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Principales medios de Brasil tendieron a reproducir en sus titulares las falsedades de Bolsonaro sobre el COVID-19, según un estudio

Brasil vio una distopía hecha realidad entre 2020 y 2022: el estallido de una pandemia mientras el país estaba dirigido por un presidente negacionista. Desde las primeras alertas sobre el coronavirus, el expresidente Jair Bolsonaro se empeñó en expresar su desprecio por las recomendaciones de las autoridades sanitarias, repitiendo afirmaciones falsas sobre el COVID-19 hasta el final de su mandato.

Según la plataforma de fact-checking Aos Fatos, Bolsonaro emitió 1.383 declaraciones falsas y 1.221 tergiversadas sobre el coronavirus en sus cuatro años de mandato. Muchas de ellas acabaron en los titulares de los principales medios de comunicación brasileños sin ser contextualizadas ni corregidas, lo que amplificó el discurso negacionista del entonces presidente.

Esta tendencia fue observada por investigadores brasileños en un estudio que analizó 111 titulares de noticias que hacían referencia a las falsas declaraciones de Bolsonaro sobre el COVID-19 en 2020, publicadas por seis de los principales medios de comunicación del país. En el 60.36 por ciento de los casos, las falsedades dichas por Bolsonaro fueron simplemente reproducidas en los títulos.

En el 26.13 por ciento de los casos hubo alguna contextualización, y sólo el 13.51 por ciento de las noticias tenían en su título una corrección del discurso del entonces presidente. Con esta práctica, el periodismo estaría contribuyendo involuntariamente a la “difusión de desinformación en línea, en algunos casos aumentando el ruido en un entorno mediático ya contaminado y con muchas opciones”.

Esta es una de las observaciones del estudio “All the President’s Lies: How Brazilian News Media Addressed False and Inaccurate Claims in Their Titles” (“Todas las mentiras del presidente: Cómo los medios de noticias brasileños abordaron declaraciones falsas e imprecisas en sus titulares”). Publicado por la revista científica Journalism Practice en febrero, el estudio tiene como autores a Marília Gehrke (University of Southern Denmark - USD), Marcelo Träsel, Álvaro Ramos y Júlia Ozorio (Universidad Federal de Rio Grande do Sul - UFRGS).

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Jair Bolsonaro (centro), entonces presidente de Brasil, en una reunión en Brasilia en mayo de 2020, tres meses después del inicio de la pandemia. (Foto: Marcos Brandão/Senado Federal)

“Escribir títulos apropiados es una discusión ética fundamental en tiempos de la plataformización del periodismo”, escribieron los autores en referencia a que gran parte del público actualmente tiene contacto con las noticias a través de enlaces compartidos en otras plataformas, como redes sociales y aplicaciones de mensajería.

“Dado que una parte del público ni siquiera abre los hipervínculos para leer la noticia completa, es preocupante que sólo se recojan fragmentos de un hecho. Por ello, ofrecer una información correcta y precisa es fundamental para cualquier cobertura informativa, especialmente cuando se trata de asuntos importantes y crisis internacionales, como la pandemia”, afirmaron.

En este sentido, los autores señalan que “no importa mucho si el cuerpo del texto de una noticia es correcto si el titular es inexacto o sensacionalista, porque esto generará información engañosa”.

La investigadora Marilia Gehrke, quien desarrolla su investigación postdoctoral en el Digital Democracy Centre (DDC) de la USD, explicó a LatAm Journalism Review (LJR) que una de las preguntas que más recibe en clase y en las conferencias es sobre el papel del periodismo en la difusión de la desinformación. Para ella, este cuestionamiento también está relacionado con la percepción del público ante la posible incongruencia entre el título y el texto de una noticia.

“Cuando vemos los comentarios en las redes sociales o en los portales de noticias, notamos un cierto descontento por parte de los lectores. A veces se sienten engañados y escriben cosas como ‘ah, eso era sólo clickbait y yo aquí leyéndolo’ (...) Teníamos esta evidencia anecdótica de que el periodismo quizás no estaba cumpliendo su papel, pero necesitábamos medirlo de alguna manera. Si el periodismo forma parte realmente de este ruido, ¿en qué nos vamos a fijar? Decidimos fijarnos en los titulares, porque es ahí donde se produce el clickbait”, explicó Gehrke.

Para ello, los investigadores seleccionaron 21 “episodios significativos de desinformación” que involucraron a Bolsonaro en 2020, el primer año de la pandemia, basándose en las declaraciones falsas más repetidas por él según la verificación realizada por Aos Fatos. Luego comprobaron si estos episodios fueron informados por al menos tres de seis medios de noticias brasileños: Folha de S.Paulo, O Estado de S. Paulo y O Globo, periódicos impresos clasificados como “legacy media”, o “prensa tradicional”, y los portales G1, Terra y UOL, clasificados como nativos digitales. Todos ellos figuran en el Digital News Report 2021 del Instituto Reuters como medios de comunicación destacados en Brasil.

Luego, los investigadores analizaron 111 titulares de noticias de estos seis medios sobre episodios de desinformación protagonizados por Bolsonaro. Más de la mitad de los títulos fueron clasificados como mera reproducción (60.36 por ciento), seguidos de contextualización (26.13 por ciento) y corrección (13.51 por ciento).

Poco más de la mitad (53.15 por ciento) de los títulos llevaban entre comillas las afirmaciones falsas e inexactas de Bolsonaro. “Esto puede significar la presencia de una estrategia para captar la atención de los lectores o que los periodistas no se sientan cómodos usando sus propias palabras para narrar un hecho (...) Para protegerse de errores y confrontaciones con fuentes oficiales, los periodistas suelen reproducir acríticamente afirmaciones y opiniones de autoridades”, escriben los investigadores en el artículo.

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La investigadora Marília Gehrke lideró el estudio. (Foto: Denis Paul)

“Cuando el periodismo está más preocupado por conseguir clics que por comunicar con precisión la verdad, algunos fundamentos periodísticos como la ética, la objetividad y la transparencia están en peligro. En este caso, el periodismo pierde su propósito y aumenta el ruido en un entorno lleno de contenidos engañosos”, señalan los autores.

A excepción de Terra, los otros cinco medios analizados en la investigación formaron parte del consorcio de medios de prensa formado para recopilar y difundir los datos de COVID-19 en Brasil, que operó entre junio de 2020 y enero de 2023. Según los investigadores, aunque estas redacciones trabajaban en el consorcio, “descuidaron la redacción de los titulares, exponiendo al público a afirmaciones falsas o engañosas”.

Gehrke señaló que, “aunque los periódicos suelen explicar [el discurso destacado en el titular] en el pie de foto o en el texto, aun así, cuando entrecomillan la declaración de un político en el titular, es para llamar la atención [sobre lo dicho], y mucha gente leerá sólo eso”.

“Creemos que hay que replantearse esta práctica. No todo el mundo va a abrir la noticia para leerla entera, y a veces llega el muro de pago y la persona ni siquiera puede terminar de leer el nombre del autor”, señaló la investigadora.

Precarización del trabajo

Gehrke señaló que el estudio no analizó los procesos de producción de las noticias, por lo que no es posible establecer las razones por las que las redacciones optaron por publicar este tipo de titulares.

“A menudo, el periodista que redacta la noticia no es la persona que escribirá el titular. O bien, una persona elegirá un título para el periódico y un redactor digital hará un título sólo para el sitio web. Así que es difícil decir exactamente por qué han tomado esas decisiones. Trabajé como reportero y conozco la complejidad; a veces el reportero que recopiló la información quiere dar un tipo de encuadre o hacer un tipo de llamada y el editor no está de acuerdo y piensa que otro título quedará mejor porque combina más con una foto de Bolsonaro tosiendo, digamos”, ejemplificó el investigador.

Una hipótesis es el intento de captar lectores a través de la indignación, “exponiendo algo ridículo que el [entonces] presidente dijo”, comentó Gehrke. “Entonces mucha gente va a leer eso literalmente y no buscará ir más allá [...] Por eso creemos que la gente en la redacción necesita repensar un poco". En este entorno de desinformación, ya no podemos seguir haciendo periodismo de declaraciones, limitándonos a reproducir citas, aunque la intención sea provocar indignación, denunciar lo ridículo. No podemos seguir haciéndolo así”, subrayó.

Para Gehrke, los problemas de fondo de este número son el reto de la financiación del periodismo y la precariedad laboral en unas redacciones cada vez más vacías, con profesionales sobrecargados de trabajo y sometidos a la presión de métricas como el número de clics y de páginas vistas.

“Quizá el título, para quienes están en la redacción, sea el menor de los problemas, y es casi un proceso automático. Así que es muy difícil responsabilizar al reportero o incluso al editor; ¿hasta qué punto ese editor responde también a una cadena de mando sobre la que no tiene mucho que hacer? [...] Tendría que comprobarlo, pero si tuviera que apostar, diría que es la precariedad, las prisas, la presión de las métricas y las presiones de todos lados. Porque, sinceramente, no es fácil”, afirmó.

Sin embargo, descuidar el titular puede acabar agravando estos problemas, ya que fomenta la desinformación y socava la credibilidad del periodismo. Curiosamente, en Twitter hubo comentarios que afirmaban que el estudio dirigido por Gehrke demostraba que “el periodismo desinforma”, interpretación refutada por la investigadora.

“No queremos decir en ningún momento que no sea necesario el periodismo ni nada por el estilo. Necesitamos gente seria que vaya tras la verdad verificable, que muestre sus métodos, que compruebe más de una vez y verifique cada información. No se trata de decir ‘ah, entonces el periodismo no sirve para nada’. Porque también hemos visto en este estudio que el periodismo no sólo reproduce, sino que a veces contextualiza y refuta una afirmación al momento, y pone eso en el titular. Si pensamos en la calidad de la información, necesitamos un buen periodismo. Y el periodismo tiene que ser más transparente, incluso en los encabezados”, afirmó.

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