texas-moody

Reportajes sobre tiroteo en escuela de México plantean debate ético entre medios, sociedad civil y el Estado

La reciente cobertura mediática de un inusual tiroteo en México ha generado un gran debate entre medios de comunicación, su audiencia y el Estado, sobre cuán ético es periodísticamente publicar reportajes con imágenes violentas.

El mencionado tiroteo ocurrió el pasado miércoles 18 de enero en el Colegio Americano del Noreste de Monterrey, cuando un adolescente de 15 años sacó un arma de fuego en pleno salón de clase y disparó contra su maestra y sus compañeros antes de suicidarse. Tres de las cuatro víctimas siguen en estado grave.

El incidente estremeció a todo México, que no está acostumbrado como país a vivir balaceras en centros educativos, algo que se ve con más frecuencia en países como Estados Unidos. El hecho también ha reavivado el debate sobre el control de armas y, en general, sobre el estado en que se encuentra la sociedad.

El revuelo que causó la publicación del video de la cámara de seguridad que registró la matanza fue tal, que hasta la Secretaría de la Gobernación de México pidió a todos los medios de comunicación del país no difundir ningún tipo de imagen o audio relacionado al hecho.

Las autoridades siguen en busca de los responsables que filtraron la grabación, por haber incurrido en un delito penal.

En ese sentido, y mediante un comunicado, la dependencia federal anunció a través de la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía, que la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes prohíbe difundir imágenes de menores de edad relacionados a la comisión de un delito, aún cuando estas sean editadas o aparezcan los rostros difuminados. Tampoco permite publicar datos personales de menores de edad que revelen su identidad.

Uno de los medios que mostró el polémico video del tiroteo fue el tradicional periódico El Universal. En su defensa, el diario mexicano publicó un editorial aduciendo que la difusión de esas imágenes sirvió para “dimensionar la crudeza de las consecuencias de una sociedad que pierde su cohesión”.

El video fue publicado también por medios extranjeros, como el diario español El País. Este medio decidió publicar el video del tiroteo pero editado, sin mostrar los rostros de los niños presentes y eliminando la parte en que el agresor dispara a sus víctimas.

Dicho diario dijo que su publicación ayudaba a por poner de manifiesto los peligros de proliferación de armas y la inseguridad existente en las escuelas mexicanas.

Respecto a los medios que publicaron el video sin ninguna justificación, el director del diario digital mexicano Animal Político, Daniel Moreno, declaró al programa radial “Así las Cosas” de la estación WRadio, que es lamentable que los medios que decidieron publicar este video no hayan explicado sus razones al público.

“Cualquier material como este debe tener una discusión editorial: ¿Por qué publicas este tipo de información?; ¿por qué crees que le sirve a tu lector publicar esta información? Este tipo de decisiones se tienen que explicar al lector, para bien o para mal”, dijo Moreno.

En su opinión, el video no debió ser publicado por los medios. Moreno dijo que un hecho informativo tan fuerte como este, en particular, no necesitaba del video para que se entendiera la dimensión del problema.

“[La imagen] nos sacude. Vale la pena publicar ese tipo de contenidos cuando es de utilidad pública, en tanto le aporta algo de información, de contexto al lector. En este caso en particular creo que no era necesario”, acotó.

Sobre el tratamiento mediático del tiroteo, el periodista mexicano Antonio Martínez escribió en la edición en español del New York Times que en un mundo plagado de tanta información, ya sea verdadera o falsa, habría que actualizar los estándares éticos del periodismo, que no solo permitan a los medios procesar la información en sí.

“La incapacidad para distinguir el interés público del interés del público y el uso de declaraciones como hechos confirmados ya habían erosionado la confianza en los medios, como intermediarios entre la información y el público”, subrayó Martínez.

Para el profesor y periodista Iván Lacasa – hasta hace poco vicedecano de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Internacional de Cataluña (Barcelona) – el caso de la escuela de Monterrey en concreto es un clásico ejemplo de autocensura que tendría que haberse dado en los medios, para salvaguardar la intimidad de las personas que están en ese video, sobre todo por ser menores de edad.

Lacasa, que también enseña el curso de ética periodística en la UIC, dijo al Centro Knight que los periodistas debieron preguntarse sobre la relevancia de esas imágenes antes de publicarlas.

“Se debieron preguntar si convenía publicar el video, si tenía relación inmediata en el tiempo, y directa, con el ámbito público y el bien común. Debe tener una utilidad trascendente para publicarse”, explicó.

Según Lacasa, la libertad de expresión no puede ser un pretexto para difundir este tipo de contenidos.

“Ahora consumimos la imagen de los niños mexicanos. Si cuando la estoy viendo predomina el morbo, es discutible que [gracias al video] yo esté entendiendo mejor [la noticia]. Por eso necesito que alguien me construya un discurso”, explicó.

Casi siempre, los problemas de ética periodística son problemas de calidad periodística, concluyó el periodista español.

Lacasa dijo que con el cambio de uso de los medios, y en estos casos en particular, los periodistas aún no han desarrollado nuevas maneras de proteger la intimidad de las personas.

El mundo digital hace que los medios privilegiemos el número de visitas, dijo también Moreno en el programa radial, por ser un factor fundamental para nuestros ingresos.

“La dictadura del clic está provocando que olvidemos nuestros principios y que nuestra prioridad sea este [tipo de] video”, agregó.

Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.

Artículos Recientes