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Verificaciones con la etiqueta “verdadero” se comparten más que el contenido considerado “falso”, según nuevo estudio sobre desinformación en Argentina

Las iniciativas de fact-checking deberían considerar la posibilidad de etiquetar los contenidos como “verdaderos” con más frecuencia, porque los usuarios de redes sociales tienden a compartir más la información comprobada confirmada y etiquetada como “verdadera” que la información refutada comprobada y etiquetada como “falsa”, según un estudio publicado recientemente y realizado por cinco investigadores latinoamericanos.

El estudio, “Truth be told: cómo las etiquetas ‘verdadero’ y ‘falso’ influyen en el compromiso de los usuarios con las verificaciones”, se basa en una encuesta con usuarios de Twitter en Argentina en el contexto de las elecciones de 2019, ganadas por el actual presidente, Alberto Fernández. El estudio, publicado en la revista académica New Media & Society, fue escrito por los investigadores Natalia Aruguete (Universidad Nacional de Quilmes, Argentina), Ingrid Bachmann (Pontificia Universidad Católica de Chile), Ernesto Calvo (Universidad de Maryland, EE.UU.), Tiago Ventura (Universidad de Georgetown, EE.UU.) y Sebastián Valenzuela (Pontificia Universidad Católica de Chile).

Valenzuela explicó a LatAm Journalism Review (LJR) que los autores del estudio, que llevan años analizando la desinformación, querían contribuir estudiando no sólo el problema, sino también sus soluciones. Y una de las soluciones más extendidas contra la desinformación ha sido el fact-checking.

“En América Latina no había evaluaciones empíricas sobre si el fact-checking funciona o no”, dijo Valenzuela. “Y a nosotros nos parecía que no era tan obvio decir ‘bueno, si funciona en Estados Unidos, también va a funcionar en Brasil o en Chile o donde sea’. En nuestros países la crisis del periodismo y la desconfianza generalizada en las instituciones públicas es mucho más profunda que en otras partes”.

En el estudio, 2.041 personas participaron en un experimento de encuesta en el que se les preguntó si participarían en un tuit con una afirmación negativa sobre Mauricio Macri, que se presentó a la reelección en 2019 y fue el principal oponente del actual presidente, y en un tuit con una afirmación negativa sobre Fernández. A continuación, se expuso a los encuestados a tuits verificados etiquetados como “verdaderos” o “falsos”, y se les preguntó si compartirían las declaraciones verificadas en sus perfiles de Twitter. 

Los investigadores descubrieron que la gente prefiere compartir información contrastada que favorece sus preferencias políticas, una tendencia que ya se había detectado en estudios anteriores, según sus autores. Además, los participantes en la investigación tendían a compartir más contenido contrastado que reforzaba sus preferencias políticas y que tenía una etiqueta de “verdadero”. En otras palabras, se compartían más las confirmaciones que los contenidos verificados con una etiqueta “falsa”, o las refutaciones, incluso si las refutaciones también eran favorables a sus candidatos preferidos. E incluso entre las comprobaciones desfavorables a sus preferencias políticas, los encuestados compartían más las confirmaciones (etiqueta “verdadero”) que las refutaciones (etiqueta “falso”).

Para los investigadores, esto puede explicarse por dos razones: las refutaciones con una etiqueta falsa “llevan una carga cognitiva más pesada”, o tardan más en procesarse cognitivamente, que las confirmaciones. Además, las palabras “verdadero” y “falso” tienen connotaciones sociales distintas: “decir la verdad es bueno, y decir una falsedad es malo”, escribieron los autores del estudio.

“Nuestros resultados tienen una importante implicación práctica: los verificadores de hechos pueden desear enmarcar más afirmaciones utilizando la etiqueta ‘verdadero’ (...) en lugar de la afirmación equivalente etiquetada como ‘falso’”, dijeron los investigadores. “Aunque son equivalentes desde el punto de vista semántico, un marco de confirmación aumenta el uso compartido y la participación en el contenido factual, mientras que un marco de refutación reduce el uso compartido y la participación”.

Los investigadores señalaron, sin embargo, que es importante que los verificadores de hechos sigan utilizando la etiqueta “falso”. Según el estudio, la etiqueta “falso” no sólo es capaz de “corregir las percepciones erróneas, sino que también puede disminuir la probabilidad de retransmisión de historias falsas, ya que las etiquetas ‘falsas’ han demostrado aquí disminuir el compromiso y, por lo tanto, la propagación de la desinformación”.

“En otras palabras, las etiquetas de confirmación y refutación tienen implicaciones prácticas, y aunque los verificadores de hechos no siempre pueden utilizar la etiqueta ‘verdadero’ -después de todo, depende del contenido original que estén verificando-, a veces tienen la flexibilidad de centrarse en la información verdadera en lugar de en la desinformación y, al hacerlo, aumentar la difusión de las verificaciones y del contenido verdadero”, escribieron los autores.

Valenzuela dijo que los resultados del estudio se han compartido con otros investigadores de la desinformación y con organizaciones latinoamericanas de comprobación de hechos, que han dicho que las conclusiones de la investigación “tienen mucho sentido”.

“Los fact-checkers con los que hemos hablado, de distintas partes de América Latina, reconocen en general que hay una diferencia; que no es lo mismo usar ‘verdadero’ que ‘falso’; que hay una diferencia en términos de la interacción que generan en las redes sociales”, dijo él.

Valenzuela también añadió que el grupo de investigadores está a punto de publicar otro estudio que reúne experimentos similares realizados en Brasil, Chile y Colombia que llegaron a las mismas conclusiones que la investigación llevada a cabo en Argentina.

“Encontramos exactamente lo mismo: las confirmaciones, cuando uno dice ‘esto es verdadero’, anda a compartirse mucho más que cuando se redacta la misma corrección pero en formato de una refutación, de cuando uno pone que ‘esto es falso’. Entonces la evidencia que nosotros tenemos de cuatro países es consistente con la idea de que este es un fenómeno que no es sólo específico a Chile o Argentina, sino que va para varios países”, afirmó.

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