra vida cotidiana colombiana está llena de todo tipo de conflictos, de agresiones, de daños profundos, de vidas destruidas, de dolores grandes y pequeños que nos agobian la existencia y que solo el perdón voluntario y consciente puede ayudarnos a superar”, escribió.

El periódico publicó historias de víctimas y sobrevivientes, activistas, líderes comunitarios, políticos, escritores, gente de negocios y otras personas.

Teresita Gaviria representa a aquellos que han perdido familiares por causa de la violencia. Paramilitares mataron a su padre y a su hermano y desaparecieron a su hijo. La lideresa de las Madres de la Candelaria contó su historia en la edición del 15 de marzo de El Espectador describió cómo ella se reunió con guerrilleros durante los diálogos de paz en Cuba. Ella escribió “un mensaje muy claro que queremos dejarles a los paramilitares, a la guerrilla, a la delincuencia común y a cualquiera que haya sido, es que nos digan la verdad. Perdonamos, pero para nosotras es fundamental”.

También está la historia de María Carolina Hoyos Turbay, cuya madre, la periodista Diana Turbay, fue secuestrada por el cartel de Medellín y después murió cuando la policía intentó rescatarla. O la del atleta paraolímpico Moisés Fuentes, quien ahora está en una silla de ruedas porque hombres armados le dispararon a él y a su hermano en 1992. Su hermano murió. También está la historia de Alexis Viera, un jugador uruguayo de fútbol a quien ladrones le dispararon en 2015 en Cali, Colombia y que ahora no tiene uso de sus piernas.

Asimismo, a principios de febrero, el periódico le pidió a sus lectores que “pintaran la paz”. Muestras de las más de 2.130 representaciones fueron publicadas en la edición del día y en línea.

Pocas personas, organizaciones o compañías, incluyendo El Espectador, escaparon de la violencia que ha afectado a Colombia en estas últimas décadas.

El 17 de diciembre de 1986, Guillermo Cano Isaza, el entonces editor de El Espectador, fue baleado mortalmente mientras salía de las oficinas del periódico en Bogotá. El capo de la droga Pablo Escobar ordenó su asesinato, según el periódico.

Después, el 2 de septiembre de 1989, una bomba detonó afuera de las oficinas de El Espectadordejando heridas a 73 personas. Y el 10 de octubre de 1989, Martha Luz López y Miguel Soler, gerentes de administración y circulación del periódico, fueron asesinados en Medellín, lo cual llevó al periódico a cerrar sus oficinas en esa ciudad.

Según el periódico, uno de los lugartenientes del cartel de Medellín dijo después que Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, conocido como El Mexicano, ordenaron el bombardeo de las oficinas.

“El móvil fue el mismo por el que mataron a Guillermo Cano: sus persistentes denuncias contra el cartel de Medellín y la indeclinable lucha contra la delincuencia organizada”, dijo El Espectador. “La misma cruzada asesina que amenazó, exilió o segó la vida de muchos inocentes por la sola razón de trabajar con el periódico”.

En un video publicado en la cuenta de Twitter de El Espectador el 15 de marzo, Fidel Cano Correa, sobrino de Cano Isaza, dijo: “Yo perdono a todos quienes tantas veces y de tantas maneras, algunas muy crueles, han querido silenciar a El Espectador durante estos 129 años, porque el perdón es lo que nos permite seguir adelante”.

Cano Correa, en su nota a lectores, les pidió que usaran la etiqueta #YoPerdono para compartir “sus historias de perdón y reconciliación”

“Felicitar a @elespectador por valiente campaña #YoPerdono en tiempos en los que algunos (los de siempre) piden sangre y pocos reflexionan”, escribió un usuario.

El periodista Carlos García dijo, “#YoPerdono a los médicos de la EPS que sometieron a mi padre al paseo de la muerte y no detectaron a tiempo el cáncer que lo mató”.

Sin embargo, en Colombia, los diálogos de paz entre el gobierno y las FARC son controversiales, al igual que la idea del perdón.

El perdón PROVIENE de la parte de la víctima. Si la parte victimizante no cambia NO SIRVE DE NADA. Incluso es PEOR”, escribió uno de los usuarios en respuesta a una publicación en la cuenta de Twitter de El Espectador con un link al video de Cano Correa. “PERDÓN SIN ARREPENTIMEINTO de quien victimizó, solo garantiza la repetición. Es un premio a sus atrocidades”.

Otro dijo, “EXTRATEGIA [sic] falsa para callar al pueblo y fortalecer su negocio. Solo periodismo comercial, no caiga”.

El Espectador fue fundado por Fidel Cano Gutiérrez el 22 de marzo de 1887 en Medellín, Colombia como “un periódico político, literario, noticioso e industrial”. Después se trasladó a Bogotá, donde aún se encuentran sus oficinas principales. Es considerado “uno de los más antiguos en Colombia y de América, y de los de mayor transcendencia en la historia del país”, según una publicación en el sitio web de la Biblioteca Nacional de Colombia.

Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.

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