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Periodistas usan herramientas digitales para crear mapas interactivos de masacres en Colombia

Este artículo es parte de una serie sobre Periodismo Innovador en América Latina y el Caribe.(*)

La madrugada del 5 de mayo de 1996, Gustavo Díaz, un comerciante del puerto de Turbo, en Urabá, Colombia, lo perdió todo. Su esposa y dos de sus hijas fueron asesinadas y calcinadas junto con su tienda de abarrotes a manos de guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en una de las más de 2 mil masacres ocurridas en ese país desde 1982.

Díaz huyó de su pueblo por temor a perder a los tres hijos que le sobrevivieron. Estaba tan devastado por la tragedia que nunca supo dónde quedaron los restos de su esposa y de sus hijas asesinadas.

Los datos de las víctimas de masacres como la de Urabá están incompletos o sesgados en los documentos oficiales, en parte porque la información proviene en su mayoría de la versión que las autoridades obtienen de los victimarios.

Ese vacío de información llevó al periodista e ingeniero de sistemas colombiano Óscar Parra a lanzar la iniciativa Yo Sobreviví, que forma parte de su plataforma en línea de investigación y recopilación de datos Rutas del Conflicto, creada en colaboración con la Universidad del Rosario, en Bogotá, donde Parra trabaja como catedrático.

Yo Sobreviví busca compilar historias de sobrevivientes o familiares de víctimas de masacres para cotejar su información con datos oficiales y periodísticos, y generar así una base de datos más completa.

“Yo Sobreviví es un ejercicio que busca ir desde los datos e involucrar a personas de las comunidades para verificar esos datos y aportar nueva información. Queríamos tratar de involucrar a la población para que nos ayudaran a construir la historia desde la perspectiva de la gente que estuvo ahí. Hemos recogido unos 70 testimonios y también nos han ayudado a verificar información equivocada sobre nombres o números de víctimas, etcétera”, contó Parra al Centro Knight para Periodismo en las Américas.

Rutas del Conflicto surgió en 2014 a partir de la falta de bases de datos organizadas del Gobierno de Colombia que documentaran la información de las masacres y sus víctimas, y como opción al complicado proceso de acceso a la información en ese país.

El sitio Verdad Abierta, que documentó el conflicto armado en Colombia, se dio a la tarea de recopilar datos del Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia y de reportes periodísticos sobre las masacres, para después vaciarlos en herramientas interactivas, de modo que su consumo fuera más sencillo.

De ese modo, Rutas del Conflicto desarrolló mapas que muestran puntualmente los sitios de las masacres, líneas del tiempo con la cronología de los hechos violentos y filtros para ubicar la información por año, región o grupo armado responsable.

El equipo trabaja con herramientas gratuitas de manejo de datos como Google Fusion Tables, así como plataformas de mapeo de datos como Carto. Para la organización de la información también usan sistemas  como PHP y SQL.

“La información oficial puede estar muy lejana a la realidad. La mayoría de las víctimas o sus familiares tienen más de 40 años y viven en zonas pobres y aisladas, no tienen contacto con internet, entonces no hay forma de que se contraste esa información, por lo que queda sólo la ‘verdad oficial’”, dijo Parra.

El proyecto lanzó en sus inicios una aplicación para dispositivos móviles, la cual daba acceso a las herramientas interactivas y permitía que miembros de las comunidades aportaran información o historias sobre las masacres.

“Sin embargo, nos dimos cuenta que la app no era un vehículo para llegar a las víctimas. La mayoría de los usuarios de la aplicación son organizaciones de víctimas -casi siempre en ciudades-, académicos, fiscales, jueces, que es nuestro otro gran público, el aparato judicial colombiano. Aunque creo que ellos deberían ser nuestras fuentes y no al revés”, dijo Parra.

Al ser un proyecto básicamente universitario, Rutas del Conflicto ha enfrentado retos de financiamiento, el cual recae principalmente en becas de la Universidad del Rosario y en fondos gestionados por el Centro Nacional de Memoria Histórica, y hasta en aportaciones del propio salario como profesor de Óscar Parra.

“Como cualquier proyecto de periodismo independiente, la financiación no es fácil. Pero eso no es una cosa nueva, uno tiene que ser muy creativo para acceder a recursos. El proyecto tiene ya cierta relevancia a nivel local, y con ese cierto renombre podríamos salir a buscar más dinero para cubrir los gastos. Tenemos planeadas varias cosas de crowdfunding y la Universidad seguirá financiando parte del proyecto”, explicó Parra.

El equipo de Rutas del Conflicto lo componen, además de Parra, ocho estudiantes de periodismo y una periodista brasileña. Su equipo técnico consiste únicamente en tres computadoras y dispositivos de audio y video que les proporciona la Universidad del Rosario.

Para el proceso de fact-checking, Rutas de Conflicto tiene una alianza con ColombiaCheck un sitio de la asociación de periodistas Consejo de Redacción especializado en la verificación de datos.

Otro de los mayores retos de Rutas del Conflicto ha sido el tiempo que implica compilar, analizar, organizar y procesar la gran cantidad de datos con la que trabajan, en un sector en el que la oportunidad es un factor primordial, como lo es el periodismo en línea.

“En Colombia no hay una cultura de trabajo del periodismo de datos. Explorar nuevas formas de hacer periodismo toma mucho tiempo. Cuando la información es escasa, se necesita una cantidad enorme de tiempo, y mientras no se puede dejar el portal muerto”, señaló.

El contenido producido por Rutas del Conflicto tiene un impacto importante en redes sociales, sobre todo en esta época, a un año de las próximas elecciones presidenciales de Colombia de 2018, cuando todo contenido periodístico sobre la violencia en ese país tiene altas posibilidades de ser politizado.

“La información que tiene que ver con el conflicto armado se está volviendo un insumo para la campaña presidencial que viene. Cuando ponemos información en redes sociales, la gente le da un sesgo político muy difícil de manejar. Nos trolean, nos tachan de guerrilleros, o de que estamos en contra del proceso de paz. Gran parte de nuestro tráfico viene de Twitter y Facebook, por eso tratamos de mostrar la información sin caer en el juego. En el fondo lo que queremos es recordar a las víctimas y que la gente entienda la dinámica del conflicto”, explicó Parra.

Pese a los retos, los creadores de Rutas del Conflicto tienen certeza que se está cumpliendo su objetivo de documentar información pública que sea de utilidad para las comunidades, además de que en ese proceso han logrado que académicos e investigadores recurran a ellos como fuente de información.

“A la gente le ha servido para exigir los derechos que les corresponden por el hecho de ser víctimas. Nos llegan correos en los que nos piden información que tenemos porque necesitan probar que son víctimas de una masacre. De alguna manera esto tiene un uso pedagógico, pero claramente es información para que cualquier ciudadano logre entender el contexto en el que se desarrolló el conflicto en Colombia con datos que han sido corroborados y reforzados por los mismos testigos y víctimas”, dijo.


(*) Este artículo es parte de un proyecto especial del Centro Knight que es posible gracias al generoso apoyo de Open Society Foundations. La serie "Periodismo Innovador" trata sobre tendencias y mejores prácticas de medios informativos digitales en América Latina y el Caribe.

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Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.

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